Como persona curiosa que soy, veo, leo y escucho muchos artículos, programas y comentarios de otros hermanos cristianos de diferentes denominaciones. En diversos blogs he llegado a hacer amistad virtual con algunas personas, con las cuales debatimos sobre principios del Evangelio, a petición de una estimada hermana de otra fe, he preparado este artículo sobre lo que los mormones creemos acerca de Satanás.
Primero hay que conocer su naturaleza y condición
Hay que saber que todos somos hijos de Dios, que tanto ángeles, querubines o serafines como demonios, somos hijos de Nuestro Padre Celestial, por lo que, físicamente somos iguales, es decir, no hay demonios de tres metros, cuernos y rabo, sino que todos tienen la apariencia semejante a la nuestra.
Veamos lo que enseña el libro Leales a la Fe.
Satanás, llamado también el adversario o el diablo, es el enemigo de toda rectitud y de los que se esfuerzan por seguir a Dios. Él es un hijo espiritual de Dios que una vez fue un ángel “que tenía autoridad delante de Dios” (D. y C. 76:25; véase también Isaías 14:12; D. y C. 76:26–27); pero en el concilio preterrenal de los cielos, Lucifer, que en ese entonces era su nombre, se rebeló contra nuestro Padre Celestial y el plan de salvación. En esa rebelión contra Dios, Satanás “pretendió destruir el albedrío del hombre” (Moisés 4:3). Él dijo: “Redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra” (Moisés 4:1).
Como podemos ver aquí, todos en principio, éramos iguales, aquellos que se rebelaron, perdieron la oportunidad de nacer en la Tierra y obtener su cuerpo y seguir con su progreso eterno.
La clave está en el albedrío, Lucifer quería anularlo, Jesucristo quería respetarlo, con todo lo que conlleva. Sin albedrío hubiéramos sido como robots, sin progreso, porque no había oposición, un camino mas fácil que Lucifer sugirió y una tercera parte de los hijos de Dios apoyaron y que causó su rebelión y expulsión.
Además, Lucifer quería la honra para sí mismo, mientras que Jesucristo, quería darle honra al Padre.
Aquí los dos grandes pecados de Lucifer, coerción y soberbia.
Consecuencias de la Rebelión contra Dios.
Sigamos leyendo en Leales a la Fe.
Nuestro Padre Celestial permite que Satanás y sus seguidores nos tienten como parte de nuestra experiencia en la vida terrenal (véase 2 Nefi 2:11–14; D. y C. 29:39). Debido a que Satanás “busca que todos los hombres sean miserables como él” (2 Nefi 2:27), él y sus seguidores tratan de alejarnos de la rectitud. Él dirige su oposición más extenuante contra los aspectos más importantes del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial; por ejemplo, busca desacreditar al Salvador y al sacerdocio, hacernos dudar del poder de la Expiación, falsificar la revelación, distraernos de la verdad y convencernos de que no existe la responsabilidad personal. Intenta socavar a la familia al causar confusión en cuanto a la identidad sexual, al fomentar las relaciones sexuales fuera del matrimonio, al ridiculizar el matrimonio.
Leales a la fe, páginas 178 y 179
Como podemos observar, el diablo y sus seguidores están en este mundo tratando de alejarnos de Dios y de todo lo bueno. Tienen el poder y el permiso para tentarnos y asustarnos, pero no para dominarnos, por eso es que en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, no hablamos demasiado de Satanás, como he podido oír hablar en otras iglesias, que siempre lo están nombrando o reprendiendo, tal es así, que pareciera mas importante que nuestro Salvador Jesucristo.
Recordemos que los demonios no tienen cuerpo y que por lo tanto, están sujetos a todos los que sí lo poseemos, y que ellos no tienen poder sobre nosotros, sino hasta donde se lo concedemos, por lo tanto no debemos hablar en exceso de ellos, porque les hacemos el juego y les damos poder.
El profeta José Smith describió estos dos aspectos, que se encuentran en el libro "Enseñanzas del Profeta José Smith, página 100
El primer paso en la salvación del hombre estriba en el conocimiento de las leyes de principios eternos, principios que por sí existen. Los espíritus son eternos. Al efectuarse a primera organización en los cielos, todos estuvimos presentes, y presenciamos la elección y nombramiento del Salvador, y la formación del plan de salvación, y nosotros lo aprobamos. Vinimos a este mundo con objeto de obtener un cuerpo y poder presentarlo puro ante Dios en el reino celestial. El gran plan de la felicidad consiste en tener un cuerpo. El diablo no tiene cuerpo, y en eso consiste su castigo. Se deleita cuando puede obtener el cuerpo de un hombre; y cuando el Salvador lo echó fuera, pidió permiso de entrar en el hato de puercos, mostrando que prefería tener el cuerpo de los cerdos que ninguno. Todos los seres que tienen cuerpos, tienen dominio sobre los que no los tienen. El diablo no tiene poder sobre nosotros sino hasta donde se lo permitimos. El momento en que nos rebelamos contra cualquier cosa que viene de Dios, el diablo ejerce su dominio
Aunque Satanás disfruta de un tiempo de poder y autoridad y la ejerce para destrucción, a la vez, nos sirve para poder ejercer nuestro libre albedrío y escoger servirle a él o a Dios, por lo que todo mal del demonio procede y aunque Cristo lo reconoció como el "príncipe de este mundo" (Juan 14: 30), solo tiene el poder que le queramos conceder en nuestra vida, aunque puede ejercerlo en otros para nuestro pesar y probación, de ahí, la gran maldad que hay en el mundo.
