Mormones y profesor catolico


Este artículo quiere servir de homenaje al Dr. Webb, recientemente fallecido, que supo apreciar y respetar el mormonismo. 

Es una historia interesante, muchos de mis lectores estarán ahora pensando que solo pongo las buenas criticas de gente ajena al mormonismo, pero no quiero "regalarme los oídos", simplemente, sino que trato de hacer llegar el mensaje de que los cristianos tenemos mas cosas que nos unen de aquellas que nos separan, y que el respeto y la tolerancia deberían ser bandera en nuestra vida, por encima de las diferencias y aprender a vivir en paz y armonía.

Esto no significa que vayamos a unirnos, sino que, conociéndonos mejor, podamos colaborar juntos y aprender unos de otros, para acercarnos mas a Cristo.

En esto el Dr. Webb es un ejemplo, porque aprendió a valorar el mormonismo sin cambiar su fe católica, pero respetando nuestras creencias y valorando aquello que puede mejorarnos a todos.

De alguna manera, es lo que nosotros enseñamos, enseñamos a respetar y valorar todas las creencias y aunque no estemos de acuerdo con el resto de la cristiandad y creamos que hubo una apostasía o separación de las doctrinas originales de Cristo y que por ello era necesaria una Restauración, no queremos criticar ni ofender a ningún hermano cristiano o de cualquier otra religión, puesto que como se enseña en la Iglesia, la verdad es verdad en donde se encuentre, y aunque algunos no la posean al completo, podemos conectar en esas verdades comunes y aprender unos de otros, porque como decía una conocida... `la verdad no se impone, la verdad se descubre´.

Espero que puedan disfrutar de este hermoso articulo y reitero el homenaje póstumo a este gran hombre.

Si quieren conocer algo mas, aqui tienen su biografía.

https://en.wikipedia.org/wiki/Stephen_H._Webb


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El profesor Católico que defendió el cristianismo Mormón hasta su muerte


por  | Mar. 11, el año 2016
Te hace pensar Vida Mormón


Muchos podrían no conocer profesor católico Dr. Stephen H. Webb, pero él hizo mucho para defender las de creencias, valores y escrituras de los Santos de los Ultimos Días. Cuando la mayor parte del mundo se negó a ver a los mormones como cristianos, él los  defendió públicamente , diciendo: 

"Los mormones son más cristianos que muchos cristianos tradicionales que no toman en serio la afirmación asombrosa de que Jesús es el Hijo de Dios." 

Muchos, incluyendo los eruditos mormones, están de luto por la pérdida de este hombre increíble, que falleció el 5 de marzo a los 54 años.


"Ningún  teólogo contemporáneo no SUD, estuvo tan comprometido con la teología mormona con más cuidado y rigor que Stephen H. Webb," 
Blair Hodges, de Neal A. Maxwell Instituto de estudios religiosos de la Universidad Brigham Young  le dijo al Salt Lake Tribune .
Él creyó y demostró que el mormonismo, especialmente el Libro de Mormón, estaba "obsesionado con Cristo."

Cuando realmente leí este libro, sin embargo, yo estaba totalmente sorprendido", escribió. Nadie se destaca, pero él '. Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados "(2 Nefi 25:26)".

Y a pesar de que sus escritos iniciales citados arriba muestran su respeto por las creencias mormonas, que nunca  retuvo ninguna crítica. Sin embargo, poco antes de su fallecimiento, el Dr. Webb compartió en un correo electrónico a LDS Living que sus opiniones habían "cambiado, crecido y profundizado tanto desde entonces." Él continuó diciendo, "Escribí esa pieza cuando estaba en el principio de mi viaje en el Evangelio restaurado, y he aprendido mucho acerca de ello, y a partir de los Santos desde entonces ".
Webb era firme en que los que estudian el mormonismo y asisten a  reuniones mormonas les hacen un mejor cristiano.

Esto inspiró a Webb para escribir un nuevo libro,   Cristianismo mormón: ¿Qué no mormones cristianos pueden aprender de los Santos de los Últimos Días,   y un seguimiento titulado Católica y Mormón: Una conversación teológica.

En un  Q & A con la revista América , Webb dio más ejemplos de cómo el mormonismo le había cambiado y como puede beneficiar a otros cristianos, especialmente a los católicos. Éstos son sólo algunos puntos destacados:
Para mí, el Libro de Mormón es un texto aparentemente milagroso que se ocupa de cuestiones teológicas en una forma narrativa. Al leerlo religiosamente, en lugar de acuerdo con los estándares históricos modernos, sugiere la forma en que resuelve muchos de los problemas que dividían los protestantes en el siglo XIX y señala el camino hacia un cristianismo más rico y más amplio que era entonces disponible. .
¿Qué se puede aprender de los católicos  y mormones?
Mormones y católicos tanto hablar de las obras y la santidad más que los protestantes, y pueden aprender unos de otros en ese aspecto. Por otra parte, los mormones tienen una fuerte creencia en la realidad física de los cielos. Catolicismo solía tener un enfoque más gráfica y detallada al cielo, pero hemos perdido en gran parte de eso, me temo. Tenemos mucho que aprender de la confianza de Mormón en una vida futura de bienes materialmente.
Los mormones también tienen un sentido muy fuerte de la conexión entre los vivos y los muertos. .Los Católicos pueden llegar a apreciar nuestra propia responsabilidad por los muertos en formas de noticias a través de estudiar el mormonismo.
¿Qué se puede aprender de los católicos y mormones?
Los mormones creen que el cristianismo ha perdido su camino después de la muerte de los apóstoles originales, por lo que la mayoría de los mormones no leen mucho la teología tradicional. No me malinterpreten. He encontrado mormones a ser más sofisticados teológicamente y comprometidos que los miembros de cualquier otra iglesia que conozco. Son increíblemente notables para leer y escribir sobre sus propias creencias y, ya que son una religión minoritaria, son muy articulado en mostrar la pertinencia y coherencia de esas creencias.
Los mormones son teológicamente curiosos y audaz intelectualmente en su fe. Pero mormones a menudo no saben cómo sus creencias encajan en el resto de la tradición cristiana. Trato de mostrar en mi trabajo que el mormonismo no es una forma aislada e inaccesible del cristianismo. Las creencias mormonas tienen muchos paralelismos interesantes y precedentes en otras partes de la historia cristiana y la tradición. .
Como usted lo entiende, ¿cuál es el mensaje esencial del mormonismo?
Su mensaje central no es diferente de cualquier otra iglesia. Cada mormón He hablado con todos y he leido el Libro Mormón. El promueve el Señorío de Jesucristo como el Hijo de Dios y nuestro único y verdadero Salvador. .
Si le pudiera decir una cosa al Papa Francisco acerca de los mormones, ¿cuál sería?
Ha llegado el momento para que los católicos toman en serio a los mormones. Un buen tema para empezar, sería una reconsideración de la decisión por el entonces cardenal Joseph Ratzinger para negar la validez de los bautismos por los Santos de los Últimos Días. Un buen lugar para comenzar sería Roma, y ​​un buen momento sería cuando los mormones abrir su nuevo Templo allí!
Así que ahí lo tienen: el consejo, los hallazgos y las increíbles puntos de vista de un hombre que se inició con vistas hostiles de la Iglesia, pero aprendió gradualmente a respetar y amar a su teología y miembros mediante la apertura de su mente y de hecho la lectura y la investigación del libro de Mormón.

Estamos agradecidos por el Dr. Webb buen corazón, investigaciones y esfuerzos para difundir mensajes positivos acerca del mormonismo en todo el mundo.

