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José Smith, profecía cumplida




José Smith es un profeta verdadero de Dios, eso no nos cabe duda a millones de Santos de los Últimos Días, y, a pesar de ser pocos en comparación con la población mundial, su nombre ha sido conocido hasta los confines de la Tierra, no solo por nosotros, al testificar de la Restauración del Evangelio en estos tiempos, sino por todos los detractores y críticos que, intentando destruir la obra de Dios, han hablado tanto y tanto de él, que le han dado más fama que la que nosotros podíamos haber conseguido o ni siquiera soñado.

Y no es que focalicemos nuestra fe en José, para nada, le honramos como profeta tal como honramos y queremos a Adán, Abraham, Moisés, Elias, Pedro, Pablo, Nefi o Alma o cualquiera de estos maravillosos hombres, que a pesar de sus debilidades humanas y sus limitaciones, fueron fieles a cumplir con la misión que Dios les encomendó en cada dispensación del Evangelio.

Nuestro ejemplo supremo y único es Jesucristo, pero bien es sabido que El ha llamado profetas desde antiguo, lo hizo como el Gran Jehová en el antiguo testamento, lo hizo como Cristo en su vida mortal con los Apóstoles y lo ha hecho en estos días con los profetas modernos...

Y todo ello, por el espíritu de profecía, ha trascendido más allá de sus sencillas y a veces insignificantes vidas, puesto que su llamamiento profético los ha ensalzado más allá de los logros humanos o científicos, a la altura de la colaboración con Dios en la Salvación Eterna de sus hijos en este hermoso y caído mundo.

Sin embargo, la mayoría de los cristianos no creerán nada de lo que acabo de escribir, y seguirán criticando y difamando la figura del profeta José, sin saber que cuanto mas lo insulten, menosprecien y difamen, más grande será su gloria eterna y mayor nuestra gratitud por su vida y servicio a Dios y a sus hermanos.

Por ello les acompaño este hermoso articulo en los primeros días del año 2020, bicentenario de la maravillosa Primera Visión que dio origen a la Restauración del Evangelio de Cristo.

Que Dios les bendiga.




Lo que un crítico literario de Yale tenía que decir sobre José Smith + Cómo se está cumpliendo la profecía más audaz del profeta





Entre las profecías más ridículamente improbables registradas por el profeta José Smith se encuentra la predicción de Moroni de que, en palabras del profeta, "mi nombre debería ser para bien y para mal entre todas las naciones, familias y lenguas, o que debería ser tanto bueno como malo hablado de entre todas las personas ”(ver José Smith-Historia 1:33 ).

Después de todo, José era, precisamente como dice su propia autobiografía, simplemente un joven agricultor "oscuro" en la frontera estadounidense semicivilizada cuyas "circunstancias en la vida eran tales como para no tener ninguna consecuencia en el mundo" y "quién estaba condenado" a la necesidad de obtener un mantenimiento escaso por su trabajo diario ”(véase Joseph Smith-History 1: 22-23 , 33).

No tenía riqueza, logros educativos o conexiones aristocráticas. Incluso su apellido era casi cómicamente ordinario. (Consulte https://blogs.ancestry.com/cm/files/2014/12/Surname-Map-1.pngpara conocer los apellidos estadounidenses más comunes por estado).

¿Cuáles eran las probabilidades de que José Smith fuera conocido, y mucho menos controvertido, "entre todas las naciones, familias y lenguas" y "entre todas las personas"?




Sin embargo, la profecía se ha cumplido claramente. En todo el mundo, en decenas de países, en todos los continentes habitados, en las islas del mar, los misioneros comparten el mensaje de la Restauración, y por lo tanto, inevitablemente, la historia de José Smith, en docenas de idiomas. 

Hace unas semanas, por ejemplo, conocí y canté himnos con otros Santos de los Últimos Días (incluidos los misioneros retornados) de los Uros, que viven en islas artificiales hechas de haces de totoras secas que flotan en el lago Titicaca, en lo alto del Perú, en los Andes.


Sin embargo, inevitablemente, la oposición estalla dondequiera que predican nuestros misioneros. El nombre de José, dijo Moroni, sería "tenido para bien y para mal". se habla tanto del bien como del mal.

En la década de 1950, un muy anciano élder John H. Groberg fue asignado para servir en la remota isla tongana de Niuatoputapu. Como más tarde informó en su libro de 1993 El ojo de la tormenta , que finalmente se filmó como El otro lado del cielo , los residentes de la isla no estaban familiarizados con los grandes líderes políticos de la época: el primer ministro Winston Churchill de Gran Bretaña, por ejemplo, y el presidente Dwight Eisenhower de los Estados Unidos, pero, gracias a los esfuerzos de un pastor protestante hostil allí, estaban muy conscientes de José Smith.

Pocos meses después de la revelación de 1978 sobre el sacerdocio, me encontré en una librería cristiana en Nairobi, Kenia. Estaba interesado en estudiar un poco de swahili y busqué comprar una Biblia en ese idioma. Sin embargo, mientras recogía mi Biblia en swahili, me sorprendió ver dos estantes muy grandes de materiales antimormones a la venta. No lo sé con certeza, pero es posible que haya más libros antimormones en esos estantes que los Santos de los Últimos Días en todo el este de África en ese momento.


Varios años después, acompañado por un colega, estaba visitando al abad de un monasterio en las montañas al norte de Beirut. Al descubrir de dónde veníamos, sacó una copia del Libro de Mormón de la estantería detrás de su escritorio. No pensó mucho en la historia del origen del libro, pero estaba familiarizado con él.

