Las
mujeres y los hombres disfrutan de muchas oportunidades de servicio en
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tanto dentro
de las congregaciones locales como a nivel de toda la Iglesia. Entre
otras cosas,
las mujeres Santos de los Últimos Días dan discursos en las
reuniones dominicales y en la conferencia general de la Iglesia; sirven
misiones de proselitismo de tiempo completo; llevan a cabo y ofician
ceremonias sagradas en los templos de la Iglesia y dirigen
organizaciones que ministran a las familias, a otras mujeres, a las
jovencitas y a los niños. Ellas participan en los consejos del
sacerdocio tanto a nivel local como general. Mujeres profesionales
enseñan la historia y teología de los Santos de los Últimos Días en
universidades de la Iglesia y en los programas educativos de la Iglesia
para los jóvenes;
sin embargo, debido a que solamente los hombres son
ordenados a oficios del sacerdocio, han surgido preguntas acerca del
papel de la mujer en la Iglesia. Este ensayo proporciona contexto
histórico relevante para estas importantes preguntas y explica las
enseñanzas de José Smith acerca de las mujeres y la autoridad del
sacerdocio.
La
restauración de la autoridad del sacerdocio por medio del profeta José
Smith es una doctrina fundamental de La Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días. En los inicios de su ministerio, José Smith
recibió la autoridad del sacerdocio por conducto de mensajeros
celestiales; con esa autoridad, organizó la Iglesia, confirió el
sacerdocio a otros hombres y los ordenó a los oficios de ese sacerdocio
1.
Por medio de esta misma autoridad, José Smith organizó la Sociedad de
Socorro como parte estructural de la Iglesia, lo cual definió y autorizó
formalmente un aspecto fundamental del ministerio de las mujeres. Todo
esto se hizo para preparar a los santos para participar en las
ordenanzas del templo, las cuales se instituyeron poco después de la
fundación de la Sociedad de Socorro. En el momento de su muerte, la
visión reveladora impartida a José Smith se hallaba firmemente
establecida:
mujeres y hombres podían recibir y administrar ordenanzas
sagradas del sacerdocio en los santos templos, las cuales los ayudarían a
prepararse para entrar en la presencia de Dios algún día.
Lo que entendían los primeros Santos de los Últimos días sobre el sacerdocio
La
restauración de la autoridad del sacerdocio vino en una época de gran
agitación religiosa en los Estados Unidos. Esta agitación fue motivada
en parte por las dudas acerca de la autoridad divina: quién la tenía,
cómo se obtenía y si era necesaria
2.
A principios del siglo XIX, la mayoría de los cristianos creían que la
autoridad para actuar en nombre de Dios había permanecido en la tierra
desde la época del ministerio terrenal de Jesús.
José Smith enseñó que
el sacerdocio de Cristo se había perdido después de la muerte de los
antiguos apóstoles y había sido restaurado nuevamente mediante la
ministración de ángeles. Aun así, muchos Santos de los Últimos Días al
principio entendían el concepto del sacerdocio, en gran medida, tal como
era común en aquella época. En los Estados Unidos de la década de 1830,
la palabra
sacerdocio se definía como “el oficio o el carácter
de un sacerdote” y “el orden de los hombres que han sido apartados para
oficios sagrados”, lo que relacionaba el sacerdocio con un oficio
religioso y con los hombres que lo poseían
3.
De un modo similar, los primeros Santos de los Últimos Días
consideraban el sacerdocio en general como una ordenación a un oficio
eclesiástico con autoridad para predicar y llevar a cabo ritos
religiosos
4.
Al igual que en la mayoría de las denominaciones cristianas de la
época, solamente los hombres Santos de los Últimos Días tenían oficios
del sacerdocio, servían misiones de proselitismo formal y realizaban
ordenanzas como el bautismo y la bendición del sacramento de la Santa
Cena del Señor.
A
diferencia de los líderes de muchas otras iglesias, los Santos de los
Últimos Días por lo general ordenaban al sacerdocio a hombres comunes y
corrientes, según se indicaba por revelación. Con el tiempo, se
estableció una amplia estructura de oficios y cuórums del sacerdocio.
Desde el principio, esta estructura fue gobernada por revelación bajo la
dirección de los líderes del sacerdocio que poseían “llaves”
5.
Las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, dadas por medio de mensajeros
divinos a José Smith y más tarde transmitidas a otros, confirieron el
“derecho de presidir”, el derecho “para administrar las cosas
espirituales” y el “derecho de oficiar en todos los oficios de la
Iglesia”
6.