Mormones, Plan de Salvacion 2. La clave



Continuando con la autocrítica y aprovechando que en estas fechas recordamos el Sacrificio Expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, quiero hablar sobre un tema recurrente sobre la Iglesia de Jesucristo.

Muchos opinan que no somos cristianos, porque creemos en El de una forma diferente a la inmensa mayoría de las denominaciones cristianas, pero ello no es cierto, lo cierto es que somos tanto o más cristianos que cualquier otra denominación, excepto algunos conceptos como la Trinidad, absurda y falsa doctrina como ya he comentado en anteriores entradas, que hacen dudar al que no nos conoce, de nuestra condición de cristianos.

Como muestra, solo uno de los cientos de versículos del Libro de Mormón que nos invitan a venir y a seguir a Cristo.




2 Nefi 25

 26 hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados.



Ahora bien, la autocrítica viene porque a veces, realmente nos olvidamos un poco de El y lo citamos poco, aunque es el centro de nuestra fe, quizás a causa de tantas nuevas revelaciones y tantos principios olvidados en las edades oscuras de la Apostasía general y completa del sencillo Evangelio de Cristo, que ha sido restaurado en estos últimos días por profetas modernos, quizás, digo, tendemos a olvidar quien es el centro de nuestra fe y la única referencia de Salvación, ya que únicamente por su Gracia podemos ser salvos, lo que no impide, como también he explicado en otras entradas, que tengamos que ejercer la fe y la obediencia a los mandamientos para poder obtener dicha gracia.

Así lo expresó el profeta José en la cita que acompaño.


“Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso. Pero en relación con esos principios creemos en el don del Espíritu Santo, en el poder de la fe, en disfrutar de los dones espirituales de acuerdo con la voluntad de Dios, en la restauración de la casa de Israel y en el triunfo final de la verdad”5.

Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia.  José Smith, paginas 51-52




Así es que, recordemos más a nuestro Salvador y confiemos más en El y centremos mas nuestra vida en El y sus enseñanzas, que en cualquier otra cosa, dejando atrás las falsas enseñanzas y el fariseísmo y sigamos "adelante, con firmeza en Cristo".

Para ello les acompaño este hermoso articulo que me hizo pensar mucho en este tema y que dada su sencillez y claridad, quiero compartir con todos.








El plan de salvación - ¿Qué falta?


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PS grande
Los círculos icónicos del mormonismo. Ya sabes lo que representan en el momento en que los ves en una pizarra en cualquier parte del mundo. Es probable que haya dibujado esos círculos usted mismo más veces de las que puede contar. Para aquellos de ustedes que no saben, este diagrama es una representación visual del plan de Dios para sus hijos.
Se conoce por varios nombres diferentes, muchos de los cuales son directamente de las Escrituras:
• El plan de salvación
• El gran plan de felicidad
• Plan de Redención
• El gran plan del Dios Eterno
• El Plan de Justicia
(En aras de la familiaridad, vamos a ir con el plan de salvación para este post.)
Hace algunos años, me encontré escuchando una lección más en el plan de salvación. Habíamos ido metódicamente a través del esfuerzo colectivo de etiquetar a cada uno de los círculos, y discutir lo que ellos representan cada uno. Procedimiento de Operación Estándar para una lección sobre el Pan de la salvación.
Como estábamos terminando, me di cuenta de que algo le faltaba a la discusión. Metí ese pensamiento en algún rincón de mi cerebro y no hice nada con el.
Un avance rápido de unos años: me encontré todavía preparando otra lección del plan de salvación para una escuela dominical. He encontrado aún otro diagrama en blanco que podía pasar hacia fuera, por lo que todo lo que podía llenarlo juntos. Bla bla bla. Entonces recordé que me había dado cuenta previamente de que algo le faltaba a la última lección que había oído sobre el tema - algo importante.
Pensé que debería encontrar un diagrama mejor, así que hice una búsqueda de imágenes en Google de "plan de salvación." Había cientos, y eran predominantemente mormones. Yo estaba buscando una cosa específica:
Fue aquí?
PS 5
Nop. ¿Qué hay de aquí en esta versión fresca a mano?
PS 1
Nop. ¿Éste?
PS 6
El mismo problema. ¿Qué hay de aquí en la que me encontré en LDS.org?
PS 4
No, no existe tampoco.
Usted consigue el punto. Algo faltaba en todos estos diagramas. Era la misma cosa que faltaba en muchas de las lecciones que he escuchado en el plan de salvación - y probablemente algunos me han enseñado.
¿Lo que faltaba?
Jesucristo.
Es verdad. Jesús no aparece en ninguno de estos diagramas. He asistido a clases enteras sobre el tema sin haber escuchado acerca de Jesús y su papel en el plan de Dios. Claro, perforamos en la sección 76 y vemos que podía terminar donde, y que uno de mis amigos tiene más probabilidades de terminar en la oscuridad exterior, etc, pero a veces tenemos tan obsesionado con los círculos y las flechas y los "cómo" y por qué ", que nunca se habla de  " Quién ".
¿Importa esto? ¿O estamos hablando de dos temas diferentes? No lo creo. ¿Puedo sugerir que cualquier discusión sobre el "plan de salvación" debe ser re-visitó como "Jesús y el plan de salvación."
Con esto en mente, fui de nuevo al diagrama icónico y empecé a estudiar. Cavé en mis escrituras y encontré una referencia que mostró cómo Cristo estuvo involucrado en cada paso del plan . (Pensé  incluir las referencias para usted, pero entonces que iba a pasar la oportunidad de una familia encantadora tuviera una  experiencia personal / Estudio de las Escrituras.)
• Jesucristo dio un paso adelante en la vida pre-mortal y se ofreció para ser el Salvador.
• Jesucristo creó el mundo
• Jesucristo vino a este mundo - al igual que nosotros - para obtener un cuerpo y ser probado.
• Jesucristo murió.
• Jesucristo visitó el mundo de los espíritus, donde abrió la puerta entre el Paraíso y la prisión.
• Jesucristo fue resucitado
• Jesucristo será nuestro juez final.
... Seguro que hay más, mucho más, pero esa lista corta es suficiente para empezar.
La idea de que podemos pasar una hora discutiendo el plan de salvación sin hablar de Jesús es alucinante - sin embargo, sucede todo el tiempo. Estoy seguro de que en algún momento de mi vida, incluyendo mi misión, que fue capturado un montón en los círculos y flechas sin tener que ponerlos en el contexto adecuado. Ya no.
La verdad es que, sin un Salvador, existe ES ningún plan de salvación.
Si Jesús hubiese fallado en cualquiera de los pasos en el plan, todo el plan se habría derrumbado, y la obra de Dios "para llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" habría sido frustrada.
Sin la vida de Cristo, la muerte, la expiación y resurrección, no habría ningún plan.
Si bien es perfectamente correcta para enseñar acerca del plan de salvación, que suena más correcto decirlo de esta manera:
Jesús y el plan de salvación.
Debido a esta simple verdad:
Jesús ES el plan de salvación.
Por lo tanto, si alguna vez entregar un pedazo de papel en blanco a una clase, y pedirles que hagan un dibujo del plan de salvación, recordar que esta es una respuesta perfecta.
Jesús por Jordan Ohare
(Este bosquejo hecho por uno de los hombres jóvenes de mi clase de escuela dominical llamado Jordan O'Hare. Chico con un talento salvaje.)  Http://www.jordanohareart.com

Mormones y Fariseos

Ayer en la clase de seminario nos tocó dar el principio del libro de Isaías y me llamaron la atención estos versículos

Isaías 1

11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de grasa de animales engordados; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas ni de machos cabríos.

