Mormones y Anti-Mormones 2. Sindrome Fe Zarandeada

Aquí la segunda parte del artículo publicado hace unos días.





Después de casi cuarenta años como miembro de la Iglesia, he aprendido que la fe, el testimonio y la conversión al Evangelio de Cristo, no es cuestión de días, meses o años, sino de toda una vida, por lo que, aunque obtengamos un testimonio de la Iglesia que nos impulsa a bautizarnos y esforzarnos por seguir a Cristo, el proceso de conversión dura toda la vida, así como un roble nace de una semilla, va creciendo poco a poco, hasta convertirse en muchos años en un enorme y hermoso árbol, así, nuestro testimonio va, igualmente creciendo, siempre y cuando, le demos los cuidados necesarios para ello.

Quisiera, para no alargarme mas, dejarles una escritura que me ayudó a obtener y fortalecer mi testimonio y que sintetiza muy bien la idea que les quiero dejar en su mente.


Alma 32


28  Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí.
 29  He aquí, ¿no aumentaría esto vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto.
 30  Mas he aquí, al paso que la semilla se hincha y brota y empieza a crecer, entonces no podéis menos que decir que la semilla es buena; pues he aquí, se hincha y brota y empieza a crecer. Y, he aquí, ¿no fortalecerá esto vuestra fe? Sí, fortalecerá vuestra fe, porque diréis: Sé que ésta es una buena semilla; porque, he aquí, brota y empieza a crecer.


Os dejo, pues, con la segunda parte del artículo, que no tiene desperdicio, espero que os guste y os sirva de ayuda en vuestro progreso emocional y espiritual.



Continua....

Demasiado a menudo, aceptamos rumores sin filtrarlos críticamente, incluyendo rumores que promueven la fe, en vez de los hechos; tradiciones, especulaciones y opiniones, en vez de revelación;  y expectativas poco realistas e ilusorias sobre los profetas y las escrituras en vez de una perspectiva realista y madura. 

Resumiendo, debemos reconocer la necesidad de abrir nuestras mentes y entender potencialmente temas del evangelio de modos en que antes no los hemos visto. “La desilusión”, observa la psicóloga Dra. Wendy Ulrich, “es una cosa buena. No deseo una vida basada en ilusiones, por tanto, desilusionarme es muy valioso para mí”. Las ilusiones y conceptos errados son muñecos de paja – se destruyen fácilmente con la información correcta. A veces, parte de nuestro testimonio – como lo evidencian las declaraciones de muchos exmormones – puede, sin darnos cuenta, estar basado en ilusiones y conceptos falsos.
Cuando la información crítica destruye conclusiones basadas en estos muñecos de paja o falsas presunciones, algunos miembros perderán por completo su testimonio. Los errores más comunes que aparecen como factores que pueden conducir a la apostasía personal son:

A Expectativas poco realistas sobre los Profetas
B Confusión de Tradición con Doctrina
C Imposición de nuestro punto de vista sobre otros
D Expectativas poco realistas sobe la Ciencia y los Académicos.

