Ya he publicado varios artículos valorando el papel de la mujer para el Señor y para su Iglesia restaurada, y en esta ocasión, quiero relacionarlo con un tema que ha resultado polémico y candente en los últimos meses.
El tema es si las mujeres pueden o no ser ordenadas a un oficio del Sacerdocio como los hombres.
Esto ha causado muchas controversias, y, si bien, podemos opinar y pensar al respecto, lo mejor es recurrir a la revelación divina para saber la respuesta correcta.
Hombres y mujeres somos valiosos y fundamentales para el Plan de Dios de que sus hijos formen familias eternas, según el modelo celestial, pero a la vez, hombres y mujeres son diferentes en muchos aspectos, por lo que no podemos pretender ser iguales en todo, lo que tampoco significa que seamos superiores ninguno de los géneros, por lo que el tema del Sacerdocio ha creado muchas controversias al respecto.
Les dejo con un ensayo al respecto publicado por la Iglesia, que creo aclara bastante bien este tema y que puede traernos luz y paz a nuestros corazones.
Nota.- Las negrillas e itálicas son mías.
Enseñanzas de José Smith sobre el sacerdocio, el templo y las mujeres
Las
mujeres y los hombres disfrutan de muchas oportunidades de servicio en
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tanto dentro
de las congregaciones locales como a nivel de toda la Iglesia. Entre
otras cosas, las mujeres Santos de los Últimos Días dan discursos en las
reuniones dominicales y en la conferencia general de la Iglesia; sirven
misiones de proselitismo de tiempo completo; llevan a cabo y ofician
ceremonias sagradas en los templos de la Iglesia y dirigen
organizaciones que ministran a las familias, a otras mujeres, a las
jovencitas y a los niños. Ellas participan en los consejos del
sacerdocio tanto a nivel local como general. Mujeres profesionales
enseñan la historia y teología de los Santos de los Últimos Días en
universidades de la Iglesia y en los programas educativos de la Iglesia
para los jóvenes; sin embargo, debido a que solamente los hombres son
ordenados a oficios del sacerdocio, han surgido preguntas acerca del
papel de la mujer en la Iglesia. Este ensayo proporciona contexto
histórico relevante para estas importantes preguntas y explica las
enseñanzas de José Smith acerca de las mujeres y la autoridad del
sacerdocio.
La restauración de la autoridad del sacerdocio por medio del profeta José Smith es una doctrina fundamental de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En los inicios de su ministerio, José Smith recibió la autoridad del sacerdocio por conducto de mensajeros celestiales; con esa autoridad, organizó la Iglesia, confirió el sacerdocio a otros hombres y los ordenó a los oficios de ese sacerdocio1. Por medio de esta misma autoridad, José Smith organizó la Sociedad de Socorro como parte estructural de la Iglesia, lo cual definió y autorizó formalmente un aspecto fundamental del ministerio de las mujeres. Todo esto se hizo para preparar a los santos para participar en las ordenanzas del templo, las cuales se instituyeron poco después de la fundación de la Sociedad de Socorro. En el momento de su muerte, la visión reveladora impartida a José Smith se hallaba firmemente establecida: mujeres y hombres podían recibir y administrar ordenanzas sagradas del sacerdocio en los santos templos, las cuales los ayudarían a prepararse para entrar en la presencia de Dios algún día.
La
restauración de la autoridad del sacerdocio vino en una época de gran
agitación religiosa en los Estados Unidos. Esta agitación fue motivada
en parte por las dudas acerca de la autoridad divina: quién la tenía,
cómo se obtenía y si era necesaria2.
A principios del siglo XIX, la mayoría de los cristianos creían que la
autoridad para actuar en nombre de Dios había permanecido en la tierra
desde la época del ministerio terrenal de Jesús. José Smith enseñó que
el sacerdocio de Cristo se había perdido después de la muerte de los
antiguos apóstoles y había sido restaurado nuevamente mediante la
ministración de ángeles. Aun así, muchos Santos de los Últimos Días al
principio entendían el concepto del sacerdocio, en gran medida, tal como
era común en aquella época. En los Estados Unidos de la década de 1830,
la palabra sacerdocio se definía como “el oficio o el carácter
de un sacerdote” y “el orden de los hombres que han sido apartados para
oficios sagrados”, lo que relacionaba el sacerdocio con un oficio
religioso y con los hombres que lo poseían3.
De un modo similar, los primeros Santos de los Últimos Días
consideraban el sacerdocio en general como una ordenación a un oficio
eclesiástico con autoridad para predicar y llevar a cabo ritos
religiosos4.
Al igual que en la mayoría de las denominaciones cristianas de la
época, solamente los hombres Santos de los Últimos Días tenían oficios
del sacerdocio, servían misiones de proselitismo formal y realizaban
ordenanzas como el bautismo y la bendición del sacramento de la Santa
Cena del Señor.
A diferencia de los líderes de muchas otras iglesias, los Santos de los Últimos Días por lo general ordenaban al sacerdocio a hombres comunes y corrientes, según se indicaba por revelación. Con el tiempo, se estableció una amplia estructura de oficios y cuórums del sacerdocio. Desde el principio, esta estructura fue gobernada por revelación bajo la dirección de los líderes del sacerdocio que poseían “llaves”5. Las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, dadas por medio de mensajeros divinos a José Smith y más tarde transmitidas a otros, confirieron el “derecho de presidir”, el derecho “para administrar las cosas espirituales” y el “derecho de oficiar en todos los oficios de la Iglesia”6.
La comprensión de los Santos de los Últimos Días de la naturaleza del sacerdocio y de las llaves aumentaba como resultado de las revelaciones que recibía José Smith. Una revelación de 1832 enseñó que el sacerdocio mayor, o de Melquisedec, poseía “la llave del conocimiento de Dios” y que en las ordenanzas del sacerdocio, “se manifiesta el poder de la divinidad”. A José Smith se le encomendó, al igual que a Moisés, “santificar a los de su pueblo a fin de que vieran la faz de Dios”7. En 1836, mensajeros angelicales confirieron a José Smith las llaves del sacerdocio que permitirían que los miembros de la Iglesia recibieran las ordenanzas del templo8. En una revelación de 1841, el Señor le mandó a los santos que construyeran un templo en Nauvoo, Illinois, en donde Él revelaría a Su pueblo “todas las cosas concernientes a esta casa, y a su sacerdocio”9. Las ordenanzas culminantes del sacerdocio habrían de realizarse en el templo y ayudarían a preparar a los hombres y a las mujeres para entrar en la presencia de Dios.