13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo soportar; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.
 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las aborrece mi alma; me son una cargacansado estoy de soportarlas.
 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo, cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
 16 Lavaos, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo.
 17 Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, socorred al oprimido; haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.


Es cierto que, por mucho que leas las Escrituras, siempre se aprende algo nuevo, y estos versículos me hicieron recordar este artículo que les acompaño, que nos da buenos consejos para no caer en el fariseismo, sobre todo, como Dios está harto y cansado de la adoración falsa, es decir, que no por cumplir con la letra de la ley estamos justificados ante Dios, sino por nuestra humildad y servicio desinteresado.

Espero que los que son miembros de la Iglesia puedan aprender a autoexaminarse, a fin de evitar todas las características de los fariseos y los que no son miembros, se den cuenta de que sabemos ser autocriticos y podemos y debemos valorarnos e intentar mejorar cada día, recordando para ello la parábola del Fariseo y el Publicando, buscando el equilibrio en todas las cosas y recordando que es por la Gracia Expiatoria de Cristo y por medio de la fe y la obediencia, que podemos obtener la exaltación y la vida eterna.

Lucas 18

Y a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
 10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro, publicano.
 11 El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
 13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, ten compasión de mí, pecador.
 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.

4 señales de que estas actuando como un Fariseo y como evitarlo.


Si hay un grupo de personas que al Salvador no le gustaba, serían probablemente los fariseos. Sin embargo, al Salvador no le disgustaba nadie, se podría decir. Bueno, echamos un vistazo al Nuevo Testamento. Cristo llama a los fariseos hipócritas, serpientes y víboras, y en un momento incluso dice que están “llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27). En cada punto del ministerio terrenal del Salvador, siempre parecía haber un fariseo molestando o injuriando, tratando de hacerlo caer o hacerlo parecer un tonto. No es de extrañar que frustraran tanto a Jesús?
El Diccionario de la Biblia señala que los fariseos se separaron de sus hermanos y hermanas judíos y “se enorgullecían de su estricta observancia de la ley, y en el cuidado con el que evitaban el contacto con las cosas gentiles.” Lo que se destaca para mí cuando leí sobre los fariseos es la siguiente sección: “la tendencia de su enseñanza era para reducir la religión a la observancia de una multiplicidad de reglas ceremoniales, y fomentar la autosuficiencia y el orgullo espiritual. Ellos eran un obstáculo importante para la recepción de Cristo y el evangelio por parte del pueblo judío “(Diccionario de la Biblia, p. 750, fariseos). Esa es una afirmación bastante fuerte, esto nos ayuda a entender por qué los fariseos realmente molestaban al Salvador.

1. Su manera de excluir a otros
Si los fariseos fueran mormones, podrían ser un grupo cercano de amigos del barrio con renuencia a extender su amistad a los que  sintieran como diferentes. Evitarían a los miembros que ellos sintieran que no estaban viviendo el Evangelio como deberían, mantendrían a sus hijos lejos de las familias con hijos descarriados y tal vez ignorarían a los nuevos miembros que luchan por encajar. Ellos se mantendrían alejados de los no miembros en su totalidad. Un fariseo Mormón trataría a su grupo de amigos o incluso a su barrio como un club exclusivo.

 ¿Cómo podemos evitar esto?
Podemos recordar el mandato del Salvador de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Podemos extender un brazo de bienvenida a alguien que es nuevo en nuestro barrio, o tal vez a alguien que ha estado asistiendo al barrio ya varias veces, y tal vez sienta que no encaja. Además de ir a la iglesia para adorar y socializar, podemos ir y mirar hacia afuera, a las personas que necesitan servicios o amabilidad en sus vidas. Podemos sonreír y saludar a cada persona que conocemos y asegurarnos de que se sientan amados. También podemos aumentar nuestros esfuerzos para llegar a hacer nuevos amigos sobre todos  aquellos en nuestras comunidades que no son de nuestra fe.

2. Ellos critican a los Profetas
Históricamente, los fariseos eran conocidos por perseguir y cuestionar a los profetas, sobre todo cuando esos profetas les llamaban la atención por vivir su religión de forma incorrecta. Prueba de ello es cuando rechazan el ejemplo de Juan el Bautista, “no siendo bautizados por [Cristo]” y, en el mismo capítulo, la pregunta del Salvador, diciendo: “Este, si fuera profeta, conocería. .. (Lucas 07:30, 39) “, etc. Un fariseo de hoy en dia, probablemente hace lo mismo. Si los fariseos fueran mormones, ellos rechazarían los mensajes de los profetas que no se alineen con sus creencias o estilos de vida personales. Ellos practican la obediencia selectiva en sus vidas, obedeciendo la mayoría de los mandamientos, pero tal vez no el más importante. Al enterarse de los mandamientos en los que están fallando es difícil para ellos reconocerlos, y entonces pueden hasta burlarse o criticar a los profetas por decir cosas que no les gustan.

¿Cómo podemos evitar esto?
En primer lugar, podemos escuchar a nuestros profetas para aprender, no para criticar. Podemos orar por humildad para seguir y entender a los siervos del Señor, y podemos orar por el conocimiento de que lo que dicen es verdad. Si hay un mandamiento o dos que no estamos obedeciendo, puede ser difícil para nosotros cuando se nos diga que debemos mejorar en esas áreas. En lugar de arremeter o ponernos a la defensiva, haciendo caso omiso de las recomendaciones, podemos tomar tiempo para un auto-análisis y encontrar formas en la que podamos trabajar en el fortalecimiento de nuestra obediencia a los mandamientos. También podemos tomar en serio la Conferencia General, viviendo y haciendo la buena palabra, en lugar de simplemente oírla.

3.Darían a las tradiciones la misma autoridad que la doctrina
Para muchos de nosotros, hay todo tipo de tradiciones relacionadas con nuestros barrios, por ejemplo,  y muchas de ellas son familiares, incluyendo los tipos de ropa culturalmente aceptables en  la iglesia, el día de la semana que la mutual se lleva a cabo, o incluso los tipos de alimentos que traemos a las actividades . Si los fariseos vivíeran hoy, les resultaría extremadamente difícil diferenciar entre estas tradiciones y la doctrina. Un fariseo, más que dedicar su vida a las tradiciones, condenarían a todo aquel que no siguiera esas mismas tradiciones, y los tratarían como si estuvieran viviendo contrario a los principios del Evangelio. Podrían, por ejemplo, optar por guardar el día de reposo y quedarse en casa todo el día, y condenarían a aquellos que toman paseos familiares los domingos. Ellos descaradamente confunden lo que es la doctrina de Jesucristo es con lo que no es (Marcos 7: 8-13).

¿Cómo podemos evitar esto?
Podemos escudriñar las Escrituras, no sólo leerlas. Podemos aprender acerca de Jesucristo y su doctrina y actuar como él lo haría, al darnos cuenta de que Cristo está, probablemente, menos preocupado si un grupo la mujeres jóvenes va al cine una noche en vez de hacer pulseras en una mutual y en realidad esta más preocupado por su progreso personal y arrepentimiento. También podemos respetar mutuamente orígenes y preferencias diferentes, reconociendo que el hecho de que vivamos el evangelio de una manera determinada, no significa que todo el mundo tiene que hacerlo de la misma manera. Podríamos tratar de revolver la brecha cultural de nuestros barrios, la planificación de nuevas actividades, permitiendo nuevos pensamientos / ideas, y en general la capacidad de ser más abiertos a la individualidad en lugar de simplemente hacer algo, ya que siempre se ha hecho evitaríamos considerar nuestras tradiciones como las únicas permitidas en la iglesia.