He tenido experiencias similares en muchos lugares del mundo, incluidos lugares aún no tocados por los misioneros de los Santos de los Últimos Días, como estoy seguro de que otros también lo han hecho. Las estatuas de madera de olivo de José Smith, los bustos de retratos de su esposa Emma y las réplicas en miniatura de la revista Liahona del Libro de Mormón están a la venta en las tiendas de Jerusalén Este. En algunos de los bazares de El Cairo se ofrecen reproducciones en papiro de los facsímiles del Libro de Abraham. Se podría decir, por supuesto, que estos comerciantes saben de qué lado se unta el pan con mantequilla. Pero el punto es que ellos lo saben.

¿Cuántos otros agricultores fronterizos nacidos en las primeras décadas de la primera república estadounidense son recordados por su nombre hoy? ¿Cuántos son el foco de controversia y debate internacional?

¿Cómo explicar la fama internacional de José Smith? Aunque apenas es un creyente, el famoso crítico literario de Yale Harold Bloom ofrece una sugerencia que debe ser considerada seriamente: 

Joseph, dice en su libro de 1992 The American Religion, "fue un auténtico genio religioso, único en nuestra historia nacional". la palabra "profeta" de la misma manera que lo hacen los creyentes, la postura de Bloom es sorprendente: "Yo. No creo que sea posible dudar de que José Smith fue un profeta auténtico. ¿Dónde podemos encontrar su par en toda la historia de Estados Unidos?
Para la visita del élder Ronald Rasband entre los Uros, vea " Experiencias especiales" de la conferencia general de abril de 2008 . 

Daniel Peterson enseña estudios árabes, fundó la Iniciativa de Textos del Medio Oriente de BYU, dirige MormonScholarsTestify.org, preside mormoninterpreter.com, bloguea diariamente en patheos.com/blogs/danpeterson y habla solo por sí mismo.
Los comentarios y comentarios pueden enviarse a comments@ldsliving.com



José Smith y William Miller

Resultado de imagen de william miller y el gran chasco

Cuando estaba preparando al artículo anterior sobre el Arco Iris, descubrí unas palabras del Profeta José Smith sobre William Miller que me resultaron muy interesantes.

Básicamente, tanto José Smith como William Miller son figuras importantes en el mundo religioso de Estados Unidos, y por extensión de todo el mundo, en el siglo XIX, y durante mucho tiempo estuve pensando si habría algún comentario del Profeta José al respecto, ya que fueron contemporáneos y tuvieron que conocerse, por lo menos en sus ideas y enseñanzas.

José Smith es el Profeta de la Restauración y primer Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nuestro querido y reconocido primer profeta de esta época, mientras que William Miller fue un predicador Bautista que en los años 1830 a 1844 estudió la Biblia y creyó descubrir una profecías escondidas en ella, que, bien interpretadas, facilitarían la fecha de la Segunda Venida de Cristo.

Como podrán ver extensamente en su biografía que he copiado al final de la Wikipedia, creó un gran revuelo espiritual en su época y sobre todo, por el fracaso de sus predicciones, aunque él siempre reconoció que debía haber algún fallo en los cálculos, pero que los datos eran seguros y fiables.

Aunque murió sin poder comprobarlo, sus enseñanzas perduraron, con alguna modificación y justificación al respecto, en dos grandes grupos religiosos que hoy conocemos y son, como nosotros, de pequeño numero pero de buena influencia en la cristiandad, hablamos de los Adventistas del Séptimo Día y de los Testigos de Jehová, ambos herederos de las tesis de Miller.

Miller puso una fecha para la Segunda Venida de Cristo, que luego se modificó unos meses cuando no se cumplió, aunque ésta última también fue un fracaso.

Veamos lo que dijo el profeta José, unos días antes de la primera fecha y veamos los resultados de ambas predicciones.




He preguntado al Señor acerca de su venida, y mientras preguntaba, el Señor me dió una señal, y dijo: "En los días de Noé puse un arco en los cielos como señal de que en cualquier año que se viera el arco, el Señor no vendría, sino que habría siembra y siega durante ese año; mas cuando viereis retirar el arco, será por señal de que habrá hambre, pestilencia y grande aflicción entre las naciones, y que la venida del Mesías no está muy lejos."

Pero voy a tomar sobre mí la responsabilidad de profetizar en el nombre del Señor, que Cristo no vendrá este año, como el hermano Miller ha profetizado, porque hemos visto el arco.

Y también profetizo, en el nombre del Señor, que Cristo no vendrá en cuarenta años; y si Dios alguna vez ha hablado por mi boca, digo que Cristo no vendrá para ese tiempo.

Hermanos, cuando lleguéis a casa, escribid esto para que no se olvide. Jesucristo jamás reveló a ningún hombre el tiempo preciso en que El iba a venir. Id y leed las Escrituras, y veréis que no hay nada que especifique la hora exacta en que ha de venir; y todos los que dicen lo contrario son maestros falsos. Hay algunas cosas importantes concernientes al oficio del Mesías en la organización del mundo, sobre las cuales hablaré más adelante. El Dios Omnipotente os bendiga y derrame su Espíritu sobre vosotros, es la oración de vuestro indigno siervo. Amén. —D.H.C. 6:249-254. (Mar. 10 de 1844.)



Interesante descubrir algunas cosas en estas breves palabras, primero el respeto con que trata a Miller llamándolo hermano, aunque no sea de su credo, lo trata con respeto y consideración, cosa que no suelen hacer muchos otros cristianos con nosotros o con otros grupos cristianos.