Las mujeres Santos de los Últimos Días de los primeros años de la Iglesia, al igual que las mujeres de otras partes, participaron activamente en su nueva comunidad religiosa. Ellas ratificaron decisiones votando en conferencias10; amueblaron el templo con su trabajo manual; junto con los hombres adoraron en reuniones y coros; compartieron el Evangelio con sus familiares y vecinos; llevaron a cabo reuniones en sus hogares e hicieron uso de dones espirituales, en privado y en público11. La revelación de esos primeros tiempos daba autorización a las mujeres para “explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia”12; sin embargo, al igual que la mayoría de los demás cristianos de esa época, los Santos de los Últimos Días reservaron para los hombres la predicación en público y el liderazgo en los primeros años de la Iglesia13.
Subsiguientes
revelaciones recibidas en Nauvoo proporcionaron a las mujeres nuevas
oportunidades de participar en la Iglesia y ampliaron la comprensión de
los Santos de los Últimos Días en cuanto a la relación eterna entre los
hombres y las mujeres. La organización de la Sociedad de Socorro
Femenina de Nauvoo, el 17 de marzo de 1842, constituyó un paso
significativo en este proceso14.
Deseando proporcionar ayuda caritativa a los hombres que trabajaban en
la construcción del templo, un grupo de mujeres mormonas planeó fundar
una sociedad benéfica, como reflejo de una práctica popular de aquella
época15.
Cuando presentaron su plan a José Smith, este se sintió inspirado para
ir más allá de lo que habían logrado otras sociedades benéficas. Como
más tarde recordó Sarah Granger Kimball, miembro fundadora de la
Sociedad de Socorro, el Profeta les dijo que tenía “algo mejor” para
ellas y dijo que él iba a organizar a las mujeres “en el orden del
sacerdocio según el modelo de la Iglesia”16.
Las mujeres llamaron a su nueva organización “Sociedad de Socorro”. No era como otras sociedades de mujeres de la época ya que fue establecida por un profeta que actuó con la autoridad del sacerdocio para darles a ellas autoridad, responsabilidades sagradas y cargos oficiales dentro de la estructura de la Iglesia, no al margen de ella. Las mujeres se organizaron, como observó el apóstol John Taylor en la reunión inaugural, “de acuerdo con las leyes del Cielo”17.
José Smith encargó a las mujeres “socorrer al pobre” y “salvar almas”18. Declaró que la designación de su esposa Emma Hale Smith como presidenta de la Sociedad de Socorro cumplía una revelación que se le dio a ella doce años antes, en la cual era llamada una “dama elegida”19. También declaró a la sociedad: “Y ahora, doy la vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios y esta Sociedad se ha de regocijar y recibirá un torrente de conocimiento e inteligencia a partir de este momento”20.
Sarah Kingsley Cleveland, consejera de Emma Smith, expresó el sentimiento de que las mujeres habían recibido autorización divina cuando dijo: “Tenemos por objeto actuar en el nombre del Señor”21. Emma Smith exhortó a cada miembro de la sociedad a estar “deseosa de hacer el bien”, declarando que juntas harían “algo extraordinario” y previó “oportunidades extraordinarias y llamamientos apremiantes”.22
Dos de los aspectos de las enseñanzas de José Smith a las mujeres de la Sociedad de Socorro pueden resultar desconocidos para los miembros de la Iglesia hoy en día. El primero es el uso de un lenguaje que está relacionado con el sacerdocio. Al organizar la Sociedad de Socorro, José habló de “ordenar” mujeres y dijo que las oficiales de la Sociedad de Socorro “presidieran esta Sociedad”23. También declaró: “Ahora doy vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios”24.
Estas declaraciones indican que José Smith delegó la autoridad del sacerdocio a las mujeres en la Sociedad de Socorro25. Se pueden entender más plenamente las palabras de José en su contexto histórico. Durante el siglo XIX, los Santos de los Últimos Días usaron el término llaves para referirse, en diferentes ocasiones, a autoridad, conocimiento y ordenanzas del templo26. Asimismo, los mormones usaron algunas veces el término ordenar en un sentido amplio, a menudo indistintamente con apartar y no siempre haciendo referencia a un oficio del sacerdocio27. A este respecto, los actos de José demostraron el significado de sus palabras: ni José Smith ni ningún otro actuando en su nombre, ni ninguno de sus sucesores confirieron el sacerdocio de Aarón ni el de Melquisedec a las mujeres ni ordenaron a las mujeres a oficio alguno del sacerdocio.
En años posteriores, palabras como ordenación y llaves fueron definidas con mayor precisión, como cuando el presidente John Taylor, que actuó por asignación de José Smith para “ordenar y apartar” a Emma Smith y a sus consejeras, explicó en 1880 que “la ordenación que se hizo entonces no significó conferir el sacerdocio sobre aquellas hermanas”28. Las mujeres sí recibieron autoridad para presidir su organización de mujeres y para nombrar oficiales cuando se necesitasen para dirigir la organización según la manera del sacerdocio, incluso el ser guiadas por una presidenta con consejeras29. En la época de la declaración del presidente Taylor, también se pusieron en marcha organizaciones dirigidas por mujeres para las mujeres jóvenes y los niños. Dichas organizaciones también tenían presidencias, que actuaban con la autoridad delegada del sacerdocio.
El segundo aspecto de las enseñanzas de José Smith a la Sociedad de Socorro que puede resultar desconocido hoy en día es la aprobación de la participación de las mujeres para dar bendiciones de salud. “Respecto a la imposición de manos femenina”, como se recoge en las actas de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, José dijo que “no es pecado para nadie que lo haga si tiene fe”, y aconsejó: “Si las hermanas tienen fe para sanar al enfermo, que todos se callen y permitamos que todo continúe”30. Algunas mujeres habían realizado tales bendiciones desde los primeros tiempos de la Iglesia. En aquella época, los Santos de los Últimos Días entendieron el don de sanar principalmente como enseña el Nuevo Testamento, que era uno de los dones del espíritu disponible para los creyentes por medio de la fe. José Smith enseñó que el don de sanar era una señal que seguiría a “todo aquel que cree, sea hombre o mujer”31.
Durante el siglo XIX, las mujeres bendijeron a los enfermos por medio de la oración de fe y muchas mujeres recibieron bendiciones del sacerdocio con la promesa de que tendrían el don de sanar32. “He visto muchas demostraciones del poder y la bendición de Dios por medio de las bendiciones de salud de las hermanas”, testificó Elizabeth Ann Smith Whitney, quien según su propio relato, fue bendecida por José Smith para ejercer ese don33. En referencia a estas bendiciones de salud, la presidenta general de la Sociedad de Socorro Eliza R. Snow explicó en 1883: “Las mujeres pueden bendecir en el nombre de JESÚS pero no en virtud del sacerdocio”34.