La
comprensión de los Santos de los Últimos Días de la naturaleza del
sacerdocio y de las llaves aumentaba como resultado de las revelaciones
que recibía José Smith. Una revelación de 1832 enseñó que el sacerdocio
mayor, o de Melquisedec, poseía “la llave del conocimiento de Dios” y
que en las ordenanzas del sacerdocio, “se manifiesta el poder de la
divinidad”. A José Smith se le encomendó, al igual que a Moisés,
“santificar a los de su pueblo a fin de que vieran la faz de Dios”
7.
En 1836, mensajeros angelicales confirieron a José Smith las llaves del
sacerdocio que permitirían que los miembros de la Iglesia recibieran
las ordenanzas del templo
8.
En una revelación de 1841, el Señor le mandó a los santos que
construyeran un templo en Nauvoo, Illinois, en donde Él revelaría a Su
pueblo “todas las cosas concernientes a esta casa, y a su sacerdocio”
9.
Las ordenanzas culminantes del sacerdocio habrían de realizarse en el
templo y ayudarían a preparar a los hombres y a las mujeres para entrar
en la presencia de Dios.
Las
mujeres Santos de los Últimos Días de los primeros años de la Iglesia,
al igual que las mujeres de otras partes, participaron activamente en su
nueva comunidad religiosa. Ellas ratificaron decisiones votando en
conferencias
10;
amueblaron el templo con su trabajo manual; junto con los hombres
adoraron en reuniones y coros; compartieron el Evangelio con sus
familiares y vecinos; llevaron a cabo reuniones en sus hogares e
hicieron uso de dones espirituales, en privado y en público
11.
La revelación de esos primeros tiempos daba autorización a las mujeres
para “explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia”
12;
sin embargo, al igual que la mayoría de los demás cristianos de esa
época, los Santos de los Últimos Días reservaron para los hombres la
predicación en público y el liderazgo en los primeros años de la Iglesia
13.
José Smith y la Sociedad de Socorro de Nauvoo
Subsiguientes
revelaciones recibidas en Nauvoo proporcionaron a las mujeres nuevas
oportunidades de participar en la Iglesia y ampliaron la comprensión de
los Santos de los Últimos Días en cuanto a la relación eterna entre los
hombres y las mujeres. La organización de la Sociedad de Socorro
Femenina de Nauvoo, el 17 de marzo de 1842, constituyó un paso
significativo en este proceso
14.
Deseando proporcionar ayuda caritativa a los hombres que trabajaban en
la construcción del templo, un grupo de mujeres mormonas planeó fundar
una sociedad benéfica, como reflejo de una práctica popular de aquella
época
15.
Cuando presentaron su plan a José Smith, este se sintió inspirado para
ir más allá de lo que habían logrado otras sociedades benéficas. Como
más tarde recordó Sarah Granger Kimball, miembro fundadora de la
Sociedad de Socorro,
el Profeta les dijo que tenía “algo mejor” para
ellas y dijo que él iba a organizar a las mujeres “en el orden del
sacerdocio según el modelo de la Iglesia”16.
Las
mujeres llamaron a su nueva organización “Sociedad de Socorro”. No era
como otras sociedades de mujeres de la época ya que fue establecida por
un profeta que actuó con la autoridad del sacerdocio para darles a ellas
autoridad, responsabilidades sagradas y cargos oficiales dentro de la
estructura de la Iglesia, no al margen de ella. Las mujeres se
organizaron, como observó el apóstol John Taylor en la reunión
inaugural, “de acuerdo con las leyes del Cielo”
17.
José Smith encargó a las mujeres “socorrer al pobre” y “salvar almas”
18.
Declaró que la designación de su esposa Emma Hale Smith como presidenta
de la Sociedad de Socorro cumplía una revelación que se le dio a ella
doce años antes, en la cual era llamada una “dama elegida”
19.
También declaró a la sociedad: “Y ahora, doy la vuelta a la llave para
ustedes en el nombre de Dios y esta Sociedad se ha de regocijar y
recibirá un torrente de conocimiento e inteligencia a partir de este
momento”
20.
Sarah
Kingsley Cleveland, consejera de Emma Smith, expresó el sentimiento de
que las mujeres habían recibido autorización divina cuando dijo:
“Tenemos por objeto actuar en el nombre del Señor”
21. Emma Smith exhortó a cada miembro de la sociedad a estar “deseosa de hacer el bien”, declarando que juntas harían “algo
extraordinario” y previó “oportunidades extraordinarias y llamamientos apremiantes”.