4. Serían muy buenos en la adoración exterior, pero les costaría en sobre manera entender la expiación.
Una cosa en la que probablemente podríamos dar a los fariseos algo de crédito es es que eran adeptos  de la ley de Moises. Si hoy vivieran, los fariseos pagarían su diezmo diligentemente. Asistirían a toda reunión, y serían estrictos al observar la Palabra de Sabiduría. Sin embargo, están un paso atrás al   no conocer el poder global y la inclusión de la expiación de Jesucristo y su centralidad completa en el evangelio (Mateo 23:23). Ellos definen el evangelio por sus leyes, pero se olvidan completamente de Jesucristo y de su misericordia.
Si los fariseos fuesen mormones, ellos señalarían con los dedos. Habrían arrojado piedras verbales y emocionales a los miembros de sus barrios que han pecado, hablarían chismes a sus espaldas mientras que ignorarían sus propios defectos. Al igual que los fariseos que presentaron a la mujer sorprendida en adulterio al Salvador, subrayarían que la ley obliga a sancionar, en lugar de extender la misericordia o perdón. Un fariseo Mormón no permitiría que la expiación surja efecto en las vidas de los demás, sino que tratarían a los demás como si no fuesen lo suficientemente buenos para la expiación.

¿Cómo podemos evitar esto?
Cuando tengamos la tentación de juzgar o condenar a los que cometen errores , podemos tomarnos un momento para considerar los errores que hemos cometido en nuestras propias vidas. Podemos recordar que todos somos pecadores, y que nuestro Salvador pago por nuestros errores  . Podemos extender amor cuando nos sentimos tentados a extender juicio. Al igual que nuestro Salvador, podemos ser misericordiosos y bondadosos, y no espiritualmente orgullosos e implacables como los fariseos de antaño.
También podemos hacer un mayor esfuerzo por comprender la Expiación y hacer que actúe en nuestras vidas. La expiación no es una pequeña parte del evangelio. Es todo el evangelio. Si optamos por no entender o apreciar como nuestro Señor lo hacia, estaríamos perdiendo el propósito de nuestra existencia y deshonraríamos su sacrificio. Nuestro Salvador es la razón de todo.
Jesucristo es el mayor ejemplo del tipo de miembro de nuestro barrio que podemos llegar a ser. Cuando Él nos suplica en las escrituras de no ser como los fariseos, Él lo hace porque sabe lo perjudicial que nuestras acciones podrían ser tanto a la Iglesia como  a nosotros mismos. Asegurémonos de que nuestras acciones sean más consistentes con nuestro Salvador. Sólo entonces podremos realmente cambiar en esta vida.

Fuente: LDSLiving.com


Y un poquito de humor...

Mormones, las mujeres y el Sacerdocio

En esta ocasión quiero seguir hablando y valorando el papel de mujer en todos los aspectos de nuestra vida, y en particular, en su posición y valor en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.



Ya he publicado varios artículos valorando el papel de la mujer para el Señor y para su Iglesia restaurada, y en esta ocasión, quiero relacionarlo con un tema que ha resultado polémico y candente en los últimos meses.

El tema es si las mujeres pueden o no ser ordenadas a un oficio del Sacerdocio como los hombres.

Esto ha causado muchas controversias, y, si bien, podemos opinar y pensar al respecto, lo mejor es recurrir a la revelación divina para saber la respuesta correcta.

Hombres y mujeres somos valiosos y fundamentales para el Plan de Dios de que sus hijos formen familias eternas, según el modelo celestial, pero a la vez, hombres y mujeres son diferentes en muchos aspectos, por lo que no podemos pretender ser iguales en todo, lo que tampoco significa que seamos superiores ninguno de los géneros, por lo que el tema del Sacerdocio ha creado muchas controversias al respecto.

Les dejo con un ensayo al respecto publicado por la Iglesia, que creo aclara bastante bien este tema y que puede traernos luz y paz a nuestros corazones.

Nota.- Las negrillas e itálicas son mías.





Enseñanzas de José Smith sobre el sacerdocio, el templo y las mujeres


Las mujeres y los hombres disfrutan de muchas oportunidades de servicio en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tanto dentro de las congregaciones locales como a nivel de toda la Iglesia. Entre otras cosas, las mujeres Santos de los Últimos Días dan discursos en las reuniones dominicales y en la conferencia general de la Iglesia; sirven misiones de proselitismo de tiempo completo; llevan a cabo y ofician ceremonias sagradas en los templos de la Iglesia y dirigen organizaciones que ministran a las familias, a otras mujeres, a las jovencitas y a los niños. Ellas participan en los consejos del sacerdocio tanto a nivel local como general. Mujeres profesionales enseñan la historia y teología de los Santos de los Últimos Días en universidades de la Iglesia y en los programas educativos de la Iglesia para los jóvenes; sin embargo, debido a que solamente los hombres son ordenados a oficios del sacerdocio, han surgido preguntas acerca del papel de la mujer en la Iglesia. Este ensayo proporciona contexto histórico relevante para estas importantes preguntas y explica las enseñanzas de José Smith acerca de las mujeres y la autoridad del sacerdocio.
La restauración de la autoridad del sacerdocio por medio del profeta José Smith es una doctrina fundamental de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En los inicios de su ministerio, José Smith recibió la autoridad del sacerdocio por conducto de mensajeros celestiales; con esa autoridad, organizó la Iglesia, confirió el sacerdocio a otros hombres y los ordenó a los oficios de ese sacerdocio1. Por medio de esta misma autoridad, José Smith organizó la Sociedad de Socorro como parte estructural de la Iglesia, lo cual definió y autorizó formalmente un aspecto fundamental del ministerio de las mujeres. Todo esto se hizo para preparar a los santos para participar en las ordenanzas del templo, las cuales se instituyeron poco después de la fundación de la Sociedad de Socorro. En el momento de su muerte, la visión reveladora impartida a José Smith se hallaba firmemente establecida: mujeres y hombres podían recibir y administrar ordenanzas sagradas del sacerdocio en los santos templos, las cuales los ayudarían a prepararse para entrar en la presencia de Dios algún día.