La participación de las mujeres en las bendiciones de salud fue disminuyendo gradualmente a principios del siglo XX, cuando los líderes de la Iglesia enseñaron que era preferible a seguir la directiva que se encuentra en el Nuevo Testamento de “llamar a los élderes”35. En 1926, el Presidente de la Iglesia, Heber J. Grant, afirmó que la Primera Presidencia “no alienta que se llame a las hermanas para bendecir a los enfermos, siendo que las Escrituras nos dicen que se ha de llamar a los élderes, que poseen el sacerdocio de Dios y tienen el poder y la autoridad para bendecir a los enfermos en el nombre de Jesucristo”36. El manual de instrucciones vigente indica que “solamente los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden bendecir a los enfermos o afligidos”37.
José Smith dijo que sus instrucciones a la Sociedad de Socorro tenían la
intención de preparar a la mujer para “poseer los privilegios, las
bendiciones y los dones del sacerdocio”. Eso se lograría por medio de
las ordenanzas del templo38.
Esas nuevas ordenanzas enseñaron la naturaleza de Dios, el propósito de
la vida, el significado de la vida eterna y la naturaleza de la
relación del género humano con la divinidad. Ellas colocaron a los
hombres y las mujeres en una relación de convenio con Dios.
Las enseñanzas de José Smith acerca de las ordenanzas del templo proporcionan un mayor contexto para las enseñanzas relacionadas con el sacerdocio que dio a la Sociedad de Socorro. José habló de establecer un “reino de sacerdotes”39. Había usado términos similares un poco antes cuando habló de la relación de todos los santos con el templo40. Dicho “reino de sacerdotes” iba a estar compuesto por hombres y mujeres que habían hecho convenios en el templo.
En los últimos dos años de su vida, José Smith presentó las ordenanzas y los convenios del templo a un grupo principal de hombres y mujeres. En mayo de 1842, él ofició las primeras investiduras del templo, ceremonia en la que los participantes hacían convenios sagrados y recibían instrucción con respecto al plan de salvación de Dios41. José Smith comenzó sellando (o casando por la eternidad) a esposos y esposas, y después proporcionó a las mujeres la ordenanza de la investidura a finales de septiembre de 1843. Enseñó a los hombres y las mujeres que al recibir las ordenanzas del templo, que culminan con la ordenanza del sellamiento, entraban en un “orden del sacerdocio”42. En el momento de su muerte, había dado estas ordenanzas a varias docenas de hombres y mujeres, quienes se reunían con frecuencia para orar y participar en las ceremonias del templo mientras esperaban la finalización del Templo de Nauvoo en diciembre de 1845.
Las ordenanzas del templo eran ordenanzas del sacerdocio, pero estas no conferían oficios eclesiásticos ni a los hombres ni a las mujeres; dichas ordenanzas cumplían la promesa del Señor de que Su pueblo —hombres y mujeres— serían “investidos con poder de lo alto”43. Ese poder del sacerdocio se manifestaba en la vida de las personas de muchas maneras y estaba disponible para los miembros adultos, independientemente de su estado civil. La investidura abría canales de revelación personal para mujeres y hombres. Confería una mayor medida de “fe y conocimiento” y la “ayuda del Espíritu del Señor”, poder que fortaleció a los santos para las dificultades posteriores a las que iban a enfrentarse mientras viajaban 2.100 kilómetros a través de desiertos inhóspitos y se establecían en el Valle de Lago Salado44. Ello preparó a los Santos de los Últimos Días así investidos a seguir adelante “armados con tu poder [de Dios]” para “llevar nuevas sumamente grandes y gloriosas… hasta los extremos de la tierra”45. De hecho, por medio de las ordenanzas del templo, el poder de la divinidad se manifestó en sus vidas46.
Durante el período de Nauvoo, los Santos de los Últimos Días llegaron a entender que todas las personas son hijos de padres celestiales y que llegar a ser como ellos es el destino supremo de los hombres y las mujeres fieles47. Una revelación adicional acerca de la naturaleza y el propósito del matrimonio acompañaba a estas enseñanzas. José Smith enseñó a sus compañeros que el matrimonio efectuado y solemnizado, o “sellado”, por la debida autoridad en los templos, duraría por todas las eternidades48.
Estas revelaciones y ordenanzas dieron una nueva comprensión de la relación de interdependencia que existe entre hombres y mujeres. Tal como lo expresó el obispo Newel K. Whitney poco después de recibir su investidura: “Sin la mujer, no se pueden restaurar todas las cosas en la tierra. Se necesitan tanto hombres como mujeres para restaurar el sacerdocio”49. Mary Isabella Horne, miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, expresó más tarde su gozo de ser “colaboradoras con nuestros hermanos en la edificación del Reino de Dios”. “En todas las ordenanzas que se reciben en la Casa del Señor, tanto por los vivos como por los muertos”, dijo, “la mujer está al lado del hombre, mostrando que el varón no es sin la mujer ni la mujer es sin el varón en el Señor”50.
El poder del sacerdocio que se confirió en el Templo de Nauvoo, y por extensión, en los templos de hoy en día, se prolonga más allá de esta vida, pues las ordenanzas del templo hacen posible la exaltación de los hijos de Dios51. Las ordenanzas del templo, enseñó José Smith, crearían un “eslabón conexivo” entre los miembros de la familia humana, una familia a la vez, extendiéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo52.
Cuando un hombre y una mujer se sellan en el templo, entran juntos, por convenio, en un orden del sacerdocio53. Si son fieles a sus convenios, reciben “honra, inmortalidad y vida eterna”, “exaltación y gloria en todas las cosas” y “una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás”54. Algunos no tienen la oportunidad de casarse en esta vida y muchos experimentan relaciones familiares que han sido dañadas. Debido a que Dios es justo, cada hijo e hija de Dios tendrá la oportunidad, bien en esta vida o en la siguiente, de aceptar el Evangelio y de recibir todas las bendiciones prometidas (incluido el matrimonio eterno), dependiendo de su fidelidad55.
En
algunos aspectos, la relación que existe entre las mujeres Santos de
los Últimos Días y el sacerdocio ha permanecido notablemente constante
desde la época de José Smith. Tal como sucedía en los primeros días de
la Iglesia, los hombres son ordenados a los oficios del sacerdocio,
mientras que se invita, tanto a mujeres como a hombres, a experimentar
el poder y las bendiciones del sacerdocio en sus vidas56.