22
Dos
de los aspectos de las enseñanzas de José Smith a las mujeres de la
Sociedad de Socorro pueden resultar desconocidos para los miembros de la
Iglesia hoy en día. El primero es el uso de un lenguaje que está
relacionado con el sacerdocio. Al organizar la Sociedad de Socorro, José
habló de “ordenar” mujeres y dijo que las oficiales de la Sociedad de
Socorro “presidieran esta Sociedad”
23. También declaró: “Ahora doy vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios”
24.
Estas declaraciones indican que José Smith delegó la autoridad del sacerdocio a las mujeres en la Sociedad de Socorro25.
Se pueden entender más plenamente las palabras de José en su contexto
histórico. Durante el siglo XIX, los Santos de los Últimos Días usaron
el término llaves para referirse, en diferentes ocasiones, a autoridad,
conocimiento y ordenanzas del templo
26. Asimismo, los mormones usaron algunas veces el término
ordenar en un sentido amplio, a menudo indistintamente con
apartar y no siempre haciendo referencia a un oficio del sacerdocio
27.
A este respecto, los actos de José demostraron el significado de sus
palabras: ni José Smith ni ningún otro actuando en su nombre, ni ninguno
de sus sucesores confirieron el sacerdocio de Aarón ni el de
Melquisedec a las mujeres ni ordenaron a las mujeres a oficio alguno del
sacerdocio.
En años posteriores, palabras como
ordenación y
llaves
fueron definidas con mayor precisión, como cuando el presidente John
Taylor, que actuó por asignación de José Smith para “ordenar y apartar” a
Emma Smith y a sus consejeras, explicó en 1880 que “la ordenación que
se hizo entonces no significó conferir el sacerdocio sobre aquellas
hermanas”
28.
Las mujeres sí recibieron autoridad para presidir su organización de
mujeres y para nombrar oficiales cuando se necesitasen para dirigir la
organización según la manera del sacerdocio, incluso el ser guiadas por
una presidenta con consejeras
29.
En la época de la declaración del presidente Taylor, también se
pusieron en marcha organizaciones dirigidas por mujeres para las mujeres
jóvenes y los niños. Dichas organizaciones también tenían presidencias,
que actuaban con la autoridad delegada del sacerdocio.
El
segundo aspecto de las enseñanzas de José Smith a la Sociedad de
Socorro que puede resultar desconocido hoy en día es la aprobación de la
participación de las mujeres para dar bendiciones de salud. “
Respecto a
la imposición de manos femenina”, como se recoge en las actas de la
Sociedad de Socorro de Nauvoo, José dijo que “no es pecado para nadie
que lo haga si tiene fe”, y aconsejó: “Si las hermanas tienen fe para
sanar al enfermo, que todos se callen y permitamos que todo continúe”
30.
Algunas mujeres habían realizado tales bendiciones desde los primeros
tiempos de la Iglesia. En aquella época, los Santos de los Últimos Días
entendieron el don de sanar principalmente como enseña el Nuevo
Testamento, que era uno de los dones del espíritu disponible para los
creyentes por medio de la fe. José Smith enseñó que el don de sanar era
una señal que seguiría a “todo aquel que cree, sea hombre o mujer”
31.
Durante
el siglo XIX, las mujeres bendijeron a los enfermos por medio de la
oración de fe y muchas mujeres recibieron bendiciones del sacerdocio con
la promesa de que tendrían el don de sanar
32.
“He visto muchas demostraciones del poder y la bendición de Dios por
medio de las bendiciones de salud de las hermanas”, testificó Elizabeth
Ann Smith Whitney, quien según su propio relato, fue bendecida por José
Smith para ejercer ese don
33.
En referencia a estas bendiciones de salud, la presidenta general de la
Sociedad de Socorro Eliza R. Snow explicó en 1883:
“Las mujeres pueden
bendecir en el nombre de JESÚS pero no en virtud del sacerdocio”34.
La participación de las mujeres en las bendiciones de salud fue disminuyendo gradualmente a principios del siglo
XX,
cuando los líderes de la Iglesia enseñaron que era preferible a seguir
la directiva que se encuentra en el Nuevo Testamento de “llamar a los
élderes”
35.
