Hace algún tiempo, pude leer esta historia y me emocionó tanto, que quisiera compartirla con todos vosotros.
Hay dos cosas que quiero destacar de esta hermosa historia.
Primero, el proceso de conversión de una persona desde el ateísmo, como fue mi caso personal hace mucho tiempo, hasta la gloriosa percepción de las verdades eternas y la obtención del firme testimonio de Dios, no de hombre, de la veracidad de su Iglesia, y sobre todo, de la Expiación de Cristo, nuestro Salvador y Redentor.
Segundo, la hermosura del amor.
Espero que lo disfruten.
La increíble historia de amor de un ateo y una voluntaria de Mormon.org
ENERO 29, 2015 • EXPERIENCIAS MISIONALES, LOS MORMONES • VIEWS: 1624
Gary Vahey creció como un ateo en el sureste de Londres y había escuchado solo vagas referencias de “los mormones”, hace dos años ni siquiera sabía lo que significaba esa palabra ni tampoco lo que creían esas particulares personas.
De hecho, la primera exposición que vio Vahey sobre el mormonismo fue de las populares (y a menudo groseras) caricaturas de Comedy Central “South Park”. El episodio mostraba la vida de José Smith y el génesis de la Iglesia en sus días. Para qué decir que la presentación que Vahey tuvo sobre la Iglesia era interesante, pero inexacta.
Vahey recuerda: “La primera vez que vi ese episodio [de South Park], junto con pensar que era muy divertido, quedé sincera y absolutamente sorprendido de que alguien pudiera realmente creer esa historia”.
Es ligera curiosidad de Vahey lo llevó un sábado de mañana al sitio Mormon.org, donde descubrió que podía conversar por mensajes con misioneros sobre sus preguntas.
Vahey admite: “No podía ayudarme a mí mismo… para ser honesto, estaba ahí para reírme de ellos un poco, pero también estaba sinceramente interesado en sus creencias. Quería también divertirme un poco con esas personas”.
Pero rápidamente Vahey aprendió que estos mormones no eran tan extraños como él pensaba. Las hermanas misioneras con las que se contactó eran “superamistosas y cordiales”. Ellas terminaron haciendo que Vahey se sintiera mal por sus intenciones iniciales. Un tanto avergonzado, Vahey recibió tranquilamente la charla de las misioneras y cuando llegó el desafío de leer el Libro de Mormón pensó que sería grosero si lo rechazaba.
Vahey dijo: “Estaba algo curioso de leer este libro que había engendrado a una religión entera”. En un intento por ser astuto con los misioneros, Vahey ordenó una copia del Libro de Mormón por internet, ya que le preocupaba de que si le daba su dirección a los misioneros nunca se pudiera deshacer de ellos”.
El cambio de perspectivas
El libro llegó la misma semana. “Inmediatamente me sentí estúpido por haber prometido leer un libro que es muy grande y con letras chicas, pensé en que no tenía tiempo para eso… pero lo había prometido”.
Fiel a su palabra, Vahey comenzó a leerlo durante su largo trayecto diario a su oficina en el centro de Londres, motivado por un sincera curiosidad y algo más profundo, el orgullo.
“Me sentí derrotado por las misioneras en [nuestra] confrontación y sentía que ellas había obtenido lo mejor de mí. Entonces planeé leer el Libro de Mormón y luego responderles con preguntas para continuar el debate”, indicó.
Después de leer tan solo unas pocas páginas del Libro de Mormón, Vahey ya tenía una enorme lista de preguntas con las que estaba seguro que dejaría confundidas a las hermanas o, a lo menos, tendrían que hacer una pausa. Pero ese mismo día recibió una respuesta de una de las hermanas. Todas sus preguntas habían sido respondidas.
Entonces continuó leyendo y preguntando. Dentro de unas pocas semanas y una media docena de correos electrónicos, Vahey ya se había leído el Libro de Mormón entero.
A este punto Vahey se dio cuenta de que “no había obtenido lo mejor de ellas aún, entonces supuse que debía seguir leyendo”. Leyó después Doctrina y Convenios y luego comencé a investigar sobre la historia de los comienzos de la Iglesia y de sus líderes importantes. En un comienzo era receloso al hecho de reunirse con los misioneros en persona, pero a este punto, Vahey ya se había quedado sin excusas.