A. Expectativas poco realistas sobre los Profetas:

Los Profetas no son infalibles. “No hago ningún reclamo de infalibilidad”, dijo el Presidente Spencer W. Kimball. Harold B. Lee indicó que no toda palabra hablada o escrita por una Autoridad General necesita ser considerada como inspirada y el Elder J. Reuben Clark dijo que “aún el Presidente de la Iglesia no siempre ha hablado bajo la dirección del Espíritu Santo”. El propósito y misión de la Iglesia es “invitar a todos a venir a Cristo” (DyC 20:59). Los profetas se destacan como líderes en esta invitación y las cosas que hacen y dicen (como profetas) tienen la intención de cumplir esa meta. ¿Cómo venimos a Cristo? El Libro de Mormón nos da un esquema de seis puntos: creer en Cristo, arrepentimiento, bautismo, don del Espíritu Santo, perseverar hasta el fin y ser hallado sin culpa en el juicio final. Este listado involucra compromisos, actitudes y relaciones personales con nuestro Padre Celestial y Cristo. Nosotros debemos establecer los compromisos personales y las interacciones con el Señor. Los Profetas pueden ayudarnos en la guía hacia las aguas de verdad, pero no pueden beber por nosotros. Guiarnos no significa que todos sus comentarios sean inerrantes.
Los exmiembros generalmente proclaman que asuntos tales como la poligamia, la traducción del Libro de Abraham, o los puntos de vista raciales de Brigham Young, crearon una disonancia cognitiva que eventualmente produjo su alejamiento de la Iglesia. De todos modos, usualmente las cogniciones reales que compiten son un grupo de asunciones y percepciones de “lo que un profeta es y lo que un profeta debería hacer”- comparado con lo que un profeta fue y cómo se comportó. Un crítico, por ejemplo, notaba con extrañeza como podía el Libro de Mormón ser un texto de escritura pobre si “verdaderamente había sido dictado por la boca de un dios omnisciente…” Del mismo modo, parecía perplejo de que Brigham Young quien declaraba “hablar por el mismo dios omnisciente” pudiese tener ideas falibles sobre el cosmos. Otro exmormón recientemente afirmó que “cada cosa que provino de la boca o pluma de José debería haber sido una verdad universal”. Desafortunadamente, a veces, miembros creyentes parecen compartir estos conceptos fundamentalistas.
Los profetas no nacen como profetas y no crecen en aislamiento social o cultural. Cuando son llamados como profetas no se transforman de pronto en divinos – continúan siendo hombre. Los profetas han tenido, y se les permite tener, sus propias opiniones, sus propios malentendidos, sus propios prejuicios, y sus propios errores. Cuando un Santo de los Últimos Días es llamado a ser presidenta de la Sociedad de Socorro, presidente del Quorum de Elderes, obispo o presidente de estaca, trae consigo al llamamiento mucho de lo que ha construido su personalidad y visión del mundo, incluyendo sus fortalezas, debilidades y prejuicios. Lo mismo puede decirse de los profetas. La educación en el evangelio, para profetas y el resto, es un proceso evolutivo – igual que cualquier otro tipo de educación. De allí la necesidad de revelación continúa.
Ni doctrinas completas o detalles doctrinales específicos se revelan siempre de una vez. Como dijo cierta vez José Smith,
 “No es sabio que poseamos todo el conocimiento presentado ante nosotros de golpe, sino que obtengamos de a poco por vez; entonces podremos comprenderlo”. 
Tal como lo evidencian tanto las escrituras como el relato de la Restauración, la revelación no se dispensa como un don no solicitado, sino que, en cambio, se da como respuesta a peticiones a Dios. La Primera Visión, la Traducción Inspirada, la Palabra de Sabiduría, y otras, vinieron como respuestas a oraciones. Si las preguntas no se realizan, raramente serán dadas las respuestas. En el evangelio, todos nosotros somos novicios en diferentes niveles de comprensión, a medida que aumenta el estudio somos más capaces de comprender y expresar ideas avanzadas. Que el profeta posea las llaves del sacerdocio y la autoridad para recibir revelación de Dios para la dirección de la Iglesia, no significa que cada palabra que hable es infalible, inspirada, u objetivamente apropiada.