Lo que entendían los primeros Santos de los Últimos días sobre el sacerdocio


La restauración de la autoridad del sacerdocio vino en una época de gran agitación religiosa en los Estados Unidos. Esta agitación fue motivada en parte por las dudas acerca de la autoridad divina: quién la tenía, cómo se obtenía y si era necesaria2. A principios del siglo XIX, la mayoría de los cristianos creían que la autoridad para actuar en nombre de Dios había permanecido en la tierra desde la época del ministerio terrenal de Jesús. José Smith enseñó que el sacerdocio de Cristo se había perdido después de la muerte de los antiguos apóstoles y había sido restaurado nuevamente mediante la ministración de ángeles. Aun así, muchos Santos de los Últimos Días al principio entendían el concepto del sacerdocio, en gran medida, tal como era común en aquella época. En los Estados Unidos de la década de 1830, la palabra sacerdocio se definía como “el oficio o el carácter de un sacerdote” y “el orden de los hombres que han sido apartados para oficios sagrados”, lo que relacionaba el sacerdocio con un oficio religioso y con los hombres que lo poseían3. De un modo similar, los primeros Santos de los Últimos Días consideraban el sacerdocio en general como una ordenación a un oficio eclesiástico con autoridad para predicar y llevar a cabo ritos religiosos4. Al igual que en la mayoría de las denominaciones cristianas de la época, solamente los hombres Santos de los Últimos Días tenían oficios del sacerdocio, servían misiones de proselitismo formal y realizaban ordenanzas como el bautismo y la bendición del sacramento de la Santa Cena del Señor.
A diferencia de los líderes de muchas otras iglesias, los Santos de los Últimos Días por lo general ordenaban al sacerdocio a hombres comunes y corrientes, según se indicaba por revelación. Con el tiempo, se estableció una amplia estructura de oficios y cuórums del sacerdocio. Desde el principio, esta estructura fue gobernada por revelación bajo la dirección de los líderes del sacerdocio que poseían “llaves”5. Las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, dadas por medio de mensajeros divinos a José Smith y más tarde transmitidas a otros, confirieron el “derecho de presidir”, el derecho “para administrar las cosas espirituales” y el “derecho de oficiar en todos los oficios de la Iglesia”6.
La comprensión de los Santos de los Últimos Días de la naturaleza del sacerdocio y de las llaves aumentaba como resultado de las revelaciones que recibía José Smith. Una revelación de 1832 enseñó que el sacerdocio mayor, o de Melquisedec, poseía “la llave del conocimiento de Dios” y que en las ordenanzas del sacerdocio, “se manifiesta el poder de la divinidad”. A José Smith se le encomendó, al igual que a Moisés, “santificar a los de su pueblo a fin de que vieran la faz de Dios”7. En 1836, mensajeros angelicales confirieron a José Smith las llaves del sacerdocio que permitirían que los miembros de la Iglesia recibieran las ordenanzas del templo8. En una revelación de 1841, el Señor le mandó a los santos que construyeran un templo en Nauvoo, Illinois, en donde Él revelaría a Su pueblo “todas las cosas concernientes a esta casa, y a su sacerdocio”9. Las ordenanzas culminantes del sacerdocio habrían de realizarse en el templo y ayudarían a preparar a los hombres y a las mujeres para entrar en la presencia de Dios.
Las mujeres Santos de los Últimos Días de los primeros años de la Iglesia, al igual que las mujeres de otras partes, participaron activamente en su nueva comunidad religiosa. Ellas ratificaron decisiones votando en conferencias10; amueblaron el templo con su trabajo manual; junto con los hombres adoraron en reuniones y coros; compartieron el Evangelio con sus familiares y vecinos; llevaron a cabo reuniones en sus hogares e hicieron uso de dones espirituales, en privado y en público11. La revelación de esos primeros tiempos daba autorización a las mujeres para “explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia”12; sin embargo, al igual que la mayoría de los demás cristianos de esa época, los Santos de los Últimos Días reservaron para los hombres la predicación en público y el liderazgo en los primeros años de la Iglesia13.

José Smith y la Sociedad de Socorro de Nauvoo


Subsiguientes revelaciones recibidas en Nauvoo proporcionaron a las mujeres nuevas oportunidades de participar en la Iglesia y ampliaron la comprensión de los Santos de los Últimos Días en cuanto a la relación eterna entre los hombres y las mujeres. La organización de la Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo, el 17 de marzo de 1842, constituyó un paso significativo en este proceso14. Deseando proporcionar ayuda caritativa a los hombres que trabajaban en la construcción del templo, un grupo de mujeres mormonas planeó fundar una sociedad benéfica, como reflejo de una práctica popular de aquella época15. Cuando presentaron su plan a José Smith, este se sintió inspirado para ir más allá de lo que habían logrado otras sociedades benéficas. Como más tarde recordó Sarah Granger Kimball, miembro fundadora de la Sociedad de Socorro, el Profeta les dijo que tenía “algo mejor” para ellas y dijo que él iba a organizar a las mujeres “en el orden del sacerdocio según el modelo de la Iglesia”16.
Las mujeres llamaron a su nueva organización “Sociedad de Socorro”. No era como otras sociedades de mujeres de la época ya que fue establecida por un profeta que actuó con la autoridad del sacerdocio para darles a ellas autoridad, responsabilidades sagradas y cargos oficiales dentro de la estructura de la Iglesia, no al margen de ella. Las mujeres se organizaron, como observó el apóstol John Taylor en la reunión inaugural, “de acuerdo con las leyes del Cielo”17.
José Smith encargó a las mujeres “socorrer al pobre” y “salvar almas”18. Declaró que la designación de su esposa Emma Hale Smith como presidenta de la Sociedad de Socorro cumplía una revelación que se le dio a ella doce años antes, en la cual era llamada una “dama elegida”19. También declaró a la sociedad: “Y ahora, doy la vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios y esta Sociedad se ha de regocijar y recibirá un torrente de conocimiento e inteligencia a partir de este momento”20.
Sarah Kingsley Cleveland, consejera de Emma Smith, expresó el sentimiento de que las mujeres habían recibido autorización divina cuando dijo: “Tenemos por objeto actuar en el nombre del Señor”21. Emma Smith exhortó a cada miembro de la sociedad a estar “deseosa de hacer el bien”, declarando que juntas harían “algo extraordinario” y previó “oportunidades extraordinarias y llamamientos apremiantes”.22
Dos de los aspectos de las enseñanzas de José Smith a las mujeres de la Sociedad de Socorro pueden resultar desconocidos para los miembros de la Iglesia hoy en día. El primero es el uso de un lenguaje que está relacionado con el sacerdocio. Al organizar la Sociedad de Socorro, José habló de “ordenar” mujeres y dijo que las oficiales de la Sociedad de Socorro “presidieran esta Sociedad”23. También declaró: “Ahora doy vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios”24.
Estas declaraciones indican que José Smith delegó la autoridad del sacerdocio a las mujeres en la Sociedad de Socorro25. Se pueden entender más plenamente las palabras de José en su contexto histórico. Durante el siglo XIX, los Santos de los Últimos Días usaron el término llaves para referirse, en diferentes ocasiones, a autoridad, conocimiento y ordenanzas del templo26. Asimismo, los mormones usaron algunas veces el término ordenar en un sentido amplio, a menudo indistintamente con apartar y no siempre haciendo referencia a un oficio del sacerdocio27. A este respecto, los actos de José demostraron el significado de sus palabras: ni José Smith ni ningún otro actuando en su nombre, ni ninguno de sus sucesores confirieron el sacerdocio de Aarón ni el de Melquisedec a las mujeres ni ordenaron a las mujeres a oficio alguno del sacerdocio.
En años posteriores, palabras como ordenación y llaves fueron definidas con mayor precisión, como cuando el presidente John Taylor, que actuó por asignación de José Smith para “ordenar y apartar” a Emma Smith y a sus consejeras, explicó en 1880 que “la ordenación que se hizo entonces no significó conferir el sacerdocio sobre aquellas hermanas”28. Las mujeres sí recibieron autoridad para presidir su organización de mujeres y para nombrar oficiales cuando se necesitasen para dirigir la organización según la manera del sacerdocio, incluso el ser guiadas por una presidenta con consejeras29. En la época de la declaración del presidente Taylor, también se pusieron en marcha organizaciones dirigidas por mujeres para las mujeres jóvenes y los niños. Dichas organizaciones también tenían presidencias, que actuaban con la autoridad delegada del sacerdocio.
El segundo aspecto de las enseñanzas de José Smith a la Sociedad de Socorro que puede resultar desconocido hoy en día es la aprobación de la participación de las mujeres para dar bendiciones de salud. “Respecto a la imposición de manos femenina”, como se recoge en las actas de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, José dijo que “no es pecado para nadie que lo haga si tiene fe”, y aconsejó: “Si las hermanas tienen fe para sanar al enfermo, que todos se callen y permitamos que todo continúe”30. Algunas mujeres habían realizado tales bendiciones desde los primeros tiempos de la Iglesia. En aquella época, los Santos de los Últimos Días entendieron el don de sanar principalmente como enseña el Nuevo Testamento, que era uno de los dones del espíritu disponible para los creyentes por medio de la fe. José Smith enseñó que el don de sanar era una señal que seguiría a “todo aquel que cree, sea hombre o mujer”31.
Durante el siglo XIX, las mujeres bendijeron a los enfermos por medio de la oración de fe y muchas mujeres recibieron bendiciones del sacerdocio con la promesa de que tendrían el don de sanar32. “He visto muchas demostraciones del poder y la bendición de Dios por medio de las bendiciones de salud de las hermanas”, testificó Elizabeth Ann Smith Whitney, quien según su propio relato, fue bendecida por José Smith para ejercer ese don33. En referencia a estas bendiciones de salud, la presidenta general de la Sociedad de Socorro Eliza R. Snow explicó en 1883: “Las mujeres pueden bendecir en el nombre de JESÚS pero no en virtud del sacerdocio”34.
La participación de las mujeres en las bendiciones de salud fue disminuyendo gradualmente a principios del siglo XX, cuando los líderes de la Iglesia enseñaron que era preferible a seguir la directiva que se encuentra en el Nuevo Testamento de “llamar a los élderes”35. En 1926, el Presidente de la Iglesia, Heber J. Grant, afirmó que la Primera Presidencia “no alienta que se llame a las hermanas para bendecir a los enfermos, siendo que las Escrituras nos dicen que se ha de llamar a los élderes, que poseen el sacerdocio de Dios y tienen el poder y la autoridad para bendecir a los enfermos en el nombre de Jesucristo”36. El manual de instrucciones vigente indica que “solamente los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden bendecir a los enfermos o afligidos”37.