Hombres y mujeres siguen oficiando en las ordenanzas sagradas de los
templos tal como lo hicieron en la época de José Smith. José Smith
enseñó que los hombres y las mujeres pueden alcanzar el grado más alto
de gloria celestial solamente si entran juntos en el orden del
sacerdocio mediante la ordenanza del sellamiento en el templo. Ese
conocimiento continúa con los Santos de los Últimos Días en la
actualidad.
La autoridad del sacerdocio que ejercen las mujeres Santos de los Últimos Días en el templo y en otros lugares, en gran medida sigue siendo desconocida para las personas que no son miembros de la Iglesia y, a veces, sus miembros la malinterpretan o la pasan por alto. Con frecuencia, los Santos de los Últimos Días y otras personas equiparan erróneamente el sacerdocio con el oficio religioso y con los hombres que lo poseen, lo cual ensombrece el concepto más amplio de los Santos de los Últimos Días sobre el sacerdocio.
Desde los tiempos de José Smith, los profetas de la Iglesia, ejerciendo las llaves del sacerdocio, han adaptado estructuras y programas en un mundo en el que las oportunidades educativas, políticas y económicas se han ampliado para muchas mujeres57. Hoy en día, las mujeres Santos de los Últimos Días dirigen tres organizaciones dentro de la Iglesia: la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria. Predican y oran en congregaciones, ocupan numerosos puestos de liderazgo y de servicio, participan en consejos del sacerdocio a nivel local y general y sirven en misiones formales de proselitismo por todo el mundo. De esta y otras maneras, las mujeres ejercen la autoridad del sacerdocio aun cuando no hayan sido ordenadas a ningún oficio del sacerdocio58. Para prestar un servicio y desempeñar un liderazgo semejantes en muchas otras tradiciones religiosas, se requeriría la ordenación.
El sacerdocio bendice la vida de los hijos de Dios de innumerables maneras. El sacerdocio define, concede poder, ennoblece y crea orden. En los llamamientos eclesiásticos, las ordenanzas del templo, las relaciones familiares y en el discreto ministerio individual, las mujeres y los hombres Santos de los Últimos Días actúan con el poder y la autoridad del sacerdocio. Esta interdependencia de los hombres y las mujeres al llevar a cabo la obra de Dios por medio de Su poder es fundamental en el evangelio restaurado de Jesucristo por medio del Profeta José Smith.
La restauración de la autoridad del sacerdocio por medio del profeta José Smith es una doctrina fundamental de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En los inicios de su ministerio, José Smith recibió la autoridad del sacerdocio por conducto de mensajeros celestiales; con esa autoridad, organizó la Iglesia, confirió el sacerdocio a otros hombres y los ordenó a los oficios de ese sacerdocio1. Por medio de esta misma autoridad, José Smith organizó la Sociedad de Socorro como parte estructural de la Iglesia, lo cual definió y autorizó formalmente un aspecto fundamental del ministerio de las mujeres. Todo esto se hizo para preparar a los santos para participar en las ordenanzas del templo, las cuales se instituyeron poco después de la fundación de la Sociedad de Socorro. En el momento de su muerte, la visión reveladora impartida a José Smith se hallaba firmemente establecida: mujeres y hombres podían recibir y administrar ordenanzas sagradas del sacerdocio en los santos templos, las cuales los ayudarían a prepararse para entrar en la presencia de Dios algún día.
Lo que entendían los primeros Santos de los Últimos días sobre el sacerdocio
A diferencia de los líderes de muchas otras iglesias, los Santos de los Últimos Días por lo general ordenaban al sacerdocio a hombres comunes y corrientes, según se indicaba por revelación. Con el tiempo, se estableció una amplia estructura de oficios y cuórums del sacerdocio. Desde el principio, esta estructura fue gobernada por revelación bajo la dirección de los líderes del sacerdocio que poseían “llaves”5. Las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, dadas por medio de mensajeros divinos a José Smith y más tarde transmitidas a otros, confirieron el “derecho de presidir”, el derecho “para administrar las cosas espirituales” y el “derecho de oficiar en todos los oficios de la Iglesia”6.
La comprensión de los Santos de los Últimos Días de la naturaleza del sacerdocio y de las llaves aumentaba como resultado de las revelaciones que recibía José Smith. Una revelación de 1832 enseñó que el sacerdocio mayor, o de Melquisedec, poseía “la llave del conocimiento de Dios” y que en las ordenanzas del sacerdocio, “se manifiesta el poder de la divinidad”. A José Smith se le encomendó, al igual que a Moisés, “santificar a los de su pueblo a fin de que vieran la faz de Dios”7. En 1836, mensajeros angelicales confirieron a José Smith las llaves del sacerdocio que permitirían que los miembros de la Iglesia recibieran las ordenanzas del templo8. En una revelación de 1841, el Señor le mandó a los santos que construyeran un templo en Nauvoo, Illinois, en donde Él revelaría a Su pueblo “todas las cosas concernientes a esta casa, y a su sacerdocio”9. Las ordenanzas culminantes del sacerdocio habrían de realizarse en el templo y ayudarían a preparar a los hombres y a las mujeres para entrar en la presencia de Dios.
Las mujeres Santos de los Últimos Días de los primeros años de la Iglesia, al igual que las mujeres de otras partes, participaron activamente en su nueva comunidad religiosa. Ellas ratificaron decisiones votando en conferencias10; amueblaron el templo con su trabajo manual; junto con los hombres adoraron en reuniones y coros; compartieron el Evangelio con sus familiares y vecinos; llevaron a cabo reuniones en sus hogares e hicieron uso de dones espirituales, en privado y en público11. La revelación de esos primeros tiempos daba autorización a las mujeres para “explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia”12; sin embargo, al igual que la mayoría de los demás cristianos de esa época, los Santos de los Últimos Días reservaron para los hombres la predicación en público y el liderazgo en los primeros años de la Iglesia13.
José Smith y la Sociedad de Socorro de Nauvoo
Las mujeres llamaron a su nueva organización “Sociedad de Socorro”. No era como otras sociedades de mujeres de la época ya que fue establecida por un profeta que actuó con la autoridad del sacerdocio para darles a ellas autoridad, responsabilidades sagradas y cargos oficiales dentro de la estructura de la Iglesia, no al margen de ella. Las mujeres se organizaron, como observó el apóstol John Taylor en la reunión inaugural, “de acuerdo con las leyes del Cielo”17.
José Smith encargó a las mujeres “socorrer al pobre” y “salvar almas”18. Declaró que la designación de su esposa Emma Hale Smith como presidenta de la Sociedad de Socorro cumplía una revelación que se le dio a ella doce años antes, en la cual era llamada una “dama elegida”19. También declaró a la sociedad: “Y ahora, doy la vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios y esta Sociedad se ha de regocijar y recibirá un torrente de conocimiento e inteligencia a partir de este momento”20.