En 1926, el Presidente de la Iglesia, Heber J. Grant, afirmó que la
Primera Presidencia “no alienta que se llame a las hermanas para
bendecir a los enfermos, siendo que las Escrituras nos dicen que se ha
de llamar a los élderes, que poseen el sacerdocio de Dios y tienen el
poder y la autoridad para bendecir a los enfermos en el nombre de
Jesucristo”
36. El
manual de instrucciones vigente indica que “solamente los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden bendecir a los enfermos o afligidos”
37.
El sacerdocio y el templo.
José Smith dijo que sus instrucciones a la Sociedad de Socorro tenían la
intención de preparar a la mujer para “poseer los privilegios, las
bendiciones y los dones del sacerdocio”. Eso se lograría por medio de
las ordenanzas del templo
38.
Esas nuevas ordenanzas enseñaron la naturaleza de Dios, el propósito de
la vida, el significado de la vida eterna y la naturaleza de la
relación del género humano con la divinidad. Ellas colocaron a los
hombres y las mujeres en una relación de convenio con Dios.
Las
enseñanzas de José Smith acerca de las ordenanzas del templo
proporcionan un mayor contexto para las enseñanzas relacionadas con el
sacerdocio que dio a la Sociedad de Socorro. José habló de establecer un
“reino de sacerdotes”
39. Había usado términos similares un poco antes cuando habló de la relación de todos los santos con el templo
40. Dicho “reino de sacerdotes” iba a estar compuesto por hombres y mujeres que habían hecho convenios en el templo.
En
los últimos dos años de su vida, José Smith presentó las ordenanzas y
los convenios del templo a un grupo principal de hombres y mujeres.
En
mayo de 1842, él ofició las primeras investiduras del templo, ceremonia
en la que los participantes hacían convenios sagrados y recibían
instrucción con respecto al plan de salvación de Dios41.
José Smith comenzó sellando (o casando por la eternidad) a esposos y
esposas, y después proporcionó a las mujeres la ordenanza de la
investidura a finales de septiembre de 1843. Enseñó a los hombres y las
mujeres que al recibir las ordenanzas del templo, que culminan con la
ordenanza del sellamiento, entraban en un “orden del sacerdocio”
42.
En el momento de su muerte, había dado estas ordenanzas a varias
docenas de hombres y mujeres, quienes se reunían con frecuencia para
orar y participar en las ceremonias del templo mientras esperaban la
finalización del Templo de Nauvoo en diciembre de 1845.
Las
ordenanzas del templo eran ordenanzas del sacerdocio, pero estas no
conferían oficios eclesiásticos ni a los hombres ni a las mujeres;
dichas ordenanzas cumplían la promesa del Señor de que Su pueblo
—hombres y mujeres— serían “investidos con poder de lo alto”
43.
Ese poder del sacerdocio se manifestaba en la vida de las personas de
muchas maneras y estaba disponible para los miembros adultos,
independientemente de su estado civil. La investidura abría canales de
revelación personal para mujeres y hombres. Confería una mayor medida de
“fe y conocimiento” y la “ayuda del Espíritu del Señor”, poder que
fortaleció a los santos para las dificultades posteriores a las que iban
a enfrentarse mientras viajaban 2.100 kilómetros a través de desiertos
inhóspitos y se establecían en el Valle de Lago Salado
44.
Ello preparó a los Santos de los Últimos Días así investidos a seguir
adelante “armados con tu poder [de Dios]” para “llevar nuevas sumamente
grandes y gloriosas… hasta los extremos de la tierra”
45.
De hecho, por medio de las ordenanzas del templo, el poder de la divinidad se manifestó en sus vidas46.
Durante
el período de Nauvoo, los Santos de los Últimos Días llegaron a
entender que todas las personas son hijos de padres celestiales y que
llegar a ser como ellos es el destino supremo de los hombres y las
mujeres fieles
47.
Una revelación adicional acerca de la naturaleza y el propósito del
matrimonio acompañaba a estas enseñanzas. José Smith enseñó a sus
compañeros que
el matrimonio efectuado y solemnizado, o “sellado”, por
la debida autoridad en los templos, duraría por todas las eternidades48.
Estas
revelaciones y ordenanzas dieron una nueva comprensión de la relación
de interdependencia que existe entre hombres y mujeres. Tal como lo
expresó el obispo Newel K. Whitney poco después de recibir su
investidura: “Sin la mujer, no se pueden restaurar todas las cosas en la
tierra. Se necesitan tanto hombres como mujeres para restaurar el
sacerdocio”
49.