Pero tenemos promesas de protección y guía, si desechamos la maldad y buscamos al Señor en nuestras vidas.
Santiago 1
12 Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque una vez que haya sido aprobado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie,
Santiago 4
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Deuteronomio 31
8 Y Jehová es el que va delante de ti; él estará contigo; no te dejará ni te desamparará; no temas ni te intimides.
Juan 10
Podemos, pues, confiar en Nuestro Salvador, para librarnos de todo mal y temor.
Finalmente una hermosa historia que resume todo lo anteriormente expuesto, la experiencia que tuvo Moisés al ver a Dios, y después ser tentado por Satanás, recibida por revelación al profeta José Smith y registrada en La Perla de Gran Precio, como el Libro de Moisés, capitulo 1
1 LAS palabras de Dios, las cuales habló a Moisés en una ocasión en que Moisés fue arrebatado a una montaña extremadamente alta,
2 y vio a Dios cara a cara, y habló con él, y la gloria de Dios cubrió a Moisés; por lo tanto, Moisés pudo soportar su presencia.
3 Y Dios habló a Moisés, diciendo: He aquí, soy el Señor Dios Omnipotente, y Sin Fin es mi nombre; porque soy sin principio de días ni fin de años; ¿y no es esto sin fin?
4 He aquí, tú eres mi hijo; mira, pues, y te mostraré las obras de mis manos; pero no todas, porque mis obras son sin fin, y también mis palabras, porque jamás cesan.
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9 Y la presencia de Dios se apartó de Moisés, de modo que su gloria ya no lo cubría; y Moisés quedó a solas; y al quedar a solas, cayó a tierra.
10 Y sucedió que por el espacio de muchas horas Moisés no pudo recobrar su fuerza natural según el hombre, y se dijo a sí mismo: Por esta causa, ahora sé que el hombre no es nada, cosa que yo nunca me había imaginado.
11 Pero ahora mis propios ojos han visto a Dios; pero no mis ojos naturales, sino mis ojos espirituales; porque mis ojos naturales no hubieran podido ver; porque habría desfallecido y me habría muerto en su presencia; mas su gloria me cubrió, y vi su rostro, porque fui transfigurado delante de él.
12 Y aconteció que cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, he aquí, Satanás vino para tentarlo, diciendo: Moisés, hijo de hombre, adórame.
13 Y sucedió que Moisés miró a Satanás, y le dijo: ¿Quién eres tú? Porque, he aquí, yo soy un hijo de Dios, a semejanza de su Unigénito. ¿Y dónde está tu gloria, para que te adore?
14 Porque he aquí, no hubiera podido ver a Dios, a menos que su gloria me hubiera cubierto y hubiera sido transfigurado ante él. Pero yo puedo verte a ti según el hombre natural. ¿No es verdad esto?
15 Bendito sea el nombre de mi Dios, porque su Espíritu no se ha apartado de mí por completo, y por otra parte, ¿dónde está tu gloria?, porque para mí es tinieblas. Y puedo discernir entre tú y Dios; pues él me dijo: Adora a Dios, porque a él sólo servirás.
17 Y también me dio mandamientos cuando me habló desde la zarza que ardía, diciendo: Invoca a Dios en el nombre de mi Unigénito y adórame.
18 Y añadió Moisés: No cesaré de clamar a Dios; tengo otras cosas que preguntarle: porque su gloria ha estado sobre mí; por tanto, puedo discernir entre tú y él. Retírate de aquí, Satanás.
19 Y cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, Satanás gritó en alta voz y bramó sobre la tierra, y mandó y dijo: Yo soy el Unigénito, adórame a mí.
20 Y aconteció que Moisés empezó a temer grandemente; y al comenzar a temer, vio la amargura del infierno. No obstante, clamando a Dios, recibió fuerza, y mandó, diciendo: Retírate de mí, Satanás, porque sólo a este único Dios adoraré, el cual es el Dios de gloria.
21 Y entonces Satanás comenzó a temblar, y se estremeció la tierra; y Moisés recibió fuerza, e invocó a Dios, diciendo: En el nombre del Unigénito, retírate de aquí, Satanás.
22 Y ocurrió que Satanás gritó en voz alta, con lloro, y llanto, y crujir de dientes; y se apartó de allí, sí, de la presencia de Moisés, de modo que no lo vio más.
23 Y Moisés dio testimonio de esto; pero no existe entre los hijos de los hombres por motivo de la iniquidad.