Sarah Kingsley Cleveland, consejera de Emma Smith, expresó el sentimiento de que las mujeres habían recibido autorización divina cuando dijo: “Tenemos por objeto actuar en el nombre del Señor”21. Emma Smith exhortó a cada miembro de la sociedad a estar “deseosa de hacer el bien”, declarando que juntas harían “algo extraordinario” y previó “oportunidades extraordinarias y llamamientos apremiantes”.22
Dos de los aspectos de las enseñanzas de José Smith a las mujeres de la Sociedad de Socorro pueden resultar desconocidos para los miembros de la Iglesia hoy en día. El primero es el uso de un lenguaje que está relacionado con el sacerdocio. Al organizar la Sociedad de Socorro, José habló de “ordenar” mujeres y dijo que las oficiales de la Sociedad de Socorro “presidieran esta Sociedad”23. También declaró: “Ahora doy vuelta a la llave para ustedes en el nombre de Dios”24.
Estas declaraciones indican que José Smith delegó la autoridad del sacerdocio a las mujeres en la Sociedad de Socorro25. Se pueden entender más plenamente las palabras de José en su contexto histórico. Durante el siglo XIX, los Santos de los Últimos Días usaron el término llaves para referirse, en diferentes ocasiones, a autoridad, conocimiento y ordenanzas del templo26. Asimismo, los mormones usaron algunas veces el término ordenar en un sentido amplio, a menudo indistintamente con apartar y no siempre haciendo referencia a un oficio del sacerdocio27. A este respecto, los actos de José demostraron el significado de sus palabras: ni José Smith ni ningún otro actuando en su nombre, ni ninguno de sus sucesores confirieron el sacerdocio de Aarón ni el de Melquisedec a las mujeres ni ordenaron a las mujeres a oficio alguno del sacerdocio.
En años posteriores, palabras como ordenación y llaves fueron definidas con mayor precisión, como cuando el presidente John Taylor, que actuó por asignación de José Smith para “ordenar y apartar” a Emma Smith y a sus consejeras, explicó en 1880 que “la ordenación que se hizo entonces no significó conferir el sacerdocio sobre aquellas hermanas”28. Las mujeres sí recibieron autoridad para presidir su organización de mujeres y para nombrar oficiales cuando se necesitasen para dirigir la organización según la manera del sacerdocio, incluso el ser guiadas por una presidenta con consejeras29. En la época de la declaración del presidente Taylor, también se pusieron en marcha organizaciones dirigidas por mujeres para las mujeres jóvenes y los niños. Dichas organizaciones también tenían presidencias, que actuaban con la autoridad delegada del sacerdocio.
El segundo aspecto de las enseñanzas de José Smith a la Sociedad de Socorro que puede resultar desconocido hoy en día es la aprobación de la participación de las mujeres para dar bendiciones de salud. “Respecto a la imposición de manos femenina”, como se recoge en las actas de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, José dijo que “no es pecado para nadie que lo haga si tiene fe”, y aconsejó: “Si las hermanas tienen fe para sanar al enfermo, que todos se callen y permitamos que todo continúe”30. Algunas mujeres habían realizado tales bendiciones desde los primeros tiempos de la Iglesia. En aquella época, los Santos de los Últimos Días entendieron el don de sanar principalmente como enseña el Nuevo Testamento, que era uno de los dones del espíritu disponible para los creyentes por medio de la fe. José Smith enseñó que el don de sanar era una señal que seguiría a “todo aquel que cree, sea hombre o mujer”31.
Durante el siglo XIX, las mujeres bendijeron a los enfermos por medio de la oración de fe y muchas mujeres recibieron bendiciones del sacerdocio con la promesa de que tendrían el don de sanar32. “He visto muchas demostraciones del poder y la bendición de Dios por medio de las bendiciones de salud de las hermanas”, testificó Elizabeth Ann Smith Whitney, quien según su propio relato, fue bendecida por José Smith para ejercer ese don33. En referencia a estas bendiciones de salud, la presidenta general de la Sociedad de Socorro Eliza R. Snow explicó en 1883: “Las mujeres pueden bendecir en el nombre de JESÚS pero no en virtud del sacerdocio”34.
La participación de las mujeres en las bendiciones de salud fue disminuyendo gradualmente a principios del siglo XX, cuando los líderes de la Iglesia enseñaron que era preferible a seguir la directiva que se encuentra en el Nuevo Testamento de “llamar a los élderes”35. En 1926, el Presidente de la Iglesia, Heber J. Grant, afirmó que la Primera Presidencia “no alienta que se llame a las hermanas para bendecir a los enfermos, siendo que las Escrituras nos dicen que se ha de llamar a los élderes, que poseen el sacerdocio de Dios y tienen el poder y la autoridad para bendecir a los enfermos en el nombre de Jesucristo”36. El manual de instrucciones vigente indica que “solamente los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden bendecir a los enfermos o afligidos”37.
El sacerdocio y el templo.
Las enseñanzas de José Smith acerca de las ordenanzas del templo proporcionan un mayor contexto para las enseñanzas relacionadas con el sacerdocio que dio a la Sociedad de Socorro. José habló de establecer un “reino de sacerdotes”39. Había usado términos similares un poco antes cuando habló de la relación de todos los santos con el templo40. Dicho “reino de sacerdotes” iba a estar compuesto por hombres y mujeres que habían hecho convenios en el templo.
En los últimos dos años de su vida, José Smith presentó las ordenanzas y los convenios del templo a un grupo principal de hombres y mujeres. En mayo de 1842, él ofició las primeras investiduras del templo, ceremonia en la que los participantes hacían convenios sagrados y recibían instrucción con respecto al plan de salvación de Dios41. José Smith comenzó sellando (o casando por la eternidad) a esposos y esposas, y después proporcionó a las mujeres la ordenanza de la investidura a finales de septiembre de 1843. Enseñó a los hombres y las mujeres que al recibir las ordenanzas del templo, que culminan con la ordenanza del sellamiento, entraban en un “orden del sacerdocio”42. En el momento de su muerte, había dado estas ordenanzas a varias docenas de hombres y mujeres, quienes se reunían con frecuencia para orar y participar en las ceremonias del templo mientras esperaban la finalización del Templo de Nauvoo en diciembre de 1845.