Mary Isabella Horne, miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo,
expresó más tarde su gozo de ser “colaboradoras con nuestros hermanos en
la edificación del Reino de Dios”. “
En todas las ordenanzas que se
reciben en la Casa del Señor, tanto por los vivos como por los muertos”,
dijo, “la mujer está al lado del hombre, mostrando que el varón no es
sin la mujer ni la mujer es sin el varón en el Señor”50.
El
poder del sacerdocio que se confirió en el Templo de Nauvoo, y por
extensión, en los templos de hoy en día, se prolonga más allá de esta
vida, pues las ordenanzas del templo hacen posible la exaltación de los
hijos de Dios
51.
Las ordenanzas del templo, enseñó José Smith, crearían un “eslabón
conexivo” entre los miembros de la familia humana, una familia a la vez,
extendiéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo
52.
Cuando un hombre y una mujer se sellan en el templo, entran juntos, por convenio, en un orden del sacerdocio
53.
Si son fieles a sus convenios, reciben “honra, inmortalidad y vida
eterna”, “exaltación y gloria en todas las cosas” y “una plenitud y
continuación de las simientes por siempre jamás”
54.
Algunos no tienen la oportunidad de casarse en esta vida y muchos
experimentan relaciones familiares que han sido dañadas. Debido a que
Dios es justo, cada hijo e hija de Dios tendrá la oportunidad, bien en
esta vida o en la siguiente, de aceptar el Evangelio y de recibir todas
las bendiciones prometidas (incluido el matrimonio eterno), dependiendo
de su fidelidad
55.

La mujer y el sacerdocio en la actualidad
En
algunos aspectos, la relación que existe entre las mujeres Santos de
los Últimos Días y el sacerdocio ha permanecido notablemente constante
desde la época de José Smith. Tal como sucedía en los primeros días de
la Iglesia, los hombres son ordenados a los oficios del sacerdocio,
mientras que se invita, tanto a mujeres como a hombres, a experimentar
el poder y las bendiciones del sacerdocio en sus vidas
56.
Hombres y mujeres siguen oficiando en las ordenanzas sagradas de los
templos tal como lo hicieron en la época de José Smith. José Smith
enseñó que los hombres y las mujeres pueden alcanzar el grado más alto
de gloria celestial solamente si entran
juntos en el orden del
sacerdocio mediante la ordenanza del sellamiento en el templo. Ese
conocimiento continúa con los Santos de los Últimos Días en la
actualidad.
La
autoridad del sacerdocio que ejercen las mujeres Santos de los Últimos
Días en el templo y en otros lugares, en gran medida sigue siendo
desconocida para las personas que no son miembros de la Iglesia y, a
veces, sus miembros la malinterpretan o la pasan por alto. Con
frecuencia, los Santos de los Últimos Días y otras personas equiparan
erróneamente el sacerdocio con el oficio religioso y con los hombres que
lo poseen, lo cual ensombrece el concepto más amplio de los Santos de
los Últimos Días sobre el sacerdocio.
Desde
los tiempos de José Smith, los profetas de la Iglesia, ejerciendo las
llaves del sacerdocio, han adaptado estructuras y programas en un mundo
en el que las oportunidades educativas, políticas y económicas se han
ampliado para muchas mujeres
57.
Hoy en día, las mujeres Santos de los Últimos Días dirigen tres
organizaciones dentro de la Iglesia: la Sociedad de Socorro, las Mujeres
Jóvenes y la Primaria. Predican y oran en congregaciones, ocupan
numerosos puestos de liderazgo y de servicio, participan en consejos del
sacerdocio a nivel local y general y sirven en misiones formales de
proselitismo por todo el mundo.
De esta y otras maneras, las mujeres
ejercen la autoridad del sacerdocio aun cuando no hayan sido ordenadas a
ningún oficio del sacerdocio58.
Para prestar un servicio y desempeñar un liderazgo semejantes en muchas
otras tradiciones religiosas, se requeriría la ordenación.
El
sacerdocio bendice la vida de los hijos de Dios de innumerables
maneras. El sacerdocio define, concede poder, ennoblece y crea orden. En
los llamamientos eclesiásticos, las ordenanzas del templo, las
relaciones familiares y en el discreto ministerio individual, las
mujeres y los hombres Santos de los Últimos Días actúan con el poder y
la autoridad del sacerdocio. Esta interdependencia de los hombres y las
mujeres al llevar a cabo la obra de Dios por medio de Su poder es
fundamental en el evangelio restaurado de Jesucristo por medio del
Profeta José Smith.