B. Confusión de tradición con doctrina.

Desafortunadamente, pero inevitablemente, nosotros – y aun los profetas – a veces confundimos las interpretaciones basadas en la tradición con doctrinas o posiciones oficiales. De los muchos ejemplos posibles, tomaré como ilustración la geografía del Libro de Mormón. La mayoría de los miembros ha creído (y, quizás aún cree) que los eventos del Libro de Mormón tuvieron lugar en todo el hemisferio de Norte y Sur de América. Una lectura superficial del Libro de Mormon sugiere que Norteamérica era la tierra del norte y que Sudamérica era la tierra del sur. El actual Panamá viene a la mente como el “estrecho istmo de tierra” conectando el norte con el sur.
Es probable que José Smith, la mayoría de sus contemporáneos, y quizás un buen número de los profetas modernos, dieron por sentado y escogieron esta visión hemisférica. También pareciera que José y sus coetáneos creían que los remanentes indígenas en su vecindad mostraban evidencia de las vidas y guerras de Nefitas y Lamanitas. ¿De dónde surgieron dichas creencias? Una lectura somera del Libro de Mormón – en el contexto de las creencias culturales sobre los indios en la época de José – sugiere plausiblemente tal escenario. Mucha gente de la frontera en la primera mitad del siglo XIX, por ejemplo, creía que los indios eran originalmente pobladores blancos de las tribus perdidas de Israel. En la escasa comprensión de los primeros Santos de los Últimos Días debe haber tenido mucho sentido lógico percibir la geografía del Libro de Mormón contextualizada con lo que creían sobre la existencia de los indios en Norteamérica. Orson Pratt, uno de los primeros líderes y escritor, se transformó en el principal promotor de la geografía hemisférica del Libro de Mormón y muchas de
sus ideas se incorporaron como pies de página relacionados a eventos geográficos en la edición de 1879 del Libro de Mormón. Estas anotaciones se quitaron en la edición de 1920, pero su influencia ya había impactado en muchos Santos de los Últimos Días. El modelo hemisférico nació de suposiciones puestas en contexto con especulaciones de la Norteamérica del siglo XIX y logró un estatus cuasi oficial entre los miembros por tradición más que por revelación. Para la mayoría de los miembros, no había necesidad de cuestionar la geografía hemisférica – parecía ser la interpretación obvia del texto.
Sin embargo, a través de los años, algunos Santos de los Últimos Días (tanto miembros como líderes) cuestionaron la geografía hemisférica. Las distancias de los viajes en el Libro de Mormón sugieren una geografía limitada, y varios estudios académicos propusieron una ubicación mesoamericana para los eventos del libro. Hoy, la mayoría de los estudiosos Santos de los Últimos Días y un número creciente de miembros y líderes creen que los eventos transcurrieron en América Central. Sin embargo, fue la visión tradicional de una geografía hemisférica la que pasó de una generación a otra de SUD como una verdad indiscutible. Esta “verdad” fue declarada desde el púlpito, integrada a los manuales, enseñada en las clases, y, de un modo natural, considerada como doctrina SUD por casi doscientos años entre la mayoría de los miembros de la Iglesia.
Si asumimos que los eventos del Libro de Mormón tuvieron lugar en una geografía limitada, ¿cómo reconciliamos el hecho de que profetas del pasado estuvieran equivocados sobre la locación de esos eventos o el desarrollo de los pueblos precolombinos? (Debemos recordar que algunos miembros – incluyendo algunos líderes de los comienzos – no aceptaron sin cuestionar la interpretación tradicional). Del mismo modo podríamos preguntarnos cómo podían estar equivocados los profetas del Antiguo Testamento sobre la forma de la Tierra.
De algún modo, las tradiciones parecen obedecer la primera Ley de Newton sobre el movimiento, que declara (en una de sus partes) que un objeto en movimiento tiende a mantenerse en movimiento a menos que actúen sobre él fuerzas exteriores. Hasta que nueva información saca de balance nuestra visión tradicional y nos estimula a examinar críticamente esa visión, tendemos a aceptar de modo poco crítico la mayoría de las tradiciones – aunque estén equivocadas. Los profetas, como el resto de los mortales, aceptan tradiciones que pueden ser erróneas simplemente porque no se les ha ocurrido desafiar tales tradiciones.
A veces, al otorgarse nueva luz, nos resistimos. La mayoría de nosotros siente aversión por el cambio; después de todo, somos criaturas de hábitos. “He intentado por varios años”, dijo José Smith, “preparar la mente de los Santos para recibir las cosas de Dios; pero vemos frecuentemente a algunos que, después de haber sufrido todo por la obra de Dios, se romperían en pedazos como cristal si algo viniese que es contrario a sus tradiciones”. En realidad no importa por cuánto tiempo o cuánta gente (profetas incluidos) creyeron en una idea no doctrinal errónea. La doctrina no está determinada por cuánto tiempo algo es creído, o por la popularidad de esa creencia. El autor inglés Gilbert K. Chesterton, observó,
 “Las falacias no cesan de ser falacias porque se pongan de moda”. 
Cuando reconocemos que tanto miembros como no miembros a veces confunden las doctrinas oficiales SUD con tradiciones, procedimientos, políticas, y la presentación de doctrina, muchos argumentos anti mormones perderían cualquier fuerza que pudieran haber tenido.