Segundo, que frente a tanto erudito y teólogo de la Biblia que cree que puede 'descubrir' secretos en ella que nadie más sabe y que, penosamente, el tiempo deja en evidencia, el Profeta José, supongo que inquieto por el revuelo que se había montado en su época, no buscó confrontación, ni realizó estudio alguno, sino que preguntó al Señor sobre el tema, eso hermanos y hermanas, es la clave de todo, preguntar a Dios y buscar sabiduría de la fuente original, de Nuestro Padre.

Tercero, que recibiendo revelación del Señor, pudo afirmar categóricamente que Cristo no vendría en la fecha indicada por el hermano Miller y ni siquiera lo haría en los siguientes cuarenta años, cosa que todos hemos podido comprobar.

De todo ello, podemos deducir, una vez más sin ningún género de dudas, que José Smith fue un profeta verdadero de Dios y que ésta, junto con otras muchas profecías que hizo en su vida, se cumplieron, demostrando con pruebas, su misión divina.

Les dejo con la biografía y datos completos.






William Miller.jpg




William Miller (predicador)

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William Miller
Información personal
Nacimiento15 de febrero de 1782 Ver y modificar los datos en Wikidata
Pittsfield, Estados Unidos Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento20 de diciembre de 1849 Ver y modificar los datos en Wikidata (67 años)
Hampton, Estados Unidos Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadEstadounidense Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
OcupaciónTeólogo Ver y modificar los datos en Wikidata
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William Miller (1782-1849) fue un predicador laico bautista, militar, campesino y jefe cívico local en Low Hampton, en el este de Nueva York. Estudiante de la historia y la profecía bíblica, a partir de sus estudios comenzó a predicar en 1831 el inminente segundo advenimiento de Cristo.
Es considerado como el fundador del Movimiento Adventista (también conocido como Movimiento Millerista), de los años 1830 y 1840 en Norteamérica. Entre sus descendientes espirituales directos existen varias denominaciones, incluyendo la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la Iglesia de Dios (Séptimo día) y movimientos posteriores que se fundaron con la inspiración directa del énfasis de Miller en la profecía bíblica, incluyendo el Movimiento de Estudiantes de la Biblia (Testigos de Jehová).

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Visión religiosa


Casa de Miller en N.Y.


Después de la guerra, y siguiendo a su liberación del ejército el 18 de junio de 1815, Miller regresó a Poultney. Sin embargo, poco después de su retorno, se mudó con su familia de regreso a Low Hampton, en donde compraron una granja[9]​ (ahora un sitio histórico poseído y administrado por El Ministerio de la Herencia del Adventista). A través de este período, Miller estuvo profundamente preocupado por la pregunta de la muerte y la vida después de la muerte. Esta reflexión sobre su propia mortalidad siguió a las recientes muertes de su padre y su hermana; y su experiencia como soldado en la guerra. Miller aparentemente sentía que solo había dos opciones posibles después de la muerte: la aniquilación o la rendición de cuentas; con ninguna de las dos se sentía cómodo.
Pronto después de su retorno a Low Hampton, Miller tomó medidas tentativas hacia la recuperación de su fe Bautista. Al principio procuró combinar ambas, exponer públicamente su Deísmo mientras que simultáneamente asistía a la iglesia Bautista local. Su asistencia se tornó en participación cuando le pidieron leer el sermón del día durante una de las frecuentes ausencias del ministro local. Su participación se convirtió en comisión un domingo, cuando estaba leyendo un sermón sobre los deberes de los padres y fue elogiado con emoción.[10]​ Miller registró la experiencia: "Repentinamente el carácter de un salvador fue vívidamente grabado en mi mente. Parecía que podía haber un Ser tan bueno y compasivo como para sacrificarse a sí mismo por nuestras faltas, y de tal modo salvarnos de sufrir la pena del pecado. Inmediatamente sentí cuan amoroso semejante "Ser" debería ser; e imaginé que yo podría arrojarme a los brazos de Él, y confiar en la misericordia de Él, un Ser tan Único".[11]
Después de su conversión, Miller fue pronto confrontado por sus amigos deistas para justificar su renovada fe. Él lo hizo examinando la biblia detalladamente, declarando a uno de sus amigos: "Si me diera tiempo, yo armonizaría todas las contradicciones aparentes para mi satisfacción, o seré aún un deista."[12]​ Miller comenzó con Génesis 1:1, estudiando cada verso y sin avanzar hasta que sentía que el significado estaba claro. De esta forma se convenció primeramente, que el Postmilenarismo no era bíblico; y en segunda, que la Segunda Venida de Cristo estaba revelada en la Profecía de la biblia.
Basando su creencia principalmente en Daniel 8:14: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado", y usando un principio interpretativo conocido como el "Principio de día-año"; Miller concluyó que la purificación del santuario (Templo de Jerusalén) representaba la purificación de la tierra por fuego en la Segunda Venida de Cristo. Para Miller y otros usuarios de este principio, un día en la profecía debería ser leída como un periodo de un año (365 días). Además, Miller estaba convencido que el período de 2.300 días había comenzado en 457 a.c. con el Decreto para reconstruir Jerusalén de Artajerjes I de Persia. Cálculos simples revelaron que este período terminaba en el año 1843 y por lo tanto, en esa fecha, ocurriría el regreso de Cristo. Miller escribió: "Llegué entonces a la solemne conclusión, que en cerca de veinticinco años a partir de esa fecha (1818), todos los asuntos de nuestro estado actual, se colapsarían".[13]
Aunque Miller estaba convencido de sus cálculos en 1818, continuó con sus estudios en privado hasta 1823 para asegurarse de la autenticidad de sus interpretaciones. En septiembre de 1822, Miller plasmó formalmente sus conclusiones en un documento de 20 puntos, incluido el artículo 15: "Yo creo que la segunda venida de Jesucristo está cerca, casi en puerta, aún dentro de veinte años, o antes de 1843".[14]​ Sin embargo, Miller continuó sin leerlo públicamente hasta el primer domingo de agosto de 1831 en el pueblo de Dresden.[15]
En 1832 entregó una serie de dieciséis artículos al Telégrafo de Vermont (Vermont Telegraph, una publicación Bautista). El primero de estos fue publicado el 15 de mayo, a lo que Miller comenta sobre la respuesta del público: "Comencé a ser inundado con cartas preguntándome sobre mis opiniones, y visitantes se reunieron conmigo para conversar del tema".[12]​ En 1834, incapaz de cumplir con muchas de las peticiones urgentes y con invitaciones para viajar y predicar que había recibido, Miller publica una sinopsis de sus enseñanzas en un escrito de 64 páginas con el título de: Evidencia de las Escrituras y la Historia sobre la Segunda Venida de Crísto, cerca del año 1843: Exhibido en un Curso de Conferencias (Evidence from Scripture and History of the Second Coming of Christ, about the Year 1843: Exhibited in a Course of Lectures).