Fuentes
- Doctrina y Convenios 13; 27:12; José Smith—Historia 1:72.
- Nathan O. Hatch, The Democratization of American Christianity, New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1989, págs. 170–178.
- An American Dictionary of the English Language, editado por Noah Webster, Nueva York: S. Converse, 1828, s.v. “sacerdocio”.
- Entendimiento
de los oficios del sacerdocio y su terminología, desarrollado a lo
largo del tiempo, incluidas las divisiones del Sacerdocio Aarónico y de
Melquisedec. Véase de William G. Hartley, My Fellow Servants: Essays on the History of the Priesthood, Provo, Utah: BYU Studies, 2010, pág. 12.
- Doctrina y Convenios 27:12; 42:69; 90:1–3.
En la actualidad, se definen las llaves del sacerdocio como “la
autoridad que Dios ha dado a los líderes del sacerdocio para dirigir,
controlar y gobernar el uso de Su sacerdocio en la tierra”. Las
revelaciones a José Smith hablaban acerca de que recibiría las “llaves
de vuestro ministerio”, las “llaves de la Iglesia” y las “llaves del
reino”. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 2.1.1.
- Doctrina y Convenios 107:8–9.
- Doctrina y Convenios 84:19–20, 23, 33–40.
- Doctrina y Convenios 110:11–16.
- Doctrina y Convenios 124:40–42.
- Este proceso era conocido como “común acuerdo”. Véase Doctrina y Convenios 26:2.
- Para
ver un resumen de los dones espirituales y la participación en la
Iglesia de las primeras mujeres Santos de los Últimos Días, véase de
Jill Mulvay Derr y otras autoras, Women of Covenant: The Story of Relief Society, Salt Lake City: Deseret Book, 1992, págs. 10–17.
- Doctrina y Convenios 25:7.
El versículo 16 de esta revelación declara que “ésta es mi voz a
todos”. Véase también de Janiece L. Johnson, “‘Give Up All and Follow
Your Lord’: Testimony and Exhortation in Early Mormon Women’s Letters,
1831–1839”, BYU Studies tomo XLI, núm. 1, 2002, págs. 77–107.
- Véase de Ann Braude, Women and American Religion, Nueva York: Oxford University Press, 2000, págs. 11–57; y de Sue Morgan y Jacqueline deVries, editoras, Women, Gender and Religious Cultures in Britain, 1800–1940,
Londres: Routledge, 2010. Por lo general, las mujeres cuáqueras, las
bautistas de libre voluntad y las metodistas del norte y metodistas
africanas disfrutaron de más libertad que las mujeres de las iglesias
predominantes. Véase de Rebecca Larson, Daughters of Light, Quaker Preaching and Prophesying in the Colonies and Abroad, 1700–1775, Nueva York: Knopf, 1999; y de Catherine A. Brekus, Strangers and Pilgrims: Female Preaching in America, 1740–1845, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1998.
- Derr y otros autores, Women of Covenant, págs. 23–40; véase también Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, A People of Promise, Salt Lake City: Deseret Book, 2002, págs. 222–226.
- Anne M. Boylan, “Women in Groups: An Analysis of Women’s Benevolent Organizations in New York and Boston, 1747–1840”, Journal of American History 71, 1984, págs. 497–523.
- Sarah
M. Kimball, “Early Relief Society Reminiscence”, 17 de marzo de 1882,
en Registros de la Sociedad de Socorro, 1880–1892, Biblioteca de
Historia de la Iglesia, Salt Lake City. En otro relato, Kimball escribió
la declaración de José Smith como “bajo la dirección del sacerdocio y
de acuerdo con el modelo de este”. No existe documentación de la época
que corrobore que José Smith se expresara en estos términos; sin
embargo, Sarah Kimball y otras líderes, que eran miembros de la Sociedad
de Socorro de Nauvoo, expresaron reiteradamente esta idea como lo que
habían entendido de lo que José Smith les enseñó. Es más, en 1843,
Reynolds Cahoon, miembro del comité del templo, le dijo a las mujeres de
la Sociedad de Socorro de Nauvoo que se habían estado organizando
“según el orden de Dios que está conectado con el sacerdocio”. El
principio expresado en esas declaraciones es la idea de que José Smith
consideró a la Sociedad de Socorro como una parte necesaria en la
estructura de la Iglesia y su liderazgo siguió el modelo de una
presidencia de tres miembros que ya se había establecido para los
cuórums del sacerdocio. Sarah M. Kimball, “Auto-Biography”, Woman’s Exponent
tomo XII, núm. 7, 1 de septiembre de 1883, pág. 51; Nauvoo Relief
Society Minutes, 13 de agosto de 1843, Biblioteca de Historia de la
Iglesia, Salt Lake City, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo
Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en
josephsmithpapers.org. Según Eliza R. Snow, José Smith también enseñó
que las mujeres se habían organizado oficialmente en dispensaciones
anteriores. Véase de Eliza R. Snow, “Female Relief Society”, Deseret News, 22 de abril de 1868, pág. 1; e Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, págs. 1–7.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 9 de junio de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 25:3.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Dallin H. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2014, págs. 50–51.