C. Imposición de nuestro punto de vista sobre otros.

Nuestras percepciones personales del mundo (a las que los alemanes se refieren como Weltanschauungs) están compuestas por muchos factores complejos. Nuestras visiones del mundo
actúan como gafas de color que tiñen el modo en que analizamos nuestro medio ambiente y el medio ambiente de otros. A menudo, no podemos comprender cómo otras sociedades pueden pensar, decir o hacer algunas de las cosas que hacen. Con bastante frecuencia imponemos nuestras interpretaciones, comprensiones, percepciones e ideologías sobre culturas extranjeras o construcciones sociales diferentes. Este fenómeno se halla en todas las culturas y en todos los períodos. No está limitado a los norteamericanos, gente moderna, o mormones. Nuestras suposiciones hacen que interpretemos palabras y eventos de modos que a veces son totalmente opuestos a lo que realmente significaban o a lo que realmente ocurrió. Si bien prácticamente todo el mundo ve los mismos colores, por ejemplo, diferentes personas pueden conceptualizar los colores de modo diverso o dividir el continuum del color en diferentes puntos. Los rusos y los norteamericanos, por ejemplo, colocan la línea divisoria entre el verde y el azul en puntos diferentes. Algunos tonos que llamamos verde, los rusos los llamarían azul. El color del cabello en árabe es categorizado diferente que en inglés. Lo que ellos denominan “rubio” llamaríamos normalmente castaño o cobrizo. En Inglaterra las papas fritas se llaman “chips”, mientras que nuestro “trigo” es “corn” (maíz). El término “corn” en la Biblia del Rey Santiago no se refiere al maíz americano sino a una variedad de granos del Mundo Antiguo – generalmente trigo y cebada. En ocasiones una palabra puede significar algo muy diferentes dependiendo del contexto. Podemos tomar una siesta pero también tomar un atajo. Del mismo modo, el término “gay”, para ejemplificar, significa algo totalmente distinto para los americanos del siglo XXI de lo que significaba para los americanos del siglo XVIII. Si alguien fuese a realizar una traducción a otra lengua, necesitaría entender cómo – o quizás cuándo – el término se utilizaba en inglés para hacer una traducción correcta.
Los estudiosos bíblicos Malina y Rohrbaugh (no mormones), explican que todos los lectores “deben interactuar con los escritos y ‘completarlos’ para que puedan tener sentido”. “Cada documento escrito invita a una inmediata participación del lector. De modo que los escritos proveen lo necesario, pero no pueden proveer todo”. Dado que la lectura tiene fuertes elementos sociales, los lectores que comparten el medio social de un autor tienen mayor posibilidad de llenar los espacios en blanco con imágenes mentales instintivamente correctas rescatadas de su propia experiencia y cultura. Una claridad más razonable es disfrutada al tener un sistema social en común. Cuando dicho sistema entre lector y escritor difiere – la cual es bastante común con textos escritos en diferentes épocas o en diferentes culturas – las imágenes mentales que un lector conjura inconscientemente pueden ser drásticamente diferentes de las imágenes que el autor intenta evocar. Cuando lector y escritor provienen de diferentes sistemas sociales, entonces “como regla, el resultado será la no comprensión – o por lo menos mal entendimiento”. Generalmente, las imágenes mentales de un lector – especialmente si se trata de un lector no informado – serán influenciadas por su propia cultura (un fenómeno conocido como “recontextualización”). Este problema nos ayuda a reconocer la importancia de comprender las culturas diferentes en su propio contexto.
En la Biblia frecuentemente hallamos referencias a “toda la tierra”. Cuando leemos esa frase viviendo en el siglo XXI, pensamos en todo el planeta. Los antiguos, sin embargo – aquellos para quien las escrituras fueron inicialmente escritas – no veían a la tierra como un planeta en el mismo sentido que lo hacemos hoy. Para la gente de la Biblia, toda la tierra se refería generalmente a los territorios poblados que conocían – ese era su mundo. En Éxodo 10:12, leemos que el Señor causó que la “tierra de Egipto” fuese asolada por langostas. Sin embargo en el versículo 15 se lee que las langostas “cubrieron la faz de toda la tierra”. Obviamente “toda la tierra” aún se refiere a Egipto. Del mismo modo en Lucas 2:1, leemos que Cesar Augusto envió un decreto para que “todo el mundo” fuese empadronado. Dudo que Augusto estuviese intentando empadronar a todas las naciones de Europa,
Asia y las Américas. Entender el uso antiguo de “tierra” en la Biblia nos ayuda a entender el uso de los términos “tierra” y “territorio” en el Libro de Mormón – ambos generalmente referidos a áreas localizadas. Saber de estas diferencias es importante cuando nos proponemos la tarea de comprender lo que los autores del Libro de Mormón estaban diciendo en relación a la geografía y la posibilidad de otras habitantes.
Cuando intentamos comprender eventos SUD del siglo XIX, así como eventos del Libro de Mormón, como eventos reales que le ocurrieron a gente real en el contexto en que vivieron e interactuaron con su medio, nos damos cuenta que muchas de las objeciones críticas son menos problemáticas o desaparecen por completo. De hecho, cuando analizamos el Libro de Mormón a través de un lente que asume una antigua cultura de producción mesoamericana, muchos detalles del libro tienen más sentido que si asumimos una cultura de producción moderna.