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Millerismo


Cartel profético Millerista sobre las profecías de Daniel y Revelaciones del año 1843.


Desde 1840 en adelante, el Millerismo se transformó de un "movimiento regional oscuro, a una campaña nacional". La figura clave en esta transformación fue Joshua Vaughan Himes, pastor de la capilla de la calle Chardon en Boston y un experimentado editor. A pesar de que Himes no aceptó completamente las ideas de Miller hasta 1842, estableció el periódico quincenal Señales de los tiempos el 28 de febrero de 1840, para publicarlas.[11]
A pesar de la urgencia de sus partidarios, Miller nunca fijó una fecha exacta para la Segunda Venida. Sin embargo, en respuesta a sus peticiones, redujo el período a algún día dentro del calendario Hebreo comenzando en el año gregoriano de 1843, registrando: "Mis principios en breve, son, que Jesucristo vendrá otra vez a esta tierra, limpiará, purificará, y tomará posesión del mismo, con todos los santos, en algún momento entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844.[16]
El 21 de marzo de 1844 pasó sin incidentes, algunas discusiones y estudios posteriores resultaron en la pronta adopción de una nueva fecha: 18 de abril de 1844, basado en la interpretación caraísta del Calendario hebreo (opuesta al calendario rabínico).[17]​ Como en la fecha pasada, el 18 de abril pasó sin el retorno de Cristo. Miller respondió públicamente, escribiendo: "Confieso mi error y reconozco mi decepción; pero aún creo que el día del Señor está cerca, casi a la puerta".[18]
En agosto de 1844 en un campamento de reunión en Exeter, Nuevo Hampshire, Samuel S. Snow presentó un mensaje que llegó a ser conocido como el mensaje de los siete meses o el verdadero grito de medianoche. En una discusión basada en tipología escritural, Snow presentó su conclusión (aún basada en la profecía de los 2300 días de Daniel 8:14), que Cristo regresaría el décimo día del séptimo mes del presente año 1844.[19]​ Otra vez usando el calendario de los judíos caraístas, el día fue determinado como el 22 de octubre de 1844.

El Gran Chasco

El 22 de octubre y el amanecer del 23 de octubre, se convirtieron en la gran decepción de los Milleristas. Hiram Edson registró que "Nuestras más profundas esperanzas y expectativas fueron destrozadas, y un espíritu de angustia vino sobre nosotros como nunca antes había experimentado... lloramos y lloramos hasta el atardecer."[20]​ Después del Gran Chasco muchos Milleristas simplemente renunciaron a sus creencias. Algunos no lo hicieron y proliferaron puntos de vista y explicaciones. Miller inicialmente parecía creer que la Segunda Venida de Cristo aún iba a tener lugar, que "el año de expectativa estaba de acuerdo a la profecía; pero... que debía de haber algún error en la cronología de la Biblia, que provenía de algún error humano, que podría haber desechado alguna fecha y que esto de alguna forma contará para la discrepancia."[21]​ Miller nunca renunció a su creencia en la Segunda Venida de Cristo. Murió el 20 de diciembre de 1849, aún convencido que la Segunda Venida era inminente. Miller fue enterrado cerca de su casa en Low Hampton, Nueva York. Su casa está registrada como Lugar Histórico Nacional de los Estados Unidos y es preservada como museo: Casa de William Miller.
Después de octubre de 1844, donde ocurrió el llamado "gran chasco", el movimiento se dividió en varios grupos. Algunos volvieron a sus iglesias anteriores. Otros continuaron buscando fechas para el cumplimento de la profecía. Otros buscaron una explicación acerca del porqué Cristo no había venido, pues estaban seguros de que los cálculos de Miller eran correctos, y que la Biblia no se equivocaba. Como resultado de sus estudios, llegaron a la conclusión de que el error de Miller no había estado en la fecha, sino en el evento que ocurriría al finalizar la profecía. Miller y sus seguidores habían interpretado el texto de Daniel 8:14 "... y luego el santuario será purificado", y como una referencia a la purificación de la tierra en el momento de la Segunda Venida de Cristo, pero al estudiar más profundamente la epístola a los Hebreos pudieron comprender que la obra del Santuario que Dios mandó realizar por el Sumo Sacerdote en el desierto era llevada a cabo por Cristo en el cielo, y por lo tanto la profecía debía referirse a la obra de Cristo en el Santuario celestial y no a la purificación de la tierra. En el santuario del desierto, una vez al año el sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para purificar el santuario terrenal con la sangre del cordero sacrificado. Asimismo Cristo debía entrar en el Lugar Santísimo del cielo. Al estudiar la obra y la construcción del santuario terrenal se pudo encontrar que este había sido mostrado a Moisés en visión en el monte (Éx 25:40; 26:30 y 27:8); por tanto, si tenía el mismo modelo que el Santuario celestial, Cristo estaba pasando al Lugar Santísimo del cielo, y estaba llevando a cabo el Juicio que realizaba el sumo sacerdote. Lo que había ocurrido en 1844 era el comienzo del juicio, y no la Segunda Venida, ya que nadie sabe el día y la hora del regreso de Jesús (Mateo 24:36). De este grupo surgió lo que hoy es la Iglesia Adventista del Séptimo Día.