La conversión al Evangelio
Entonces, más o menos a principios de octubre del 2012, Vahey asistió a la Iglesia con los misioneros por primera vez. Sin que Vahey ni las hermanas con que se escribía supieran, ocurrió que justo esa semana se mostraba la conferencia general completa en los centro de estaca del Reino Unido, todas las ocho horas en una (larga) sesión ininterrumpida.
Vahey escuchó la primera sesión de la conferencia concentrado y con un interés sincero en lo que los oradores tenían para decir. Una vez que los miembros comenzaron a estirarse y caminar después de la primera sesión, Vahey creyó que el servicio había terminado y se sorprendió de lo poco dolorosa que había sido la experiencia. Ahí fue cuando los misioneros le informaron que todavía quedaban otras seis horas más.
No hay quién haga que Vahey se retracte de sus compromisos, por lo que permaneció ahí durante la toda retransmisión de la conferencia general.
Aunque un poco conmocionado luego de sus primeras ocho horas en la capilla, Vahey se comprometió a asistir a los servicios regulares la siguiente semana. Habiendo crecido como un ateo, había muchos aspectos de la Iglesia que le parecían peculiares.
“Pero tuve una buena experiencia, no podría explicar el porqué”, dijo Vahey. Continuó asistiendo a la Iglesia, encontrando que su inicial actitud argumentativa se fundía en un genuino interés por las verdades del Evangelio.
Luego de una conmovedora experiencia espiritual a comienzos de enero del 2013, Vahey se dio cuenta de que no podía discutir o negar más los sentimientos que tenía.
“Estaba leyendo el Libro de Mormón otra vez y llegué a 3 Nefi capítulo 11… El tren ya había llegado a la estación Waterloo y todos se estaban bajando y yo estaba completamente ajeno al hecho de que el tren había parado y que todos se salían. Estaba muy sorprendido por mi reacción y no puedo explicar lo que pasó o qué fue lo que del texto me conmovió en particular. Pero… esa fue la primera vez que, en realidad, pude decir ‘creo en este libro, no puedo argumentar más diciendo que esta obra es ficción’”.
Con esa seguridad, al fin Vahey se comprometió a ser bautizado a fines de enero. Cuando le dijo a la hermana las buenas nuevas por correo electrónico ella respondió: “¿Puedo ir?”.
Permanecer fiel
La situación es que cuando Vahey se contactó por primera vez con la hermana, Amanda Wilkinson, ella no era una misionera como él esperaba; era una maestra del CCM. Y, justo en el semestre de invierno cuando el planeaba bautizarse, ella se había mudado a París para aprender francés.
Los dos se conocieron el fin de semana del bautismo Vahey y estuvieron juntos cada momento que pudieron. Pero aún Gary no le había mostrado a Amanda todas las cosas que él tenía planeado mostrarle de Londres, entonces la invitó a volver. Y ese fue el comienzo de su relación a larga distancia.
A pesar de la paz y el entusiasme que vino al ser parte de la Iglesia (desde descubrir que tenía un Padre Celestial a encontrar un romance inesperado) la conversión de Vahey no fue cosa fácil. Comenzó a destacar y ser notorio para los amigos que pidiera una gaseosa en vez de cerveza cuando se juntaba en el pub del sector después del trabajo. Los compañeros de trabajo comenzaron a notar su creciente interés por las cosas espirituales y toda esta atención no era del todo alentadora.
“Sabía que había algunas personas que decían cosas sobre mí y que cuestionaban si es que me estaba volviendo loco”, recalca Vahey. “Mi familia en cierto punto tuvo que intervenir”.
Vahey había perdido a su padre debido a una cáncer el año anterior, y su madre y hermanos tenían que su participación en esta nueva “secta” fuera el resultado de la inestabilidad emocional o vulnerabilidad a causa de la pérdida.
Impávido por sus objeciones, Vahey continuó ganando fe en el Evangelio, llegó a ser presidente de la Escuela Dominical y disfrutó de la cercanía y unidad que la comunidad de miembros de la Iglesia proveía.
Encontrando el amor
Ese verano, mejoraron tanto la relación de Gary con Amanda, así como los conflictos con su familia cuando Amanda (que ya estaba quedando sin dinero) decidió pasar sus últimos meses en Europa viviendo en la casa de la madre de Vahey. Todo resultó en que Amanda se llevó de las mil maravillas con la mamá de Gary y nada pudo ser más perfecto.