D. Expectativas poco realistas sobe la Ciencia y los Académicos.

La ciencia y los estudios académicos incluyen disciplinas rigurosas que nos permiten saber más sobre el mundo de hoy así como del mundo del pasado. Como Santos de los Últimos Días, debemos reconocer que la verdad es verdad sin importar su fuente. Como lo dijo José Smith, uno de los grandes principios fundamentales del mormonismo es recibir la verdad, venga de donde venga…Debemos recoger todos los principios buenos y verdaderos en el mundo y atesorarlos, o no seremos verdaderos mormones.
Muchos miembros educados reconocen que los hechos develados por la ciencia, y las teorías formuladas por investigadores e historiadores son generalmente verdaderas y apropiadas, o, al menos, razonablemente plausibles. Sin embargo, hay algunas cosas que la ciencia no puede aún responder. Por ejemplo, a pesar de las declaraciones de los críticos, la Arqueología y la ciencia del ADN están demasiado limitadas para poder dañar la historicidad del Libro de Mormón. No tengo el tiempo para entrar en detalles aquí, pero analizo ambas con mayor profundidad en mi libro. Del mismo modo, la investigación histórica no puede decirnos si Dios creó la Tierra, si Jesús se levantó de la tumba, o si el Padre y el Hijo visitaron a José Smith. Es importante comprender también que no existe tal cosa como un observador total y verdaderamente imparcial.
Los historiadores intentan reconstruir eventos del pasado. Muchos críticos declaran que los mormones son tendenciosos e intentan poner cierto tono en sus narrativas históricas. Los mismos críticos afirman que ya que ellos no son mormones – por tanto no están influenciados. Esto, a su vez, ofrece un motivo para confiar en su versión más que en la versión SUD ya que simplemente dejan que los hechos hablen por sí mismos.
Independientemente de la educación e inteligencia individual, todos tenemos un conocimiento limitado, es decir que, en ocasiones, es fragmentario, deficiente y, al menos en ciertas instancias, distorsionado. Lo que no podemos saber o no entendemos por completo lo completamos con lo que percibimos como comprensión. Nadie puede despojarse totalmente de favoritismos, ideologías o presupuestos.
Estas parcialidades se encuentran generalmente en el corazón mismo de nuestro modo de enfocar un tema, el apoyo para argumentos cruciales que aceptamos, y un factor decisivo en lo que consideramos evidencia confirmatoria. Nuestras percepciones – o cómo entendemos las cosas – siempre se hallan coloreadas por una variedad de factores que incluyen nuestra educación, ambiciones, deseos, historia personal, salud emocional, etc. Si suponemos que prejuicios e ideologías son debilidades limitadas estrictamente a los ignorantes nos llevaremos la sorpresa de que tanto la filosofía de la ciencia como la historia señalan las mismas debilidades aún en las más rigurosas disciplinas. La objetividad pura es un mito. Ningún academicismo está completamente (o sustancialmente) libre de agenda propia, preferencia, ambición y prejuicio.
El fallecido filósofo y científico Thomas Kuhn, enseñó que las comunidades científicas comparten una “constelación de creencias” conocidas como paradigmas. Estos paradigmas – que denotan las parcialidades e ideologías de un grupo – incluyen el compartir un grupo de reglas, leyes y presunciones subyacentes, que unifican a la comunidad científica en derredor de un “modo grupal de ver”. Como explica otro investigador, estas presunciones subyacentes dictan “lo que los estudiosos aceptan como hecho establecido, qué clase de nueva información buscan, la relevancia significativa que asignan a diferentes tipos de datos… y las lentes interpretativos que prefieren usar”.