Mormones, profecías, la guerra y la paz



Los mormones no adoramos a José Smith.

Que quede bien claro, no obstante, lo respetamos y reconocemos su valor en la Restauración del Evangelio en estos últimos días, tal como respetamos y reconocemos a Adán, Noé, Abraham, Jacob, o Moisés, o tal como respetamos y reconocemos a Pedro, Juan o Pablo, todos ellos profetas y apóstoles del Señor Jesucristo, hombres justos y santos, aunque imperfectos todos, pero que demostraron su fidelidad a Dios y su amor por el prójimo.

Un ataque que suele hacer cualquier critico a cualquier institución o grupo, se suele dirigir a su fundador o director, y se intenta desacreditar su personalidad y moral, a fin de destruir su obra u organización, es lo que suele llamarse un ataque 'ad hominem'.

El profeta José ha sido difamado, atacado e insultado, intentando desacreditarlo, para así desacreditar y destruir su obra, pero, como muchos sabemos, no era su obra, él no era su creador, él solo era el mensajero, el creador del mormonismo es nuestro Señor Jesucristo y José solo fue el primer profeta de los últimos días, gran hombre, un noble ser humano, un buen siervo de Dios, pero solo un hombre imperfecto como todos nosotros.


No obstante, el legado que nos ha dejado, como todos los profetas y apóstoles de antaño, es enorme, porque no es suyo, es de Dios, y por lo tanto, el profeta fue instrumento en sus manos para darnos el maravilloso Evangelio de Cristo restaurado.

Hasta el propio Cristo, a pesar de su bondad, servicio, amor y perfección, fue atacado en su tiempo por escribas y fariseos, y desacreditado, insultado y desprestigiado, llegando a decirnos, que tal como le habían tratado a El, tratarían en el futuro a cualquiera de sus siervos.

Así es que no debería resultarnos sorprendente tanta crítica y ataque al profeta José, que a pesar de sus imperfecciones humanas, que tantas veces aparecen en las revelaciones de Doctrina y Convenios, fue un gran hombre de Dios que cumplió con su voluntad y realizó su obra, hasta entregar su propia vida por el Evangelio de Cristo.

En esta ocasión quiero recordar un artículo que publiqué hace un par de años sobre la profecía que hizo José sobre la guerra civil americana y como, casi treinta años después de recibirla, se cumplió hasta en el más pequeño detalle, mostrando que José era un profeta verdadero de Dios.



https://mormondefender4biblia.blogspot.com.es/2015/09/jose-smtih-profeta-verdadero-de-dios.html



No obstante, un profeta es mucho más que alguien que profetiza y se cumple, un profeta es un maestro que enseña la verdad por revelación de Dios, y en este caso, el artículo que les acompaño, demuestra mucho mas ampliamente el cómo y el porqué de esta profecía, ya que cuando se recibió, todo pareció arreglarse y muchos pensaron que José había profetizado en falso, ya que hubo que esperar casi treinta años para ver su cumplimiento, pero la verdad es tozuda y se abre paso a través de nuestra incredulidad y prejuicios.

Además de ver el contexto histórico de la profecía y todos los acontecimientos que la acompañaron, hay un hecho que me encanta, y es la positividad y bondad del mormonismo, encarnada en José y todos los primeros santos, ya que, aunque él no llegó a ver el cumplimiento de su profecía, siempre mantuvo su fe en que era de Dios y que se cumpliría algún día, pero nunca la utilizó para asustar o amenazar a nadie, ya que este es un Evangelio de amor y no de temor, de alegría y no de miedo y aunque sabemos que van a pasar cosas negativas, aspiramos a todo lo bueno y positivo y vemos con esperanza el triunfo del amor y de la fe.










Paz y guerra

D. y C. 87

Jed Woodworth

Unos cuantos días antes de la Navidad de 1832, los Santos de los Últimos Días entraron a su casa para resguardarse del aire frío y húmedo y sentarse a la luz cálida y centelleante de la chimenea. Abrieron el diario local, el Painesville Telegraph y se encontraron con noticias alarmantes. A unos 1.100 km hacia el sur, la asamblea legislativa de Carolina del Sur, un estado de los Estados Unidos, había declarado que los impuestos por bienes importados que el gobierno federal imponía eran “nulos y sin efecto”. Ese movimiento creó una “crisis de la anulación” que cuestionó el derecho del gobierno federal de hacer cumplir sus propias leyes. La guerra se cernía en el horizonte1.
Los aranceles se habían fijado para proteger a los fabricantes del norte en contra de la competencia extranjera, pero los agricultores del sur consideraban que eran injustos. ¿Por qué debían pagar más por bienes que su región ni siquiera producía?2. Andrew Jackson, Presidente de los Estados Unidos, emitió una proclamación en la que advertía que el rechazo de los aranceles federales por parte de Carolina del Sur era un acto de rebelión que podía terminar en la efusión de sangre. La respuesta de Carolina del Sur fue prepararse sin demora para la guerra3. No se veía arreglo alguno por ninguna parte. Los informes que los residentes de Kirtland leyeron sonaban el tambor de guerra: “Si una bayoneta federal reluce dentro de nuestras fronteras”, decía uno de los informes, será una “guerra de soberanos4.