Las ordenanzas del templo eran ordenanzas del sacerdocio, pero estas no conferían oficios eclesiásticos ni a los hombres ni a las mujeres; dichas ordenanzas cumplían la promesa del Señor de que Su pueblo —hombres y mujeres— serían “investidos con poder de lo alto”43. Ese poder del sacerdocio se manifestaba en la vida de las personas de muchas maneras y estaba disponible para los miembros adultos, independientemente de su estado civil. La investidura abría canales de revelación personal para mujeres y hombres. Confería una mayor medida de “fe y conocimiento” y la “ayuda del Espíritu del Señor”, poder que fortaleció a los santos para las dificultades posteriores a las que iban a enfrentarse mientras viajaban 2.100 kilómetros a través de desiertos inhóspitos y se establecían en el Valle de Lago Salado44. Ello preparó a los Santos de los Últimos Días así investidos a seguir adelante “armados con tu poder [de Dios]” para “llevar nuevas sumamente grandes y gloriosas… hasta los extremos de la tierra”45. De hecho, por medio de las ordenanzas del templo, el poder de la divinidad se manifestó en sus vidas46.
Durante el período de Nauvoo, los Santos de los Últimos Días llegaron a entender que todas las personas son hijos de padres celestiales y que llegar a ser como ellos es el destino supremo de los hombres y las mujeres fieles47. Una revelación adicional acerca de la naturaleza y el propósito del matrimonio acompañaba a estas enseñanzas. José Smith enseñó a sus compañeros que el matrimonio efectuado y solemnizado, o “sellado”, por la debida autoridad en los templos, duraría por todas las eternidades48.
Estas revelaciones y ordenanzas dieron una nueva comprensión de la relación de interdependencia que existe entre hombres y mujeres. Tal como lo expresó el obispo Newel K. Whitney poco después de recibir su investidura: “Sin la mujer, no se pueden restaurar todas las cosas en la tierra. Se necesitan tanto hombres como mujeres para restaurar el sacerdocio”49. Mary Isabella Horne, miembro de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, expresó más tarde su gozo de ser “colaboradoras con nuestros hermanos en la edificación del Reino de Dios”. “En todas las ordenanzas que se reciben en la Casa del Señor, tanto por los vivos como por los muertos”, dijo, “la mujer está al lado del hombre, mostrando que el varón no es sin la mujer ni la mujer es sin el varón en el Señor”50.
El poder del sacerdocio que se confirió en el Templo de Nauvoo, y por extensión, en los templos de hoy en día, se prolonga más allá de esta vida, pues las ordenanzas del templo hacen posible la exaltación de los hijos de Dios51. Las ordenanzas del templo, enseñó José Smith, crearían un “eslabón conexivo” entre los miembros de la familia humana, una familia a la vez, extendiéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo52.
Cuando un hombre y una mujer se sellan en el templo, entran juntos, por convenio, en un orden del sacerdocio53. Si son fieles a sus convenios, reciben “honra, inmortalidad y vida eterna”, “exaltación y gloria en todas las cosas” y “una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás”54. Algunos no tienen la oportunidad de casarse en esta vida y muchos experimentan relaciones familiares que han sido dañadas. Debido a que Dios es justo, cada hijo e hija de Dios tendrá la oportunidad, bien en esta vida o en la siguiente, de aceptar el Evangelio y de recibir todas las bendiciones prometidas (incluido el matrimonio eterno), dependiendo de su fidelidad55.
La mujer y el sacerdocio en la actualidad
La autoridad del sacerdocio que ejercen las mujeres Santos de los Últimos Días en el templo y en otros lugares, en gran medida sigue siendo desconocida para las personas que no son miembros de la Iglesia y, a veces, sus miembros la malinterpretan o la pasan por alto. Con frecuencia, los Santos de los Últimos Días y otras personas equiparan erróneamente el sacerdocio con el oficio religioso y con los hombres que lo poseen, lo cual ensombrece el concepto más amplio de los Santos de los Últimos Días sobre el sacerdocio.
Desde los tiempos de José Smith, los profetas de la Iglesia, ejerciendo las llaves del sacerdocio, han adaptado estructuras y programas en un mundo en el que las oportunidades educativas, políticas y económicas se han ampliado para muchas mujeres57. Hoy en día, las mujeres Santos de los Últimos Días dirigen tres organizaciones dentro de la Iglesia: la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria. Predican y oran en congregaciones, ocupan numerosos puestos de liderazgo y de servicio, participan en consejos del sacerdocio a nivel local y general y sirven en misiones formales de proselitismo por todo el mundo. De esta y otras maneras, las mujeres ejercen la autoridad del sacerdocio aun cuando no hayan sido ordenadas a ningún oficio del sacerdocio58. Para prestar un servicio y desempeñar un liderazgo semejantes en muchas otras tradiciones religiosas, se requeriría la ordenación.
El sacerdocio bendice la vida de los hijos de Dios de innumerables maneras. El sacerdocio define, concede poder, ennoblece y crea orden. En los llamamientos eclesiásticos, las ordenanzas del templo, las relaciones familiares y en el discreto ministerio individual, las mujeres y los hombres Santos de los Últimos Días actúan con el poder y la autoridad del sacerdocio. Esta interdependencia de los hombres y las mujeres al llevar a cabo la obra de Dios por medio de Su poder es fundamental en el evangelio restaurado de Jesucristo por medio del Profeta José Smith.
Fuentes
- Doctrina y Convenios 13; 27:12; José Smith—Historia 1:72.
- Nathan O. Hatch, The Democratization of American Christianity, New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1989, págs. 170–178.
- An American Dictionary of the English Language, editado por Noah Webster, Nueva York: S. Converse, 1828, s.v. “sacerdocio”.
- Entendimiento de los oficios del sacerdocio y su terminología, desarrollado a lo largo del tiempo, incluidas las divisiones del Sacerdocio Aarónico y de Melquisedec. Véase de William G. Hartley, My Fellow Servants: Essays on the History of the Priesthood, Provo, Utah: BYU Studies, 2010, pág. 12.
- Doctrina y Convenios 27:12; 42:69; 90:1–3. En la actualidad, se definen las llaves del sacerdocio como “la autoridad que Dios ha dado a los líderes del sacerdocio para dirigir, controlar y gobernar el uso de Su sacerdocio en la tierra”. Las revelaciones a José Smith hablaban acerca de que recibiría las “llaves de vuestro ministerio”, las “llaves de la Iglesia” y las “llaves del reino”. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 2.1.1.
- Doctrina y Convenios 107:8–9.
- Doctrina y Convenios 84:19–20, 23, 33–40.
- Doctrina y Convenios 110:11–16.
- Doctrina y Convenios 124:40–42.
- Este proceso era conocido como “común acuerdo”. Véase Doctrina y Convenios 26:2.