El Dr. David Hacket Fischer, profesor no mormón de historia en la Universidad Brandeis, señala que “la falacia Baconiana consiste en la idea de que un historiador puede operar sin la ayuda de cuestionamientos preconcebidos, hipótesis, ideas, o presunciones de todo tipo”. “Cada visión de la historia” – escribe el historiador no SUD Steven Best – “funciona como una lente u óptica específica que un teórico emplea para iluminar alguna faceta de la realidad humana. Cada perspectiva es tanto habilitadora, permitiendo un estudio fuertemente enfocado, y limitante, evitando la consideración de otras perspectivas”.
Dan Vogel – un crítico que ha publicado numerosas obras cuestionando la interpretación tradicional de la historia SUD – proclama que una vez que un historiador ha decidido que el relato mormón “no tiene base histórica, entonces las afirmaciones de Smith sobre el ángel y las planchas no pueden ser tomadas seriamente”. En otros lugares reconoce su “inclinación… a interpretar las afirmaciones de lo paranormal… como engaño o fraude”. Para él no puede haber comunicación con Dios; no puede haber auténtica escritura.
Dado que toda experiencia de revelación es descartada desde el comienzo, cualquier explicación que sugiera revelación debe provenir del entorno o de fuentes naturales a pesar de la evidencia en contra. En un foro público Vogel escribió: “Para tomar a José en serio tendría que creer que (El Libro de Mormón) es histórico… pero yo no lo creo. Si no es histórico ¿qué ocurre con José Smith?”
Aquellos, como él, que no creen en un Libro de Mormón histórico o en la existencia de Nefitas, “están obligados a explicar las planchas y los testigos” con una teoría “consistente con esa conclusión, sin importar cuán difícil resulte”. Hace ya una década, Richard Bushman observó sagazmente que “los historiadores creyentes están más inclinados a ser fieles a las fuentes básicas que los no creyentes” y que “los historiadores seculares son más propensos a suprimir las fuentes de información que provienen de allegados a José”. Con la conclusión preestablecida de que el Libro de Mormón no es histórico la pregunta no es “¿Tradujo realmente José un texto antiguo?” Sino “¿Qué factores influyeron en José para que escribiera su obra de ficción?”. Estos ejemplos proveen una excelente ilustración del modo en que los paradigmas conducen la investigación, afectan el modo en que la evidencia es presentada, determinan qué evidencia es presentada y qué anomalías ignoradas y también las conclusiones formuladas. En áreas tales como la historia, encontramos paradigmas enfrentados que reciben su influencia de la ideología del historiador.
Algunos críticos declaran, o sugieren, que, a diferencia de los apologistas mormones (aquellos que defienden las creencias SUD), ellos están libres de prejuicios y dejan que los hechos hablen por sí mismos. Tales críticos aseguran estar “dedicados a seguir la verdad sin importar a dónde conduzca” mientras que los apologistas supuestamente “conocen las conclusiones desde el comienzo” y filtran “los hechos y evidencias que los apoyan”. De todos modos esa afirmación parece absurda, ya que ningún ser humano tiene la habilidad de despojarse totalmente de sus prejuicios.