La revelación del día de Navidad




D. y C. 87 en JosephSmithPapers.org

José Smith siguió muy de cerca el conflicto por medio de los periódicos que llegaban a Kirtland. Agregó una nota a su historia [personal] en cuanto a la gente de Carolina del Sur, “declarando [el] estado [de ellos] una nación libre e independiente”, y [también incluyó en la nota] la “proclamación en contra de esa rebelión” dada por el presidente Jackson5. Y entonces, después de esas líneas, José insertó lo que llamó “una profecía de guerra”, una revelación que dictó a su secretario Frederick G. Williams el día de Navidad de 1832, apenas unos días después de que la sorprendente noticia apareció en los periódicos de Kirtland. Esa revelación se conoce actualmente como Doctrina y Convenios 87.
Sin mencionar al presidente Jackson por nombre, la profecía de guerra hizo que las promesas condicionales del presidente fueran inevitables. El presidente Jackson había predicho que habría un conflicto armado si Carolina del Sur seguía insistiendo que era un estado soberano. Según el presidente Jackson, por medio de sus actos Carolina del Sur había dicho: “La paz y la prosperidad desfiguraremos; este libre intercambio interrumpiremos; estos campos fértiles inundaremos de sangre”6. Pero si Carolina del Sur daba marcha atrás, la inundación podía evitarse. Sin embargo, en la profecía de José Smith, la efusión de sangre era una conclusión inevitable. “Las guerras que pronto acaecerán, comenzando por la rebelión de Carolina del Sur”, decía la revelación, “finalmente resultarán [en] la muerte y la miseria de muchas almas”7. La revelación no presagiaba ninguna resolución pacífica.
La destrucción no era un tema nuevo en las revelaciones de José Smith. El Señor ya había advertido del tiempo en que el hambre, la pestilencia y las tempestades sobrevendrían a los habitantes del mundo8. Las revelaciones enseñaban que la destrucción generalizada precedería la segunda venida del Señor, y la frecuencia de las referencias a la destrucción en las revelaciones causaron que muchos Santos de los Últimos Días llegaran a la conclusión de que la Segunda Venida seguramente era inminente9.
Doctrina y Convenios 87 solo intensificó las expectativas de que no faltaba mucho para la Segunda Venida. Otras revelaciones situaban la destrucción en un tiempo y un lugar indeterminados: La destrucción ocurriría “antes que llegue este gran día”, refiriéndose a la Segunda Venida, o tendría lugar entre “todas las naciones”10. Las revelaciones decían que las guerras y rumores de guerras serían “en vuestras propias tierras” y “en países extranjeros”11. Por el contrario, Doctrina y Convenios 87 ligaba la destrucción a lugares específicos y a acontecimientos en un panorama contemporáneo: Carolina del Sur y su rebelión se nombraron específicamente. El conflicto involucraba más que solo naciones en guerra. También involucraría a grupos oprimidos —“esclavos” y “el resto”— que se sublevarían contra sus amos y capataces12.
La referencia a los esclavos insertó Doctrina y Convenios 87 directamente en el conflicto por el poder federal. En el periodo previo a la crisis, los de Carolina del Sur habían argumentado que los aranceles federales se habían diseñado intencionalmente para subvertir la economía agrícola cuya fuerza laboral se componía de esclavos y que era predominante en la región sur de los Estados Unidos. Todos los estados que se beneficiarían de los aranceles, incluso Ohio, habían prohibido la esclavitud. La profecía de José Smith en cuanto a la guerra reconocía esas divisiones geopolíticas y las ligaba a las guerras que inevitablemente seguirían: “los estados del sur se dividirán en contra de los del norte, y los estados del sur llamarán a otras naciones, aun el país de la Gran Bretaña”13. En 1832, Europa dependía del algodón del sur para sus industrias textiles. Gran Bretaña parecía ser un aliado probable para la causa de Carolina del Sur.

La crisis queda atrás

Para gran sorpresa de todos, la crisis de la anulación llegó a su fin casi antes de haber empezado. En febrero de 1833, el presidente Jackson hizo los arreglos para un arancel de concesión más bajo, reafirmando los derechos del gobierno federal y al mismo tiempo satisfaciendo las demandas de los secesionistas a favor de los derechos de los estados. La crisis quedó atrás, la paz regresó a la tierra y el presidente Jackson disfrutó lo que quizá fue su mayor triunfo como presidente14.
La resolución pacífica de la crisis complació a todos, excepto a los instigadores más apasionados. Como seguidor de Cristo, José Smith amaba la paz y le placía la conciliación, y esperaba con anhelo el regreso del Príncipe de Paz y Su pacífico reino milenario. Sin embargo, las funestas predicciones contenidas en la profecía sobre la guerra, ligadas como estaban a acontecimientos contemporáneos, deben haber desconcertado a José. La muerte y miseria de muchas almas no ocurrió. Los estados del sur seguían divididos en contra de los del norte en la cuestión de la esclavitud, pero los esclavos no se sublevaron contra sus amos y Carolina del Sur no solicitó la ayuda de Gran Bretaña15. Cualquiera que hubiera estado buscando el cumplimiento de la revelación de 1833 se habría sentido decepcionado.
José Smith parecía estar renuente a diseminar ampliamente las noticias de su profecía sobre la guerra. Incluso antes de que la crisis quedara atrás, le dijo a un editor de un diario que estaba seguro de que “no pasarán muchos años antes de que Estados Unidos presente una escena tal de efusión de sangre que no tiene paralelo en la historia de nuestra nación”16. Pero no dio detalles más específicos. No mencionó a Carolina del Sur en sus enseñanzas y sermones posteriores. Cuando en 1835 compiló sus revelaciones para que fueran publicadas, José no incluyó Doctrina y Convenios 87 en la colección. Después de que la crisis de la anulación terminó en forma pacífica, pareció ser mejor dejar de lado la revelación durante su vida17.
José estaba seguro de sus revelaciones anteriores. Había sentido la voz de Dios hablar por medio de él anteriormente y había visto esas palabras cumplirse. Debió haberse preguntado si esta revelación era un caso de profecía falsa. O bien, si la profecía era verdad, ¿qué deseaba Dios que José hiciera ahora que la paz, aunque fuera temporaria, se había logrado?