El sacerdocio y el templo.


José Smith dijo que sus instrucciones a la Sociedad de Socorro tenían la intención de preparar a la mujer para “poseer los privilegios, las bendiciones y los dones del sacerdocio”. Eso se lograría por medio de las ordenanzas del templo38. Esas nuevas ordenanzas enseñaron la naturaleza de Dios, el propósito de la vida, el significado de la vida eterna y la naturaleza de la relación del género humano con la divinidad. Ellas colocaron a los hombres y las mujeres en una relación de convenio con Dios.
Las enseñanzas de José Smith acerca de las ordenanzas del templo proporcionan un mayor contexto para las enseñanzas relacionadas con el sacerdocio que dio a la Sociedad de Socorro. José habló de establecer un “reino de sacerdotes”39. Había usado términos similares un poco antes cuando habló de la relación de todos los santos con el templo40. Dicho “reino de sacerdotes” iba a estar compuesto por hombres y mujeres que habían hecho convenios en el templo.
En los últimos dos años de su vida, José Smith presentó las ordenanzas y los convenios del templo a un grupo principal de hombres y mujeres. En mayo de 1842, él ofició las primeras investiduras del templo, ceremonia en la que los participantes hacían convenios sagrados y recibían instrucción con respecto al plan de salvación de Dios41. José Smith comenzó sellando (o casando por la eternidad) a esposos y esposas, y después proporcionó a las mujeres la ordenanza de la investidura a finales de septiembre de 1843. Enseñó a los hombres y las mujeres que al recibir las ordenanzas del templo, que culminan con la ordenanza del sellamiento, entraban en un “orden del sacerdocio”42. En el momento de su muerte, había dado estas ordenanzas a varias docenas de hombres y mujeres, quienes se reunían con frecuencia para orar y participar en las ceremonias del templo mientras esperaban la finalización del Templo de Nauvoo en diciembre de 1845.
Las ordenanzas del templo eran ordenanzas del sacerdocio, pero estas no conferían oficios eclesiásticos ni a los hombres ni a las mujeres; dichas ordenanzas cumplían la promesa del Señor de que Su pueblo —hombres y mujeres— serían “investidos con poder de lo alto”43. Ese poder del sacerdocio se manifestaba en la vida de las personas de muchas maneras y estaba disponible para los miembros adultos, independientemente de su estado civil. La investidura abría canales de revelación personal para mujeres y hombres. Confería una mayor medida de “fe y conocimiento” y la “ayuda del Espíritu del Señor”, poder que fortaleció a los santos para las dificultades posteriores a las que iban a enfrentarse mientras viajaban 2.100 kilómetros a través de desiertos inhóspitos y se establecían en el Valle de Lago Salado44. Ello preparó a los Santos de los Últimos Días así investidos a seguir adelante “armados con tu poder [de Dios]” para “llevar nuevas sumamente grandes y gloriosas… hasta los extremos de la tierra”45. De hecho, por medio de las ordenanzas del templo, el poder de la divinidad se manifestó en sus vidas46.
Durante el período de Nauvoo, los Santos de los Últimos Días llegaron a entender que todas las personas son hijos de padres celestiales y que llegar a ser como ellos es el destino supremo de los hombres y las mujeres fieles47. Una revelación adicional acerca de la naturaleza y el propósito del matrimonio acompañaba a estas enseñanzas. José Smith enseñó a sus compañeros que el matrimonio efectuado y solemnizado, o “sellado”, por la debida autoridad en los templos, duraría por todas las eternidades48.
Estas revelaciones y ordenanzas dieron una nueva comprensión de la relación de interdependencia que existe entre hombres y mujeres. Tal como lo expresó el obispo Newel K. Whitney poco después de recibir su investidura: “Sin la mujer, no se pueden restaurar todas las cosas en la tierra. Se necesitan tanto hombres como mujeres para restaurar el sacerdocio”49. Mary Isabella Horne, miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, expresó más tarde su gozo de ser “colaboradoras con nuestros hermanos en la edificación del Reino de Dios”. “En todas las ordenanzas que se reciben en la Casa del Señor, tanto por los vivos como por los muertos”, dijo, “la mujer está al lado del hombre, mostrando que el varón no es sin la mujer ni la mujer es sin el varón en el Señor”50.
El poder del sacerdocio que se confirió en el Templo de Nauvoo, y por extensión, en los templos de hoy en día, se prolonga más allá de esta vida, pues las ordenanzas del templo hacen posible la exaltación de los hijos de Dios51. Las ordenanzas del templo, enseñó José Smith, crearían un “eslabón conexivo” entre los miembros de la familia humana, una familia a la vez, extendiéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo52.
Cuando un hombre y una mujer se sellan en el templo, entran juntos, por convenio, en un orden del sacerdocio53. Si son fieles a sus convenios, reciben “honra, inmortalidad y vida eterna”, “exaltación y gloria en todas las cosas” y “una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás”54. Algunos no tienen la oportunidad de casarse en esta vida y muchos experimentan relaciones familiares que han sido dañadas. Debido a que Dios es justo, cada hijo e hija de Dios tendrá la oportunidad, bien en esta vida o en la siguiente, de aceptar el Evangelio y de recibir todas las bendiciones prometidas (incluido el matrimonio eterno), dependiendo de su fidelidad55.