- Para ver un resumen de los dones espirituales y la participación en la Iglesia de las primeras mujeres Santos de los Últimos Días, véase de Jill Mulvay Derr y otras autoras, Women of Covenant: The Story of Relief Society, Salt Lake City: Deseret Book, 1992, págs. 10–17.
- Doctrina y Convenios 25:7. El versículo 16 de esta revelación declara que “ésta es mi voz a todos”. Véase también de Janiece L. Johnson, “‘Give Up All and Follow Your Lord’: Testimony and Exhortation in Early Mormon Women’s Letters, 1831–1839”, BYU Studies tomo XLI, núm. 1, 2002, págs. 77–107.
- Véase de Ann Braude, Women and American Religion, Nueva York: Oxford University Press, 2000, págs. 11–57; y de Sue Morgan y Jacqueline deVries, editoras, Women, Gender and Religious Cultures in Britain, 1800–1940, Londres: Routledge, 2010. Por lo general, las mujeres cuáqueras, las bautistas de libre voluntad y las metodistas del norte y metodistas africanas disfrutaron de más libertad que las mujeres de las iglesias predominantes. Véase de Rebecca Larson, Daughters of Light, Quaker Preaching and Prophesying in the Colonies and Abroad, 1700–1775, Nueva York: Knopf, 1999; y de Catherine A. Brekus, Strangers and Pilgrims: Female Preaching in America, 1740–1845, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1998.
- Derr y otros autores, Women of Covenant, págs. 23–40; véase también Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, A People of Promise, Salt Lake City: Deseret Book, 2002, págs. 222–226.
- Anne M. Boylan, “Women in Groups: An Analysis of Women’s Benevolent Organizations in New York and Boston, 1747–1840”, Journal of American History 71, 1984, págs. 497–523.
- Sarah M. Kimball, “Early Relief Society Reminiscence”, 17 de marzo de 1882, en Registros de la Sociedad de Socorro, 1880–1892, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. En otro relato, Kimball escribió la declaración de José Smith como “bajo la dirección del sacerdocio y de acuerdo con el modelo de este”. No existe documentación de la época que corrobore que José Smith se expresara en estos términos; sin embargo, Sarah Kimball y otras líderes, que eran miembros de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, expresaron reiteradamente esta idea como lo que habían entendido de lo que José Smith les enseñó. Es más, en 1843, Reynolds Cahoon, miembro del comité del templo, le dijo a las mujeres de la Sociedad de Socorro de Nauvoo que se habían estado organizando “según el orden de Dios que está conectado con el sacerdocio”. El principio expresado en esas declaraciones es la idea de que José Smith consideró a la Sociedad de Socorro como una parte necesaria en la estructura de la Iglesia y su liderazgo siguió el modelo de una presidencia de tres miembros que ya se había establecido para los cuórums del sacerdocio. Sarah M. Kimball, “Auto-Biography”, Woman’s Exponent tomo XII, núm. 7, 1 de septiembre de 1883, pág. 51; Nauvoo Relief Society Minutes, 13 de agosto de 1843, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. Según Eliza R. Snow, José Smith también enseñó que las mujeres se habían organizado oficialmente en dispensaciones anteriores. Véase de Eliza R. Snow, “Female Relief Society”, Deseret News, 22 de abril de 1868, pág. 1; e Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, págs. 1–7.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 9 de junio de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 25:3.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Dallin H. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2014, págs. 50–51.
- Para ver ejemplos de un uso amplio del término llaves, véase Doctrina y Convenios 6:28; 27:5–6, 9, 12–13; 28:7; 81:2; y 124:34, 91–92, 97; véase también Jason H. Lindquist, “‘Unlocking the Door of the Gospel’: The Concept of ‘Key’ in Mormonism”, Archive of Restoration Culture: Summer Fellows’ Papers, 1997–1999, Provo, Utah: Instituto Joseph Fielding Smith para la historia de los Santos de los Últimos Días, 2000, págs. 29–41.
- Por ejemplo, William W. Phelps fue “ordenado” para ayudar con las actividades de impresión de la Iglesia, y Newel K. Whitney fue “ordenado” para actuar como agente de la Iglesia en asuntos de negocios. El uso del término “apartar” para indicar la bendición que se da junto con el llamamiento para una asignación específica se desarrolló a finales del siglo XIX. Doctrina y Convenios 55:4; 63:45; véase también Doctrina y Convenios 104:61.
- “R.S. Reports”, Woman’s Exponent tomo IX, núm. 7, 1 de septiembre de 1880, pág. 55. Las líderes de la Sociedad de Socorro presentes en esa ocasión, que también habían estado presentes en las primeras reuniones de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, coincidieron con la aclaración del Presidente Taylor. Taylor continuó diciendo que “las hermanas poseen una porción del sacerdocio vinculado al de sus maridos”, haciendo referencia al conocimiento, como se indica más adelante, de que las parejas que reciben la ordenanza del sellamiento en el templo entraban juntos en el orden del sacerdocio.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 17 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Marcos 16:17–18.
- Algunas bendiciones patriarcales, por ejemplo, hacían esas promesas. Judith Higbee informó de que el patriarca que la bendijo le prometió que “ella sanaría a miles”. Sixteenth Ward, Riverside Stake, Sixteenth Ward Relief Society Minutes and Records, 1868–1968, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, 9 de marzo de 1880. La participación de las mujeres en los ritos de sanación se analiza ampliamente en Derr y otros autores, Women of Covenant, págs. 44–45, 67–68, 114, 220–221, 429–430. Un estudio más completo y reciente es el de Jonathan A. Stapley y Kristine Wright, “Female Ritual Healing in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 1, invierno de 2011, págs. 1–85.
- Whitney recuerda: “Fui ordenada y apartada por José Smith el Profeta para bendecir a los enfermos y consolar a los afligidos. Varias hermanas más también fueron ordenadas y apartadas para administrar esas ordenanzas sagradas”. Elizabeth Ann Whitney, “A Leaf from an Autobiography”, Woman’s Exponent tomo VII, núm. 12, 15 de noviembre de 1878, pág. 91.
- Morgan Utah Stake Relief Society Minutes and Records, 1878–1973, Biblioteca de Historia de la Iglesia, tomo I, 28 de abril de 1883, pág. 88, cursiva en el original; véase también “To All Authorities of the Priesthood–Instruction for the Relief Society”, Primera Presidencia, Salt Lake City, para todos los líderes y Santos de los Últimos Días, 6 de octubre de 1880, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. El presidente Wilford Woodruff habló en términos parecidos en una carta de instrucciones para la secretaria general de la Sociedad de Socorro. Dijo que las mujeres bendecían a los enfermos “no como miembros del sacerdocio, sino como miembros de la iglesia”. Wilford Woodruff a Emmeline B. Wells, 27 de abril de 1888, First Presidency Letterpress Copybooks, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, tomo XVIII, págs. 733–736.