Lugares santos

Doctrina y Convenios 87 no surtió un efecto radical en la forma en que José Smith abordaba la vida. No se escondió en un refugio subterráneo ni desapareció de la vista del público para esperar el final. Incluso antes de que el presidente Jackson lograra una resolución satisfactoria de la crisis, cuando la guerra todavía parecía ser probable, José calladamente abrió una escuela para élderes que dentro de poco saldrían al mundo como misioneros. La Escuela de los Profetas, como José la llamó, se reunía con un pequeño grupo de hombres Santos de los Últimos Días en la tienda de Newel K. Whitney en Kirtland.
En ella, José enseñó a los alumnos la forma de “[hablar] en el nombre de Dios”18. Instó a los hombres a purificarse para que el Espíritu de Dios pudiera ayudarles a encontrar y enseñar a los elegidos. José enseñó que los que guardaran la Palabra de Sabiduría correrían sin fatigarse y andarían sin desmayar19. El presidente Jackson había procurado evitar la destrucción por medio de la diplomacia. José enseñó que el “ángel destructor” podía evitarse al vivir con rectitud20.
José nunca evitó advertir al mundo de los cataclismos por venir, pero su mensaje no se trataba de eso. No era un profeta fatalista que se contentaba con solo predecir miseria e infortunio21. Al final de Doctrina y Convenios 87, el Señor dijo a los santos cómo debían responder ante tales profecías tan inquietantes. No debían vivir temerosos ni abandonar sus proyectos actuales. Debían “[permanecer] en lugares santos y no [ser] movidos”22.
Unos cuantos días después de que se recibió Doctrina y Convenios 87, José Smith recibió otra revelación en la que el Señor mandó a los santos construir un templo en Kirtland (Doctrina y Convenios 88). Esa revelación, al igual que la profecía sobre la guerra, hablaba de las destrucciones por venir, pero también hablaba de una obra importante que los santos habían de realizar. No debían sentarse pasivamente, esperando que Cristo regresara mientras que el mundo se venía abajo a su alrededor. Tampoco debían simplemente predicar, como los fatalistas lo hacían. Debían edificar nuevas estructuras, nuevas instituciones, nuevos “lugares santos”. Siempre obediente a sus revelaciones, José abrió la Escuela de los Profetas, tal como la revelación le indicó que hiciera. Más tarde ese verano empezó a construir el templo.
Hasta el final de la vida de José, fueron los “lugares santos”, templos y escuelas, que captaron más su atención. La experiencia le enseñó a tener poca fe en el poder de la diplomacia, como la tuvo Andrew Jackson. José sabía, a causa de las demasiadas veces que los santos se habían visto forzados a mudarse, cuán frágil puede ser la paz. A pesar del conflicto que los rodeaba, los santos siempre podían hallar paz en el proceso de crear y habitar lugares santos.

Conclusión

Tres décadas después de que se recibió Doctrina y Convenios 87, Carolina del Sur volvió a rebelarse. Convencidos de que la elección de Abraham Lincoln como presidente de los Estados Unidos significaría problemas para la institución de la esclavitud, la asamblea legislativa del estado votó a favor de separarse de Estados Unidos. El movimiento de Carolina del Sur desencadenó una guerra entre el norte y el sur, de la cual resultó mucha muerte y miseria. Los estados del sur solicitaron la ayuda de Gran Bretaña y los esclavos se sublevaron contra sus amos. Al mismo tiempo, los santos, ahora en su nuevo hogar en el oeste, se afanaban por poner los cimientos de un lugar santo más: el Templo de Salt Lake.