INOCULACIÓN


Si bien agregar cogniciones puede rescatar a un testimonio dañado, un cambio de paradigma, antes de que surjan los temas conflictivos, a menudo sirve como vacuna contra el síndrome de fe zarandeada. De todos modos, la inoculación también puede producir su propio daño.
Dan Peterson, escribiendo en un foro, ofreció este ejemplo basado en una disertación a la que asistió presentada por el fallecido Stanley Kimball con relación a la complejidad de la historia mormona. Kimball habló de tres niveles de historia mormona. El nivel A, dijo, es la versión de la Escuela Dominical. Todo en el nivel A es obviamente bueno, verdadero y armonioso. El nivel B es la versión anti mormona de la misma historia. En este nivel, todo lo que parecía bueno, verdadero y armonioso se transforma en malvado, falso y caótico. Señaló que la Iglesia normalmente intenta mantener a sus miembros en el nivel A, o, al menos, no siente ninguna obligación institucional de llevarlos a un nivel más profundo. ¿Por qué no? Porque se pierden almas en el nivel B. Y, aunque el nivel C pueda ser más deseable académicamente, no puede llegarse a él sin cierta exposición al nivel B. Si él estuviera en una posición de liderazgo, aseguró, probablemente tomaría la misma decisión. Una vez que miembros de la Iglesia han estado expuestos al nivel B, sin embargo, su única esperanza es alcanzar la versión más rica y compleja de la historia que se halla en el nivel C – el cual, aseguraba él y yo estoy de acuerdo, vuelve a ser esencialmente, aunque más profundamente, como el nivel A. La única cura para mala historiografía es mejor historiografía. El único remedio para malos argumentos anti mormones son mejores contra argumentos…
No todos necesitan el nivel C. Pero algunos sí, ya sea porque el nivel B les produce molestias o porque encuentran el nivel A poco nutritivo de algún modo. Muchos buenos santos vivirán todas sus vidas en el nivel A, y serán salvos. Para alcanzar el nivel C debemos desear ser más maduros en nuestras creencias, actitudes y perspectivas; debemos estar deseosos de abandonar fantasías idealistas, mitos y folklore; deberemos agregar nuevas cogniciones (o creencias) a nuestra visión del mundo, y debemos tener las mentes suficientemente abiertas para sintetizar cogniciones en conflicto. Afortunadamente, para aquellos que están luchando con temas desafiantes, tenemos la ventaja de vivir en una época en que los estudiosos, tanto SUD como no SUD, han hecho una importante contribución a nuestro entendimiento tanto de la historia de las escrituras como de la historia mormona. Vivimos en un período en el que perspectivas adicionales pueden mejorar nuestra preocupación sobre temas desafiantes – los que, a su vez, pueden enternecer nuestros corazones a los susurros del Espíritu permitiéndonos recibir un testimonio espiritual.
El mayor problema con la posibilidad de adicionar cogniciones es que una gran cantidad de miembros ignoran las respuestas apologéticas y de estudiosos SUD. Muchos nunca han oído hablar de FARMS [hoy Maxwell Institute] o FAIR [hoy Fairmormon]. Algunos de la generación pasada han escuchado de Hugh Nibley, pero ¿cuántos han leído realmente sus obras? Cuando ciertos miembros hallan información anti SUD que les suena persuasiva, la aceptan como correcta porque no tienen idea de las respuestas pro SUD y esos nuevos argumentos ganan por defecto. De pronto puede parecer obvio que José Smith era un charlatán y que sus escrituras fueron creaciones de ficción. Existen, sin embargo respuestas coherentes, lógicas y eruditas para las acusaciones antimormonas y cuando los miembros en lucha encuentran evidencia adicional para apoyar sus creencias, los testimonios generalmente permanecen intactos. Espero que nuestros esfuerzos logren un mayor reconocimiento y que más miembros estén al tanto de FAIR, FARMS, la evidencia académica a favor de las habilidades proféticas de José, así como de las respuestas apologéticas a cuestionamientos desafiantes. Como dijera Sir Francis Bacon, ipsa scientia potestas est (el conocimiento es poder). Es nuestro deseo que más miembros puedan fortalecer sus testimonios al abrazar el conocimiento de la investigación y apología SUD.