- Para ver ejemplos de un uso amplio del término llaves, véase Doctrina y Convenios 6:28; 27:5–6, 9, 12–13; 28:7; 81:2; y 124:34, 91–92, 97; véase también Jason H. Lindquist, “‘Unlocking the Door of the Gospel’: The Concept of ‘Key’ in Mormonism”, Archive of Restoration Culture: Summer Fellows’ Papers, 1997–1999, Provo, Utah: Instituto Joseph Fielding Smith para la historia de los Santos de los Últimos Días, 2000, págs. 29–41.
- Por
ejemplo, William W. Phelps fue “ordenado” para ayudar con las
actividades de impresión de la Iglesia, y Newel K. Whitney fue
“ordenado” para actuar como agente de la Iglesia en asuntos de negocios.
El uso del término “apartar” para indicar la bendición que se da junto
con el llamamiento para una asignación específica se desarrolló a
finales del siglo XIX. Doctrina y Convenios 55:4; 63:45; véase también Doctrina y Convenios 104:61.
- “R.S. Reports”, Woman’s Exponent
tomo IX, núm. 7, 1 de septiembre de 1880, pág. 55. Las líderes de la
Sociedad de Socorro presentes en esa ocasión, que también habían estado
presentes en las primeras reuniones de la Sociedad de Socorro de Nauvoo,
coincidieron con la aclaración del Presidente Taylor. Taylor continuó
diciendo que “las hermanas poseen una porción del sacerdocio vinculado
al de sus maridos”, haciendo referencia al conocimiento, como se indica
más adelante, de que las parejas que reciben la ordenanza del
sellamiento en el templo entraban juntos en el orden del sacerdocio.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Marcos 16:17–18.
- Algunas
bendiciones patriarcales, por ejemplo, hacían esas promesas. Judith
Higbee informó de que el patriarca que la bendijo le prometió que “ella
sanaría a miles”. Sixteenth Ward, Riverside Stake, Sixteenth Ward Relief
Society Minutes and Records, 1868–1968, Biblioteca de Historia de la
Iglesia, Salt Lake City, 9 de marzo de 1880. La participación de las
mujeres en los ritos de sanación se analiza ampliamente en Derr y otros
autores, Women of Covenant, págs. 44–45, 67–68, 114, 220–221,
429–430. Un estudio más completo y reciente es el de Jonathan A. Stapley
y Kristine Wright, “Female Ritual Healing in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 1, invierno de 2011, págs. 1–85.
- Whitney
recuerda: “Fui ordenada y apartada por José Smith el Profeta para
bendecir a los enfermos y consolar a los afligidos. Varias hermanas más
también fueron ordenadas y apartadas para administrar esas ordenanzas
sagradas”. Elizabeth Ann Whitney, “A Leaf from an Autobiography”, Woman’s Exponent tomo VII, núm. 12, 15 de noviembre de 1878, pág. 91.
- Morgan
Utah Stake Relief Society Minutes and Records, 1878–1973, Biblioteca de
Historia de la Iglesia, tomo I, 28 de abril de 1883, pág. 88, cursiva
en el original; véase también “To All Authorities of the
Priesthood–Instruction for the Relief Society”, Primera Presidencia,
Salt Lake City, para todos los líderes y Santos de los Últimos Días, 6
de octubre de 1880, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake
City. El presidente Wilford Woodruff habló en términos parecidos en una
carta de instrucciones para la secretaria general de la Sociedad de
Socorro. Dijo que las mujeres bendecían a los enfermos “no como miembros
del sacerdocio, sino como miembros de la iglesia”. Wilford Woodruff a
Emmeline B. Wells, 27 de abril de 1888, First Presidency Letterpress
Copybooks, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, tomo
XVIII, págs. 733–736.
- Santiago 5:14.