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Notas al pie de página
[1] Véase William W. Freehling, ed., The Nullification Era: A Documentary Record, Nueva York: Harper Torchbooks, 1967. La noticia de la rebelión de Carolina del Sur en contra de los aranceles federales ya se había reportado antes de esta fecha, pero no fue sino hasta el 21 de diciembre que el diario Painesville Telegraph hizo un reportaje del discurso del gobernador de Carolina del Sur manifestando que apoyaba las acciones de la asamblea legislativa.
[2] La Constitución de los Estados Unidos concedía al gobierno federal el poder para regular el comercio, y durante las primeras dos décadas de la existencia de la nación, se fijaron aranceles bajos a fin de estimular los ingresos. Las tasas arancelarias más altas se produjeron en respuesta a la gran escala de manufactura británica durante las décadas de 1810 y 1820 (véase Paul P. Abrahams, “Tariffs”, en The Oxford Companion to United States History, ed. Paul S. Boyer, Nueva York: Oxford University Press, 2001, pág. 761).
[3] Andrew Jackson, Proclamation, 10 de diciembre de 1832, en A Compilation of the Messages and Papers of the Presidents, comp. James D. Richardson, 11 tomos, New York: Bureau of National Literature, 1897, tomo III, págs. 1203–1219. La asamblea legislativa de Carolina del Sur autorizó $200.000 dólares —una suma enorme— para obtener municiones, y otorgó al gobernador autoridad para convocar a la milicia (véase Robert V. Remini, Andrew Jackson and the Course of American Democracy, 1833–1845, Nueva York: Harper & Row, 1984, pág. 26). Los defensores de la anulación naturalmente recibieron la proclamación del presidente Jackson con menosprecio, considerándola como una manera de lograr que los miembros del partido político Whig de Carolina del Sur se sometieran por medio de la intimidación al incitar a los oponentes de la anulación dentro del estado. Para esos anuladores radicales, la proclamación del presidente Jackson equivalía a una “declaración de guerra” (“South Carolina”, Alexandria [Virginia] Gazette, 25 de diciembre de 1832, pág. 2).
[4] “The Charleston Mercury”, Painesville Telegraph, 21 de diciembre de 1832, pág. 3, columna 2. James Hamilton, el gobernador saliente de Carolina del Sur, casi parecía invitar la guerra en un discurso ampliamente difundido que pronunció el 10 de diciembre. “Una gran mayoría de nuestra gente”, dijo él, “preferiría que toda casa en la superficie de nuestro territorio fuera arrasada hasta los cimientos, y toda brizna de hierba fuera quemada, antes que rendirse ante la tiranía y la injusticia de ese sistema de gobierno en contra del cual hemos inalterablemente tomado una posición” (“South Carolina”, American Traveller, Boston, 25 de diciembre de 1832, pág. 3).
[5] José Smith, “History, 1838–1856, volume A-1 [23 December 1805–30 August 1834]”, pág. 244, josephsmithpapers.org.
[6] Richardson, A Compilation of the Messages and Papers of the Presidents, tomo III, pág. 1217.
[7] “Revelation, 25 December 1832 [D&C 87]”, en Revelation Book 2, pág. 32, josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 87:1.
[8] Véase “Revelation, September 1830-A [D&C 29]”, en Revelation Book 1, págs. 37–38, josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 29:14–19.
[9] En cuanto al milenarismo mormón, véase Grant Underwood, The Millenarian World of Early Mormonism, Urbana: University of Illinois Press, 1986. Para el milenarismo en general, las obras clásicas son James West Davidson, The Logic of Millennial Thought: Eighteenth-Century New England, New Haven: Yale University Press, 1977; y Ernest R. Sandeen, The Roots of Fundamentalism: British and American Millenarianism, 1800–1930, Chicago: University of Chicago Press, 1970.
[10] “Revelation, September 1830-A [D&C 29]”, pág. 37; “Revelation, 4 November 1830 [D&C 34]”, en Revelation Book 1, pág. 46, josephsmithpapers.org; véase también Doctrina y Convenios 29:14; 34:8–9.
[11] “Revelation, circa 7 March 1831 [D&C 45]”, en Revelation Book 1, págs. 73, 75; véase también Doctrina y Convenios 45:26, 63.
[12] “Revelation, 25 December 1832 [D&C 87]”, págs. 32–33; véase también Doctrina y Convenios 87:1.
[13] “Revelation, 25 December 1832 [D&C 87]”, pág. 33; véase también Doctrina y Convenios 87:3.

[14] Merrill D. Peterson, Olive Branch and Sword—The Compromise of 1833, Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1982; William W. Freehling, Prelude to Civil War: The Nullification Controversy in South Carolina, 1816–1836, Nueva York: Harper & Row, 1966, pág. 293. Los eruditos tienen diferentes opiniones en cuanto a la forma en que el presidente Jackson gestionó la crisis de la anulación. La erudición más antigua tiende más al elogio y la celebración, mientras que los eruditos más recientes han argumentado que las concesiones realizadas constituyeron una gran vergüenza que dañó al presidente Jackson políticamente en los años por venir (véase Richard E. Ellis, The Union at Risk: Jacksonian Democracy, States Rights, and the Nullification Crisis, New York: Oxford University Press, 1987, págs. 181–182).
[15] Hubo rebeliones de esclavos antes de 1832, pero tendieron a ser acontecimientos aislados y de corta duración. Véase, por ejemplo, Stephen B. Oates, The Fires of Jubilee: Nat Turner’s Fierce Rebellion, New York: Harper & Row, 1975.
[16] Carta de José Smith a Noah C. Saxton, 4 de enero de 1833, en Joseph Smith Letterbook 1, págs. 17–18, josephsmithpapers.org.
[17] Aun cuando los misioneros habían llevado consigo copias hechas a mano de la revelación por varias décadas, no se publicó sino hasta 1851 (véase Scott C. Esplin, “‘Have We Not Had a Prophet among Us?’: Joseph Smith’s Civil War Prophecy”, en Civil War Saints, ed. Kenneth L. Alford, Salt Lake City: Deseret Book, 2012, págs. 41–59).
[18] “Revelation, 1 November 1831–B [D&C 1]”, en Revelation Book 1, pág. 126, josephsmithpapers.org; véanse también “Revelation, 27–28 December 1832 [D&C 88:1–126]”, en Revelation Book 2, pág. 46, josephsmithpapers.org; Doctrina y Convenios 1:20; 88:122.
[19] Véase Jed Woodworth, “La Palabra de Sabiduría: D. y C. 89”, history.lds.org; véase también Doctrina y Convenios 89:20–21.
[20] “Revelation, 27 February 1833 [D&C 89]”, en Revelation Book 2, pág. 51, josephsmithpapers.org; véase también D. y C. 89:21.
[21] Véase Susan Juster, Doomsayers: Anglo-American Prophecy in the Age of Revolution, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2003.
[22] “Revelation, 25 December 1832 [D&C 87]”, pág. 33; véase también Doctrina y Convenios 87:8.