Cuando ya era tiempo de que Amanda regresara a los Estados Unidos, Vahey estaba cansado de su trabajo como analista de negocios y estaba considerando volver a la universidad para obtener una maestría. Entonces Amanda le sugirió hacerlo en BYU.
Al terminar el 2013, Vahey voló para pasar las fiestas con la familia de Amanda y para prepararse para el nuevo programa de MBA que esperaba comenzar el próximo año en Provo.
El pasar las fiestas en un hogar mormón con 11 personas podría intimidar a cualquiera, pero Gary Vahey se adaptó al cambio con entusiasmo y su típico sentido del humor. Aun cuando las discusiones se tornaran caóticas o las cenas dominicales estuvieran llenas de gente, él estaba con Amanda y eso era todo lo que importaba.
Esa víspera de Navidad, Gary y Amanda caminaron juntos por la luminosa Manzana del Templo y Gary no podía dejar de pensar en lo bonito que sería volver a ese lugar con Amanda. De hecho, lo hizo su plan.
Vahey quería proponerle matrimonio a Amanda en la Manzana del Templo esa noche, pensando en que la idea sería muy original y romántica. Sobre la experiencia Vahey dijo:
“Estaba muy nervioso y unos momentos antes lo iba a hacer, otro chico bajó al suelo una de sus rodillas y le propuso matrimonio a su novia justo en frente de nosotros… el resto de la noche la pasé frustrado y extrañado porque no tenía un plan B”.
Mientras que viajaban a la casa de la hermana de Amanda, ella comenzó a preocuparse porque Vahey estaba nervioso. Ella incluso comenzó a llorar pensando que algo feo había ocurrido o estaba a punto de ocurrir.
“Amanda es un poco propensa al llanto por lo que usualmente tengo pañuelos en mi bolsillo para esas ocasiones. Entonces para cuando puse mi mano en mi bolsillo Amanda estaba esperando un pañuelo, pero en vez de eso obtuvo un anillo. Luego de tomarse un tiempo para entender lo que estaba pasando, ella dijo que sí… y siguió llorando un tanto más”.
Construir una nueva vida
En enero de 2014, la pareja recibió las buenas nuevas de que Vahey comenzaría a estudiar en BYU en otoño. Entonces comenzó el tedioso, técnico y costoso proceso de postulación para la visa.
Originalmente la pareja planeaba su boda para abril, pero mes tras mes, la visa no resultaba. Por fin, el 2 de junio, Vahey recibió su visa. El siguiente día Gary estaba en el avión hacia Utah y en solo 19 días, Gary y Amanda se casaron en el Templo de Salt Lake.
El matrimonio de Vahey le dio la oportunidad de compartir más sobre su fe con su madre y hermanos. La familia de Vahey viajó a Utah para la ceremonia e hicieron un recorrido por la Manzana del Templo, donde aprendieron más acerca de las religión y su historia.
“Mi familia no puede negar que el unirme a la Iglesia fue una gran decisión para mi vida, dejando de lado las enseñanzas espirituales”, dice Vahey.
Viniendo de una pequeña y atea familia en los suburbios de Londres, Vahey se está adaptando a una gran familia mormona en Provo. Agradecido por estos grande cambios en su vida, Vahey aún disfruta de los momentos sencillos de caminar hacia la iglesia que está justo a la vuelta de la esquina y salir por la puerta de en frente para respirar con una exquisita vista de las montañas Wasatch.
Sobre la historia de su conversión, Vahey comprende que “literalmente desde el momento de mi bautismo, muchas cosas increíbles comenzaron a ocurrir en mi vida. El 2012 había sido un año muy duro para mí. Mi padre había recientemente muerto de cáncer y la vida era bastante triste y miserable. Después de que me bauticé, las cosas comenzaron a marchar mucho mejor… repentinamente tenía un plan para mi vida y todos estos sueños que quería cumplir los cuales nunca había tenido antes… repentinamente tenía un renovado enfoque para la vida, estaba feliz en cuanto a la vida, mi educación, matrimonio y comenzar una nueva carrera. Y todo esto repentinamente fue posible gracias a que me uní a la Iglesia.
Por Danielle Beckstrom, para LDSLiving
Hermosa historia..
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