La mujer y el sacerdocio en la actualidad


En algunos aspectos, la relación que existe entre las mujeres Santos de los Últimos Días y el sacerdocio ha permanecido notablemente constante desde la época de José Smith. Tal como sucedía en los primeros días de la Iglesia, los hombres son ordenados a los oficios del sacerdocio, mientras que se invita, tanto a mujeres como a hombres, a experimentar el poder y las bendiciones del sacerdocio en sus vidas56. Hombres y mujeres siguen oficiando en las ordenanzas sagradas de los templos tal como lo hicieron en la época de José Smith. José Smith enseñó que los hombres y las mujeres pueden alcanzar el grado más alto de gloria celestial solamente si entran juntos en el orden del sacerdocio mediante la ordenanza del sellamiento en el templo. Ese conocimiento continúa con los Santos de los Últimos Días en la actualidad.
La autoridad del sacerdocio que ejercen las mujeres Santos de los Últimos Días en el templo y en otros lugares, en gran medida sigue siendo desconocida para las personas que no son miembros de la Iglesia y, a veces, sus miembros la malinterpretan o la pasan por alto. Con frecuencia, los Santos de los Últimos Días y otras personas equiparan erróneamente el sacerdocio con el oficio religioso y con los hombres que lo poseen, lo cual ensombrece el concepto más amplio de los Santos de los Últimos Días sobre el sacerdocio.
Desde los tiempos de José Smith, los profetas de la Iglesia, ejerciendo las llaves del sacerdocio, han adaptado estructuras y programas en un mundo en el que las oportunidades educativas, políticas y económicas se han ampliado para muchas mujeres57. Hoy en día, las mujeres Santos de los Últimos Días dirigen tres organizaciones dentro de la Iglesia: la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria. Predican y oran en congregaciones, ocupan numerosos puestos de liderazgo y de servicio, participan en consejos del sacerdocio a nivel local y general y sirven en misiones formales de proselitismo por todo el mundo. De esta y otras maneras, las mujeres ejercen la autoridad del sacerdocio aun cuando no hayan sido ordenadas a ningún oficio del sacerdocio58. Para prestar un servicio y desempeñar un liderazgo semejantes en muchas otras tradiciones religiosas, se requeriría la ordenación.
El sacerdocio bendice la vida de los hijos de Dios de innumerables maneras. El sacerdocio define, concede poder, ennoblece y crea orden. En los llamamientos eclesiásticos, las ordenanzas del templo, las relaciones familiares y en el discreto ministerio individual, las mujeres y los hombres Santos de los Últimos Días actúan con el poder y la autoridad del sacerdocio. Esta interdependencia de los hombres y las mujeres al llevar a cabo la obra de Dios por medio de Su poder es fundamental en el evangelio restaurado de Jesucristo por medio del Profeta José Smith.


 