- Santiago 5:14.
- Heber J. Grant a Zina Young Card, 26 de marzo de 1926, colección familiar de Zina Card Brown, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. Véase también Anthony W. Ivins y Charles W. Nibley a Joseph McMurrin, 14 de diciembre de 1927, correspondencia del presidente de misión de California, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City. Para mayor información, véase de Stapley y Wright, “Female Ritual Healing in Mormonism”, págs. 64–85.
- Manual 2: Administración de la Iglesia, sección 20.6.1.
- José Smith, Diario, 28 de abril de 1842, se corrigió la ortografía, disponible en josephsmithpapers.org; Nauvoo Relief Society Minutes, 31 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. En la reunión de la Sociedad de Socorro del 28 de abril de 1842, José Smith dijo que “la Iglesia no está organizada por completo según el orden preciso, ni podrá estarlo, sino hasta que se termine el templo”. (Nauvoo Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842, disponible en josephsmithpapers.org).
- Nauvoo Relief Society Minutes, 31 de marzo de 1842, se corrigió la ortografía y la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org; véase también Éxodo 19:6; y Apocalipsis 1:6.
- José Smith, Diario, 6 de enero de 1842, disponible en josephsmithpapers.org.
- José Smith, Diario, 4 de mayo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org. La investidura se administró primeramente a nueve hombres. Véase Alma P. Burton, “Endowment”, en Encyclopedia of Mormonism, editado por Daniel H. Ludlow, 5 tomos. Nueva York: Macmillan, 1992, tomo II, págs. 454–456.
- Doctrina y Convenios 131:1–4.
- Doctrina y Convenios 38:32.
- Sarah P. Rich, Autobiography, 1885, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, pág. 66; véase también Guinevere Thomas Woolstenhulme, “‘I Have Seen Many Miracles’: Sarah De Armon Pea Rich,1814–1893”, en Women of Faith in the Latter Days, págs. 271–85.
- Doctrina y Convenios 109:22–23.
- Véase Doctrina y Convenios 84:20.
- Véase “Madre Celestial”; y “Llegar a ser como Dios”.
- Parley P. Pratt, The Autobiography of Parley Parker Pratt, One of the Twelve Apostles of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints, editado por Parley P. Pratt, hijo, Nueva York, Russell Brothers, 1874, pág. 329. La revelación sobre el matrimonio eterno (Doctrina y Convenios 132) incluía también instrucciones sobre el matrimonio plural. Véase “El matrimonio plural en Kirtland y en Nauvoo”.
- Nauvoo Relief Society Minutes, 27 de mayo de 1842, se corrigió la puntuación, disponible en josephsmithpapers.org.
- “To the Presidents and Members of the Relief Society of Salt Lake Stake of Zion, Greeting!”, Woman’s Exponent tomo VI, núm. 16, 15 de enero de 1878, pág. 123; véase también 1 Corintios 11:11.
- Doctrina y Convenios 131:1–4.
- Véase de Lynn A. McKinlay, “Patriarchal Order of the Priesthood”, en Encyclopedia of Mormonism, tomo III, pág. 1067; véase también Jonathan A. Stapley, “Adoptive Sealing Ritual in Mormonism”, Journal of Mormon History tomo XXXVII, núm. 3, verano de 2011, págs. 56–67.
- Doctrina y Convenios 131:1–2.
- Doctrina y Convenios 124:55; 132:19–20; véase también “Llegar a ser como Dios”.
- 1 Nefi 17:35. El presidente Lorenzo Snow enseñó: “Ningún Santo de los Últimos Días que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las oportunidades de hacerlas. En otras palabras, si un joven o una joven no tiene la oportunidad de casarse y lleva una vida fiel hasta la hora de su muerte, tendrá todas las bendiciones, la exaltación y la gloria que tendrá cualquier hombre o mujer que tenga esa oportunidad y la aproveche. Eso es seguro y verdadero…” Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Lorenzo Snow, 2013, pág. 136.
- “El Señor ha indicado que únicamente se ordenarán hombres a los oficios en el sacerdocio”, ha declarado el élder Dallin H. Oaks. Las autoridades que presiden “no están autorizados para alterar [este] modelo divinamente diseñado”. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
- Como el Presidente Dieter F. Uchtdorf ha enseñado, “la Restauración es un proceso en pleno desarrollo”. Dieter F. Uchtdorf, “¿Están durmiendo durante la Restauración?”, Liahona, mayo de 2014, pág. 59.
- Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, pág. 50.
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Si desea saber más acerca de las mujeres en la Iglesia:
D. Todd Christofferson, “La fuerza moral de la mujer”, Liahona, noviembre de 2013
“La mujer de la Iglesia”, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, págs. 237–248
Aprenda más acerca del sacerdocio por medio de las enseñanzas de tres apóstoles:
Dallin H. Oaks, “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2014
M. Russell Ballard, “Los hombres y las mujeres, y el poder del sacerdocio”, Liahona, septiembre de 2014.
Robert D. Hales, “El Plan de Salvación: Un sagrado tesoro de conocimiento que nos guía”, Liahona, octubre de 2015
Aprenda más acerca de la fundación de la Sociedad de Socorro:
“La Sociedad de Socorro: Una restauración de un modelo antiguo”, en Hijas en Mi Reino
“La Sociedad de Socorro: Organización divina de mujeres”, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, págs. 477–487
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Cuanto conocimiento ..hay detras de estas palabras..es sencillo y veraz. ..y cuanto ama Dios a sus hijas..un Dios..completamente dulce lleno de amor..sin castigos..con una humildad capaz de..conmover a las piedras..ese es Dios..el que nos valora y nos dice como a la reyna Esther..que podia lograrlo todo..y que estaba con ella!!..y sus profetas.como
ResponderEliminarjose..que instituyo la SS..para que ..seamos mas sabias..y porque como el dijo eramos las madres. De sion!!!! graciasssss santiago. Hermoso!!!
Marina
hermosa explicación ,para que entendamos nuestros roles a los que N.P.C nos ha llamado, cada uno debe avocarse a su condición de hombre ó mujer ,se que en la exaltación ,muchas mujeres tendrán el Sacerdocio ,pero por el momento aquí en la tierra ,nuestros maridos oficiaran esos llamamientos aceptemos con amor nuestro rol de mujer SUD que es tan sagrado como el Sacerdocio. gracias Marinita y gracias hno. Santiago .besosss
ResponderEliminarOlinda