
Una de las cosas que mas pena me da, es la falsa piedad que algunos grupos esgrimen como prueba de su veracidad, utilizando algunos principios del Evangelio como estandarte o bandera de sus creencias, frente a todos los demás, sacando de contexto o exagerando algun principio, para ¨destacar¨, de alguna manera, sobre los demás y presumir de ser los mejores y mas exactos seguidores de Cristo.
Uno de esos temas, es la relación de los cristianos con el ejército, los gobiernos y la seguridad de los pueblos y las naciones.
Antes de nada, quiero dejar claro que los Santos de los Últimos Días somos un pueblo de paz y que buscamos la paz por encima de todo, habiendo dejado evidentes y claras pruebas de ello en nuestra temprana historia, donde fuimos perseguidos, expulsados y maltratados en múltiples ocasiones, sin devolver, como Iglesia, las ofensas y daños recibidos, siguiendo el propio consejo de Nuestro Señor Jesucristo, registrado en una revelación de El mismo al profeta José, tal como leemos a continuación.
Doctrina y Convenios 98
16 Por tanto, renunciad a la guerra y proclamad la paz, y procurad diligentemente hacer volver el corazón de los hijos a sus padres, y el corazón de los padres a los hijos;
Uno de los muchos textos que los grupos antibelicistas radicales utilizan para justificar la neutralidad absoluta se encuentra en el libro de Isaías, pero fijense en el contexto del mismo.
Isaias 2
1LO que vió Isaías, hijo de Amoz, tocante á Judá y a Jerusalem.
2Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová por cabeza de los montes, y será ensalzado sobre los collados, y correrán á él todas las gentes.
3Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, á la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová.
4Y juzgará entre las gentes, y reprenderá á muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada gente contra gente, ni se ensayarán más para la guerra.
5Venid, oh casa de Jacob, y caminemos á la luz de Jehová.
Podemos ver por el contexto, que se está refiriendo no a nuestra vida actual, sino al periodo posterior de la Segunda Venida de Cristo, el Milenio, en el que Cristo reinará personalmente sobre la Tierra y en la cual se terminará la muerte, la guerra y el pecado, por lo que, aunque sea nuestro objetivo y bandera vivir en paz, esto solo se conseguirá después de la destruccion de la maldad, y no, por desgracia, en nuestra vida actual.
Por lo tanto podríamos preguntarnos... ¿puede un militar ser cristiano?
Veamos ahora que no encontramos ningún texto en la Biblia que prohiba expresamente a ningún cristiano ejercer la profesión de soldado o de policía o cualquier otro oficio que requiera el uso legal de la violencia para proteger a la sociedad, todo lo contrario, los textos que encontramos no condenan en absoluto ello.
Por ejemplo, en las enseñanzas del precursor del Maestro, el profeta Juan el Bautista, de quien el mismo Jesús dijo que no había habido otro profeta mayor que él, podemos ver qué consejo le da a unos soldados que buscaban seguir sus enseñanzas.
Lucas 3
14 Y le preguntaron también unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie ni calumniéis, y contentaos con vuestro salario.
Claro y preciso, que su comportamiento sea bondadoso y no abusivo con su cargo y responsable con la autoridad que poseen, nunca les dice que su oficio sea satánico ni que deben abandonarlo.
De hecho, en la vida de Cristo, se cruzaron algunos militares profesionales y veamos el trato y los elogios que les dió el Señor.
Mateo 8
5 Y cuando entró Jesús en Capernaúm, vino a él un centurión, rogándole
6 y diciendo: Señor, mi criado yace en casa, paralítico, gravemente atormentado.
7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
8 Y respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi criado será sanado.
9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
10 Y cuando Jesús lo oyó, se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
Vemos que a su solicitud, sin preguntar, ni cuestionar, ni amonestar en nada por su condición de Centurión, accede para ir a su casa y sanar a su siervo, y luego, ante la actitud humilde y la comprensión clara del principio de autoridad espiritual que demuestra, Cristo alaba su fe y lo pone de ejemplo ante sus paisanos y profetiza que muchos vendrán de fuera y creerán en él.
Después de Cristo, aún vemos nuevos ejemplos con los primeros Apóstoles, en concreto Pedro va a visitar a Cornelio y comprobemos como el narrador, Lucas, lo alaba por su piedad y buenas obras, y como Pedro acude a enseñarle el Evangelio, siguiendo la revelación recibida de Dios y como él y los suyos, aceptan el Evangelio y se convierten en los primeros gentiles cristianos.