Fuentes

  1. Doctrina y Convenios 13; 27:12; José Smith—Historia 1:72.
  2. Nathan O. Hatch, The Democratization of American Christianity, New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1989, págs. 170–178.
  3. An American Dictionary of the English Language, editado por Noah Webster, Nueva York: S. Converse, 1828, s.v. “sacerdocio”.
  4. Entendimiento de los oficios del sacerdocio y su terminología, desarrollado a lo largo del tiempo, incluidas las divisiones del Sacerdocio Aarónico y de Melquisedec. Véase de William G. Hartley, My Fellow Servants: Essays on the History of the Priesthood, Provo, Utah: BYU Studies, 2010, pág. 12.
  5. Doctrina y Convenios 27:12; 42:69; 90:1–3. En la actualidad, se definen las llaves del sacerdocio como “la autoridad que Dios ha dado a los líderes del sacerdocio para dirigir, controlar y gobernar el uso de Su sacerdocio en la tierra”. Las revelaciones a José Smith hablaban acerca de que recibiría las “llaves de vuestro ministerio”, las “llaves de la Iglesia” y las “llaves del reino”. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 2.1.1.
  6. Doctrina y Convenios 107:8–9.
  7. Doctrina y Convenios 84:19–20, 23, 33–40.
  8. Doctrina y Convenios 110:11–16.
  9. Doctrina y Convenios 124:40–42.
  10. Este proceso era conocido como “común acuerdo”. Véase Doctrina y Convenios 26:2.
  11. Para ver un resumen de los dones espirituales y la participación en la Iglesia de las primeras mujeres Santos de los Últimos Días, véase de Jill Mulvay Derr y otras autoras, Women of Covenant: The Story of Relief Society, Salt Lake City: Deseret Book, 1992, págs. 10–17.
  12. Doctrina y Convenios 25:7. El versículo 16 de esta revelación declara que “ésta es mi voz a todos”. Véase también de Janiece L. Johnson, “‘Give Up All and Follow Your Lord’: Testimony and Exhortation in Early Mormon Women’s Letters, 1831–1839”, BYU Studies tomo XLI, núm. 1, 2002, págs. 77–107.
  13. Véase de Ann Braude, Women and American Religion, Nueva York: Oxford University Press, 2000, págs. 11–57; y de Sue Morgan y Jacqueline deVries, editoras, Women, Gender and Religious Cultures in Britain, 1800–1940, Londres: Routledge, 2010. Por lo general, las mujeres cuáqueras, las bautistas de libre voluntad y las metodistas del norte y metodistas africanas disfrutaron de más libertad que las mujeres de las iglesias predominantes. Véase de Rebecca Larson, Daughters of Light, Quaker Preaching and Prophesying in the Colonies and Abroad, 1700–1775, Nueva York: Knopf, 1999; y de Catherine A. Brekus, Strangers and Pilgrims: Female Preaching in America, 1740–1845, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1998.
  14. Derr y otros autores, Women of Covenant, págs. 23–40; véase también Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, A People of Promise, Salt Lake City: Deseret Book, 2002, págs. 222–226.
  15. Anne M. Boylan, “Women in Groups: An Analysis of Women’s Benevolent Organizations in New York and Boston, 1747–1840”, Journal of American History 71, 1984, págs. 497–523.
  16. Sarah M. Kimball, “Early Relief Society Reminiscence”, 17 de marzo de 1882, en Registros de la Sociedad de Socorro, 1880–1892, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. En otro relato, Kimball escribió la declaración de José Smith como “bajo la dirección del sacerdocio y de acuerdo con el modelo de este”. No existe documentación de la época que corrobore que José Smith se expresara en estos términos; sin embargo, Sarah Kimball y otras líderes, que eran miembros de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, expresaron reiteradamente esta idea como lo que habían entendido de lo que José Smith les enseñó. Es más, en 1843, Reynolds Cahoon, miembro del comité del templo, le dijo a las mujeres de la Sociedad de Socorro de Nauvoo que se habían estado organizando “según el orden de Dios que está conectado con el sacerdocio”. El principio expresado en esas declaraciones es la idea de que José Smith consideró a la Sociedad de Socorro como una parte necesaria en la estructura de la Iglesia y su liderazgo siguió el modelo de una presidencia de tres miembros que ya se había establecido para los cuórums del sacerdocio. Sarah M. Kimball, “Auto-Biography”, Woman’s Exponent tomo XII, núm. 7, 1 de septiembre de 1883, pág. 51; Nauvoo Relief Society Minutes, 13 de agosto de 1843, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, disponible en josephsmithpapers.org.
  17. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. Según Eliza R. Snow, José Smith también enseñó que las mujeres se habían organizado oficialmente en dispensaciones anteriores. Véase de Eliza R. Snow, “Female Relief Society”, Deseret News, 22 de abril de 1868, pág. 1; e Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, págs. 1–7.
  18. Nauvoo Relief Society Minutes, 9 de junio de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  19. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 25:3.
  20. Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  21. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  22. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  23. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  24. Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  25. Dallin H. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2014, págs. 50–51.
  26. Para ver ejemplos de un uso amplio del término llaves, véase Doctrina y Convenios 6:28; 27:5–6, 9, 12–13; 28:7; 81:2; y 124:34, 91–92, 97; véase también Jason H. Lindquist, “‘Unlocking the Door of the Gospel’: The Concept of ‘Key’ in Mormonism”, Archive of Restoration Culture: Summer Fellows’ Papers, 1997–1999, Provo, Utah: Instituto Joseph Fielding Smith para la historia de los Santos de los Últimos Días, 2000, págs. 29–41.
  27. Por ejemplo, William W. Phelps fue “ordenado” para ayudar con las actividades de impresión de la Iglesia, y Newel K. Whitney fue “ordenado” para actuar como agente de la Iglesia en asuntos de negocios. El uso del término “apartar” para indicar la bendición que se da junto con el llamamiento para una asignación específica se desarrolló a finales del siglo XIX. Doctrina y Convenios 55:4; 63:45; véase también Doctrina y Convenios 104:61.
  28. “R.S. Reports”, Woman’s Exponent tomo IX, núm. 7, 1 de septiembre de 1880, pág. 55. Las líderes de la Sociedad de Socorro presentes en esa ocasión, que también habían estado presentes en las primeras reuniones de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, coincidieron con la aclaración del Presidente Taylor. Taylor continuó diciendo que “las hermanas poseen una porción del sacerdocio vinculado al de sus maridos”, haciendo referencia al conocimiento, como se indica más adelante, de que las parejas que reciben la ordenanza del sellamiento en el templo entraban juntos en el orden del sacerdocio.
  29. Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  30. Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  31. Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Marcos 16:17–18.
  32. Algunas bendiciones patriarcales, por ejemplo, hacían esas promesas. Judith Higbee informó de que el patriarca que la bendijo le prometió que “ella sanaría a miles”. Sixteenth Ward, Riverside Stake, Sixteenth Ward Relief Society Minutes and Records, 1868–1968, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, 9 de marzo de 1880. La participación de las mujeres en los ritos de sanación se analiza ampliamente en Derr y otros autores, Women of Covenant, págs. 44–45, 67–68, 114, 220–221, 429–430. Un estudio más completo y reciente es el de Jonathan A. Stapley y Kristine Wright, “Female Ritual Healing in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 1, invierno de 2011, págs. 1–85.
  33. Whitney recuerda: “Fui ordenada y apartada por José Smith el Profeta para bendecir a los enfermos y consolar a los afligidos. Varias hermanas más también fueron ordenadas y apartadas para administrar esas ordenanzas sagradas”. Elizabeth Ann Whitney, “A Leaf from an Autobiography”, Woman’s Exponent tomo VII, núm. 12, 15 de noviembre de 1878, pág. 91.
  34. Morgan Utah Stake Relief Society Minutes and Records, 1878–1973, Biblioteca de Historia de la Iglesia, tomo I, 28 de abril de 1883, pág. 88, cursiva en el original; véase también “To All Authorities of the Priesthood–Instruction for the Relief Society”, Primera Presidencia, Salt Lake City, para todos los líderes y Santos de los Últimos Días, 6 de octubre de 1880, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. El presidente Wilford Woodruff habló en términos parecidos en una carta de instrucciones para la secretaria general de la Sociedad de Socorro. Dijo que las mujeres bendecían a los enfermos “no como miembros del sacerdocio, sino como miembros de la iglesia”. Wilford Woodruff a Emmeline B. Wells, 27 de abril de 1888, First Presidency Letterpress Copybooks, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, tomo XVIII, págs. 733–736.
  35. Santiago 5:14.
  36. Heber J. Grant a Zina Young Card, 26 de marzo de 1926, colección familiar de Zina Card Brown, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. Véase también Anthony W. Ivins y Charles W. Nibley a Joseph McMurrin, 14 de diciembre de 1927, correspondencia del presidente de misión de California, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. Para mayor información, véase de Stapley y Wright, “Female Ritual Healing in Mormonism”, págs. 64–85.
  37. Manual 2: Administración de la Iglesia, sección 20.6.1.
  38. José Smith, Diario, 28 de abril de 1842, se corrigió la ortografía, disponible en josephsmithpapers.org; Nauvoo Relief Society Minutes, 31 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. En la reunión de la Sociedad de Socorro del 28 de abril de 1842, José Smith dijo que “la Iglesia no está organizada por completo según el orden preciso, ni podrá estarlo, sino hasta que se termine el templo”. (Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org).
  39. Nauvoo Relief Society Minutes, 31 de marzo de 1842, se corrigió la ortografía y la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Éxodo 19:6; y Apocalipsis 1:6.
  40. José Smith, Diario, 6 de enero de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
  41. José Smith, Diario, 4 de mayo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. La investidura se administró primeramente a nueve hombres. Véase Alma P. Burton, “Endowment”, en Encyclopedia of Mormonism, editado por Daniel H. Ludlow, 5 tomos. Nueva York: Macmillan, 1992, tomo II, págs. 454–456.
  42. Doctrina y Convenios 131:1–4.
  43. Doctrina y Convenios 38:32.
  44. Sarah P. Rich, Autobiography, 1885, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, pág. 66; véase también Guinevere Thomas Woolstenhulme, “‘I Have Seen Many Miracles’: Sarah De Armon Pea Rich,1814–1893”, en Women of Faith in the Latter Days, págs. 271–85.
  45. Doctrina y Convenios 109:22–23.
  46. Véase Doctrina y Convenios 84:20.
  47. Véase “Madre Celestial”; y “Llegar a ser como Dios”.
  48. Parley P. Pratt, The Autobiography of Parley Parker Pratt, One of the Twelve Apostles of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints, editado por Parley P. Pratt, hijo, Nueva York, Russell Brothers, 1874, pág. 329. La revelación sobre el matrimonio eterno (Doctrina y Convenios 132) incluía también instrucciones sobre el matrimonio plural. Véase “El matrimonio plural en Kirtland y en Nauvoo”.
  49. Nauvoo Relief Society Minutes, 27 de mayo de 1842, se corrigió la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org.
  50. “To the Presidents and Members of the Relief Society of Salt Lake Stake of Zion, Greeting!”, Woman’s Exponent tomo VI, núm. 16, 15 de enero de 1878, pág. 123; véase también 1 Corintios 11:11.
  51. Doctrina y Convenios 131:1–4.
  52. Véase de Lynn A. McKinlay, “Patriarchal Order of the Priesthood”, en Encyclopedia of Mormonism, tomo III, pág. 1067; véase también Jonathan A. Stapley, “Adoptive Sealing Ritual in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 3, verano de 2011, págs. 56–67.
  53. Doctrina y Convenios 131:1–2.
  54. Doctrina y Convenios 124:55; 132:19–20; véase también “Llegar a ser como Dios”.
  55. 1 Nefi 17:35. El presidente Lorenzo Snow enseñó: “Ningún Santo de los Últimos Días que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las oportunidades de hacerlas. En otras palabras, si un joven o una joven no tiene la oportunidad de casarse y lleva una vida fiel hasta la hora de su muerte, tendrá todas las bendiciones, la exaltación y la gloria que tendrá cualquier hombre o mujer que tenga esa oportunidad y la aproveche. Eso es seguro y verdadero…” Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Lorenzo Snow, 2013, pág. 136.
  56. “El Señor ha indicado que únicamente se ordenarán hombres a los oficios en el sacerdocio”, ha declarado el élder Dallin H. Oaks. Las autoridades que presiden “no están autorizados para alterar [este] modelo divinamente diseñado”. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
  57. Como el Presidente Dieter F. Uchtdorf ha enseñado, “la Restauración es un proceso en pleno desarrollo”. Dieter F. Uchtdorf, “¿Están durmiendo durante la Restauración?”, Liahona, mayo de 2014, pág. 59.
  58. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
La Iglesia reconoce la contribución de eruditos en el contenido histórico que se presenta en este artículo; su trabajo se utiliza con permiso.

 
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