5 comentarios:

  1. Yo soy mormona desde hace 28 años, en estos momentos no estoy yendo, tengo muchos problemas de salud que muchas veces me impiden ir a la iglesia, pero ante todo, el problema que hay en la iglesia, en la rama de vigo, es que todo a cambiado tanto, que me siento decepcionada,... No de la iglesia, sino de lo que hay dentro de ella, pero mi fe no está zarandeada, conservo mi fe en el Señor, y cumplo con las cosas del señor, pero eso ya ha nacido con migo. yo tenía esos conocimientos ya antes de conocer la iglesia, y no quiero perder nada de ese hermosos sentimientos y esa fe y ese amor que tengo por el Señor y por el prójimo, me da pena que aya tanta contaminación en la iglesia de el Señor, gente que se siente digna de ir al templo,... Que el señor tenga misericordia de esas personas, yo para ver lo que hay... Prefiero no asistir, no quiero ver ciertas cosas, tampoco quiero contaminar me, pero se que es la iglesia de Jesucristo.

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    1. Pues tiene razon, pero ya lo dijo el Apostol Utchdorf en la Conferencia, la iglesia no es una exposicion de coches donde se lucen... sino mas bien, un taller de reparaciones donde vamos a ajustarnos y repararnos.
      Es triste que algunos solo luzcan, pero eso no merma la belleza del evangelio y no debe afectar a nuestros convenios con Cristo, que es nuestro Salvador personal y que solo a El le debemos adoracion, todo lo demas, por triste que sea, es secundario y no debe interferir, puesto que no asistir a la iglesia, nos impide renovar nuestros convenios por la Santa Cena y nos aleja del Señor, asi es que la invito a ser valiente y vencer todas las cosas mediante Cristo... Filipenses 4: 13
      Saludos

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    2. Muy acertado hermano Santiago Lázaro Martinez, nada ni nadie debe privarnos de ese gran momento de poder renovar nuestros convenios semanalmente, al contrarió debemos ayudar si se dejan ayudar y sino , no permitir que eso nos afecte a nosotros
      Lorelay

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  2. Es verdad ..que cuando nos convertimos en titeres..somos vulnerables.a los debates que vienen de fuera..y lo primero que flaquea es nuestra fe!! Debemos afianzarnos en el evangelio para no ser zarandeados!! Buenos consejos y Besossss. Y gracias!!
    Marina

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  3. También estoy de acuerdo con Santiago Lázaro Martinez, son palabras muy acertadas he inspiradas con el discurso del apostol que ha citado.
    Ana

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