Tampoco vemos, ningún reproche o amonestación sobre su condición de militar.
Hechos 10
10:1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,
10:2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
10:3 Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio.
10:4 El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
10:5 Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.
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10:44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
10:45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
10:46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
10:47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
10:48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.
Incluso las Escritura nos enseñan de cómo los soldados protegen y preservan a un Apóstol de Cristo de la violencia, ejerciendo su oficio.
Hechos 23
10 Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados, y le arrebatasen de en medio de ellos y le llevasen a la fortaleza.
¿Cómo piensa usted, amable lector, que la interpretación radical de la absoluta antiviolencia es correcta después de analizar todas estas evidencias Bíblicas?
Además las enseñanzas de los Apóstoles utilizan la milicia para comparar su oficio con las buenas virtudes de un cristiano.... ¿sería correcto hacerlo de ser este un oficio satánico?
2 Timoteo 3
3 Tú, pues, soporta las aflicciones como fiel soldado de Jesucristo
4 Ninguno que milita se enreda en los asuntos de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó para ser soldado.
Por todo lo dicho, y sin querer extenderme mucho más, el radicalismo antibelicista no es cristiano y el uso apropiado de la fuerza es necesario para defender los pueblos y las naciones, a fin de preservar los derechos de todos los hijos de Dios a ejercer su libertad, tanto fisica como espiritual, y poder controlar y proteger a los inocentes de los malvados, los iluminados, los terroristas y todo aquel que desea ejercer la violencia para el mal o para imponer sus criterios.
Finalmente, reitero que los Santos de los Últimos somos pacíficos y buscamos la hermandad entre la humanidad, pero hasta que llegue ese día en que la maldad desaparezca, es necesario disponer de fuerzas de seguridad policial y de ejércitos que puedan preservar la libertad y la justicia.
Y como ejemplo práctico de cómo llevar a cabo todo ello, tomamos una ilustración del Libro de Mormón, en la cual se explica como los nefitas ejercían su derecho a la legítima defensa frente a los lamanitas, siguiendo los consejos de Dios.
Alma 43
46 Y estaban haciendo lo que sentían que era su deber para con su Dios; porque el Señor les había dicho, y también a sus padres: Si no sois culpables de la primera ofensa, ni de la segunda, no os dejaréis matar por mano de vuestros enemigos.

Y de regalo, algo muy interesante que la Iglesia de Jesucristo ha enseñado a los militares que tienen la penosa labor de intervenir en un conflicto bélico, sobre el uso de la fuerza, cita realizada en lo peor de la terrible Segunda Guerra Mundial.
“Los miembros deben ser obedientes a su gobierno soberano y rendirle fiel servicio cuando reciban el llamado a hacerlo [lo cual incluye el servicio militar]. Mas la Iglesia en sí, como tal, no es responsable de estas políticas, por lo cual no tiene los medios de hacer nada más que instar plenamente a sus miembros a ofrecer lealtad a su país y a las instituciones libres, según lo exija el más noble patriotismo.
“…Todo ciudadano o súbdito tiene una obligación para con el Estado, la cual se expresa en el Artículo de Fe que declara:
“‘Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley’…
“Por ser obedientes a estos principios, los miembros de la Iglesia siempre han sentido la obligación de acudir a la defensa de su país cuando se les ha llamado a las armas…
“Por lo tanto, la Iglesia se opone y debe oponerse a la guerra… No puede contemplar la guerra como un medio recto para solucionar las disputas internacionales, las cuales deberían, y podrían, solucionarse —si las naciones estuviesen de acuerdo— mediante negociaciones y ajustes pacíficos.
“Los miembros de la Iglesia son ciudadanos o súbditos de gobiernos soberanos sobre los cuales la Iglesia no tiene ningún control…
“…Por lo tanto, cuando la ley constitucional, obediente a estos principios, llama a los varones de la Iglesia al servicio militar de cualquier país al que deban obediencia, su más alto deber cívico requiere que honren ese llamado. Si, atendiendo a ese llamado y obedeciendo a quienes tienen mando sobre ellos, quitan la vida a aquellos contra los que luchan, eso no los convierte en asesinos” (Heber J. Grant, J. Reuben Clark, hijo, y David O. McKay, en Conference Report, abril de 1942, págs. 92–94; también se cita en Boyd K. Packer, Conference Report, abril de 1968, págs. 34–35).