- Heber
J. Grant a Zina Young Card, 26 de marzo de 1926, colección familiar de
Zina Card Brown, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.
Véase también Anthony W. Ivins y Charles W. Nibley a Joseph McMurrin, 14
de diciembre de 1927, correspondencia del presidente de misión de
California, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. Para
mayor información, véase de Stapley y Wright, “Female Ritual Healing in
Mormonism”, págs. 64–85.
- Manual 2: Administración de la Iglesia, sección 20.6.1.
- José
Smith, Diario, 28 de abril de 1842, se corrigió la ortografía,
disponible en josephsmithpapers.org; Nauvoo Relief Society Minutes, 31
de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. En la reunión de
la Sociedad de Socorro del 28 de abril de 1842, José Smith dijo que “la
Iglesia no está organizada por completo según el orden preciso, ni podrá
estarlo, sino hasta que se termine el templo”. (Nauvoo Relief Society
Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org).
- Nauvoo
Relief Society Minutes, 31 de marzo de 1842, se corrigió la ortografía y
la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Éxodo 19:6; y Apocalipsis 1:6.
- José Smith, Diario, 6 de enero de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- José
Smith, Diario, 4 de mayo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
La investidura se administró primeramente a nueve hombres. Véase Alma P.
Burton, “Endowment”, en Encyclopedia of Mormonism, editado por Daniel H. Ludlow, 5 tomos. Nueva York: Macmillan, 1992, tomo II, págs. 454–456.
- Doctrina y Convenios 131:1–4.
- Doctrina y Convenios 38:32.
- Sarah
P. Rich, Autobiography, 1885, Biblioteca de Historia de la Iglesia,
Salt Lake City, pág. 66; véase también Guinevere Thomas Woolstenhulme,
“‘I Have Seen Many Miracles’: Sarah De Armon Pea Rich,1814–1893”, en Women of Faith in the Latter Days, págs. 271–85.
- Doctrina y Convenios 109:22–23.
- Véase Doctrina y Convenios 84:20.
- Véase “Madre Celestial”; y “Llegar a ser como Dios”.
- Parley P. Pratt, The Autobiography of Parley Parker Pratt, One of the Twelve Apostles of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints,
editado por Parley P. Pratt, hijo, Nueva York, Russell Brothers, 1874,
pág. 329. La revelación sobre el matrimonio eterno (Doctrina y Convenios
132) incluía también instrucciones sobre el matrimonio plural. Véase “El matrimonio plural en Kirtland y en Nauvoo”.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 27 de mayo de 1842, se corrigió la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org.
- “To the Presidents and Members of the Relief Society of Salt Lake Stake of Zion, Greeting!”, Woman’s Exponent tomo VI, núm. 16, 15 de enero de 1878, pág. 123; véase también 1 Corintios 11:11.
- Doctrina y Convenios 131:1–4.
- Véase de Lynn A. McKinlay, “Patriarchal Order of the Priesthood”, en Encyclopedia of Mormonism, tomo III, pág. 1067; véase también Jonathan A. Stapley, “Adoptive Sealing Ritual in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 3, verano de 2011, págs. 56–67.
- Doctrina y Convenios 131:1–2.
- Doctrina y Convenios 124:55; 132:19–20; véase también “Llegar a ser como Dios”.
- 1 Nefi 17:35.
El presidente Lorenzo Snow enseñó: “Ningún Santo de los Últimos Días
que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición
alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las
oportunidades de hacerlas. En otras palabras, si un joven o una joven no
tiene la oportunidad de casarse y lleva una vida fiel hasta la hora de
su muerte, tendrá todas las bendiciones, la exaltación y la gloria que
tendrá cualquier hombre o mujer que tenga esa oportunidad y la
aproveche. Eso es seguro y verdadero…” Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Lorenzo Snow, 2013, pág. 136.
- “El
Señor ha indicado que únicamente se ordenarán hombres a los oficios en
el sacerdocio”, ha declarado el élder Dallin H. Oaks. Las autoridades
que presiden “no están autorizados para alterar [este] modelo
divinamente diseñado”. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
- Como el Presidente Dieter F. Uchtdorf ha enseñado, “la Restauración es un proceso en pleno desarrollo”. Dieter F. Uchtdorf, “¿Están durmiendo durante la Restauración?”, Liahona, mayo de 2014, pág. 59.
- Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
La
Iglesia reconoce la contribución de eruditos en el contenido histórico
que se presenta en este artículo; su trabajo se utiliza con permiso.
